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el llanto y el bostezo
Blanca Alcala, entre
el llanto y el bostezo
Es un acto incoloro e insípido recibe su constancia como candidata a la alcaldia
Nada llama la atención, todo se ve apagado, de mal gusto, sin chiste. La aspirante desde temprano fue al salón para maquillarse y peinarse. Se nota que estuvo ensayando la declamación de primaria y los ademanes forzados para que éstos se retomaran en el discurso.
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La candidata con sus seis candidatos uniformados de choferes Cambio/ Foto/ Tere Murillo |
Zeus Munive Rivera
Las lágrimas de Blanquita opacaron el acto político que ya de por sí estaba demasiado opaco y aburrido. Ella, con la voz entrecortada rememoraba que hace unos cuántos años había perdido a su padre este mismo día. La candidata lloró y se le quebró la voz, hizo una pausa para recuperarse, pero los búfalos priistas la ignoraron todo el tiempo, hasta en su llanto; prefirieron bostezar.
Ellos, hacinados en el Teatro de la Ciudad en donde hasta los escusados hedían a priista, prefirieron emitir sus porras desangeladas en este acto tan blanco como la campaña de Blanca.
Los seis candidatos a diputados que coreaban a la aspirante a la alcaldía se enfundaron en pantalones beiges y camisas color hueso, parecían choferes del ADO. Sólo faltaron las corbatitas delgadas de lino color café y unas gafas oscuras para que hicieran una muy buena publicidad a los Autobuses de Oriente.
Nada quedó del viejo priista del confeti y la matraca. En este escenario apagado en el que nada luce y nada brilla se llegó a escuchar por ahí un discurso de Blanquita.
Ella, tácitamente reconociendo que ni sus correligionarios la están apoyando y están viendo otras opciones políticas: “Hoy le digo a las y los priistas: no se equivoquen. No se confundan, asumamos sin titubeos, con inteligencia y madurez política este proceso electoral.”
Aunado a este llamado de alerta que hace la candidata Blanca —o la blanca candidata— está el reconocimiento de si el PRI pierde los comicios del 11 de noviembre, la gubernatura para su partido está en riesgo: “Reconozcamos, que de esta elección depende el futuro del PRI, no el futuro de los candidatos”.
“Parece un acto chafa del PRD”, comenta una militante desilusionada al ver a sus candidatos que anuncian alguna marca para desmanchar la ropa.
El grito “vamos a ganar” da harta hueva.
“Nos hubiéramos ido mejor a desayunar”, opina un reportero que con desilusión y cierto dejo de asco ve a los abanderados.
Unos payasos están en el hall del Teatro de la Ciudad, pues ni ellos hacen reír a nadie. Los payasos están también con cara de aburridos. Todo esto es una hueva pesada y chocante.
Nada llama la atención, todo se ve apagado, de mal gusto, sin chiste. Es un acto incoloro, insípido.
Blanca Alcalá desde temprano fue al salón para que la maquillaran y la peinaran. Desde anoche, se nota, estuvo ensayando la declamación de primaria y los ademanes forzados para que éstos se retomaran en el discurso.
Sus ademanes eran parecidos a los de la cantante la Tigresa del Oriente* —puede consultarlos en youtube.com para salir de dudas.
Terminado el acto, Blanca Alcalá recorrió el zócalo con los choferes del ADO, perdón, con los candidatos a diputados locales y recorrieron el Vittorio’s y otros restaurantes ubicados en los portales.
Por supuesto, Blanquita retomó el mote de la Panasonic, pues a todo aquél que saludaba le decía cual grabadora: “¿Y usted de qué colonia viene?”.
A todo aquél que se le presentara en frente le decía lo mismo: “¿Y usted de qué colonia viene?”. Incluso, hasta a doña Mago, cuando fue a saludarla.
Los otros seis candidatos iban como sus guaruritas recorriendo el zócalo.
La campaña blanca, con saldos blancos comenzó ayer, en medio de payasos, choferes, discursos desangelados y falta de confetis y matracas.
La nota es que no hay nota.
La crónica de color es que es incolora.
Tan Blanca como los productos Ariel y Ace.
*Puede consultar en Internet la página youtube.com, para ser exactos a la Tigresa del Oriente con la canción “Un nuevo amanecer”. Los ademanes de Blanca son los mismos que los de la Tigresa.
**Se ofrece una disculpa, pero no hubo más líneas porque el cronista se quedó dormido entre tantos bostezos de los asistentes.
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