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  El temor de los pobladores por Dean

 

Recuerdan habitantes la lección de las aguas bravas de 1999

 

Los momentos que se han vivido en la región de Huauchinango, han sido una mala forma de recordar lo que sucedió durante la depresión tropical número 11 en 1999, fecha en la que se declaró a la Sierra Norte como zona de desastre

 

Heriberto Hernández Castillo / Corresponsal / Huauchinango, Puebla

 

En Huauchinango se recordó ayer la desesperación que les provocó en 1999 la depresión tropical número 11 Foto / El Guardián

“La lección del 99 no la aprendimos”, “ya se nos había olvidado lo que pasó en el 99”, “¡ay Dios mío ojalá y no nos pase lo que en el 99!”, “otra vez como en el 99, nos va a cargar la fregada”, “las autoridades no tienen organización, parece que no aprendieron lo que pasó hace años”, “no se sabe si va a haber o no va a haber clases”, fueron algunas frases que se escucharon ayer, cuando la alarma ya estaba en el ánimo de la población por la inminente entrada del huracán Dean.


Los momentos que se han vivido en la región de Huauchinango han sido una mala forma de recordar lo que sucedió durante la depresión tropical número 11 en 1999, fecha en la que se declaró a la Sierra Norte como zona de desastre y el expresidente de la República, Ernesto Zedillo calificó los hechos como “el desastre de la década”.


Las calles de la ciudad de Huauchinango dieron una de sus peores caras: solitarias, abandonadas por sus transeúntes cotidianos porque estaban cerca de su familia, porque el momento lo ameritaba, era preferible estar juntos y al pendiente de lo que pudiera pasar, siempre incierto lo que deparaba el destino, se tenía que esperar indicaciones de las autoridades, los informes que se transmitían por los medios masivos.


La desesperación llegaba rápido, todos preguntaban qué hacer en caso de una u otra cosa; los integrantes de Protección Civil municipal estaban reunidos en las instalaciones de la Presidencia Municipal planeando la estrategia de evacuación de las zonas de alto riesgo y se dividieron las áreas que cada quien estaría monitoreando; todo su plan lo hicieron en penumbras, la energía eléctrica había sido suspendida por los daños que sufrió el sistema de conducción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. En la radio local se informó de la caída de una de las torres que ocupa el cableado de electricidad, por lo que “se puenteó la luz de la ciudad de Pachuca a Huauchinango, mientras se restablecían los daños”.


Después del mediodía se empezó a saber de la evacuación de algunas personas que fueron llevadas a los albergues habilitados, tal es el caso de una familia de seis integrantes que se trasladó a las instalaciones de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, que fueron prestadas para ocuparlas como albergue.


Los comercios abrieron sus puertas pero las cerraron muy temprano, hubo unos vivales que se aprovecharon de que las autoridades tuvieron como prioridad a Dean dejando de lado la seguridad, y asaltaron una joyería del centro de la ciudad a unos cuantos metros de la comandancia.
Mientras unos abusaron, otros se solidarizaron con los necesitados, hubo quienes se sumaron de manera voluntaria al equipo de protección civil, corrían de un lado a otro, a donde se informaba que había gente en riesgo. La población que vive en zonas vulnerables y no se quiso salir de sus habitaciones prefirió quedarse a vigilar muy de cerca el caudal de los arroyos.


Los serranos esperan con impaciencia que pronto terminen estas largas y pesadas horas, horas que se van contando una a una, más aún cuando se informa que en determinado momento se agudizarán los riesgos por el acercamiento del ojo del huracán.

 

 

 

 

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