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  Azota Puebla ola de chantaje telefónico


Edmundo Velázquez  

Llamadas telefónicas desde un número de Guerrero han sido denunciadas ante la Diedo. No se deje sorprender y avise a sus familiares sobre sus tácticas para intentar extorsionarlos / Foto / Agencia Reforma / Nadia Castillo

 

 

De 5 a 7 llamadas diarias por secuestro exprés ficticio detectó en Puebla durante la última semana la Dirección de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (DIEDO).


Desde un número con lada de Guerrero una banda se ha dedicado a llamar a hogares poblanos apoyados con una grabación en la que se puede escuchar gritos de mujer. Los maleantes al detener la grabación aseguran que tienen secuestrada a una de las hijas de su familia.


A la gente que abordan vía teléfono intentan manejarla sicológicamente, utilizan lenguaje altisonante y le piden que entregué el dinero en tarjetas telefónicas. Cambio ha recabado el testimonio de al menos tres familias que el día 21 de agosto fueron llamadas desde el mismo número.
Así ocurrió con la señora Andrea González. El día 21 de agosto se encontraba en su casa alrededor de las cuatro de la tarde cuando recibió una llamada telefónica.


La señora contestó y escuchó una voz de mujer que decía: “¡Mamá! ¡Ayúdame, mamá! ¡Ayúdame!”. Andrea González palideció pues pensó inmediatamente que su hija Claudia había tenido un accidente automovilístico: “¿Claudia? ¿Estás bien, Claudia? ¿Hija? ¿Chocaste?”, le preguntó preocupada. “¡Mamá! ¡Ayúdame, mamá!”, volvió a escuchar en el auricular.


Inmediatamente escuchó una voz gruesa de hombre. “Señora, esto es un secuestro exprés. Tenemos a su hija.”
“¡No! ¡Nooo! ¡Nooo!”, gritó doña Andrea quien entró en pánico y comenzó a gritar desesperada, cayó en tal estado de shock que el hombre al otro lado de la línea telefónica comenzó a insultarla. “¡Cálmese, está usted loca, tranquilícese vieja estúpida! ¡Tenemos a su hija, si no se tranquiliza la vamos a desaparecer y no sabrá nada de ella!”


Tras la amenaza doña Andrea guardó silencio y atenta a lo que le decía el secuestrador. —¿Cuánto dinero tiene en su casa?— preguntó la voz.
—No sé… Unos mil 500 pesos…— respondió doña Andrea.
—¿Eso vale la vida de su hija? ¡¿Mil 500 pesos?! ¡¿Revise bien cuánto dinero tiene?!— le gritó el secuestrador enojado.
—Pues tengo también unas monedas…— dijo asustada la señora.
—¡¿De oro?!— preguntó alterado el maleante.
—No… de cinco y diez pesos— dijo la señora refiriéndose al cambio con que contaba.
—¡¿Está usted estúpida?!— preguntó desesperado el secuestrador y después le ordenó —Mire… va a tomar esos mil 500 pesos y compre tres tarjetas telefónicas de 500 pesos para celular. No cuelgue, cuando regrese me va a dar los códigos de las tarjetas.
—Sí, voy corriendo… —respondió la señora.
—¡No! ¡No vaya corriendo! No quiero que despierte sospechas, tómese su tiempo, es más tome un taxi, pero no despierte sospechas— le ordenó el secuestrador.
La señora dejó el teléfono descolgado y cuando iba a salir corriendo a comprar las tarjetas telefónicas pensó en llamar a su hija Claudia desde otro teléfono a su teléfono celular o a su Nextel para localizarla y corroborar su paradero. Cuando su hija contestó le volvió el alma al cuerpo:
—¿Claudia?
—¿Qué pasó mamá?
—¿Hija, estás bien?
—Sí mamá… ¿pasó algo?
—¿En dónde estás Claudia?
—En la oficina mamá… ¿Qué pasó mamá…?
—Es que en la otra línea tengo a un tipo que dice que te secuestró.
La señora también llamó a su marido Gabriel López. Le contó lo que ocurría. Al llegar a su casa, el marido levantó el auricular y los supuestos secuestradores colgaron de inmediato. Debido a que ellos no cuentan con un identificador de llamadas no pudieron registrar en ese momento el número del que provenía la amenaza de secuestro.
Ese mismo día 21 de agosto más tarde, casi a las 8 y media de la noche a la casa de los López llamaron nuevamente y preguntaron por el padre de familia, al teléfono contestó una sobrina de la familia.
—¿Está el señor Gabriel López?— preguntó ahora una voz no tan gruesa.
—Para qué lo busca— preguntó a su vez la sobrina de Gabriel.
—Le estamos buscando de ATT Alestra. Necesitamos que nos comunique a Gabriel López…— insistieron.
Ante la mala espina de la anterior experiencia la sobrina decidió colgar.
La familia López González acudió a la DIEDO donde los agentes que les atendieron les comentaron que este tipo de casos comenzaban a multiplicarse en Puebla, que generalmente se hacían de un número telefónico de con clave lada de Guerrero, el cual es el 01 744 1059044.
La familia presentó una constancia de hechos y después, comentando con otros amigos conocieron que otra familia más había pasado por lo mismo, pero habían llamado a uno de sus negocios, cuyo número telefónico iniciaba con los dígitos 243.
Además de coincidir en los dígitos con que inician sus números telefónicos, ambas familias tienen contratadas líneas de Telmex. El número del que procedía la llamada también coincidió.

 

 

El día martes 21 de agosto al menos tres familias recibieron una llamada telefónica donde se les decía que una de sus hijas había sido secuestrada. A cambio de más información los supuestos secuestradores pedían los códigos de tarjetas telefónicas.

 

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