Inauguran la Olimpiada Nacional Puebla 2007


Marín y Doger asisten al acto inaugural de la justa olímpica


Federico Vite

“¿Dime por dónde van a entrar mis chinitas poblanas?”, preguntó la mujer encargada de llevara a 35 niñas vestidas como la mítica asiática. Insistió: “¿Dígame por dónde? Por favor, porque ya me están pidiendo que las meta y son las que van a estar con las chicas de los estandartes”. Hubo una respuesta a señas, emitida, claro, por uno de los 150 hombres vestidos con pants rojo, el mismo que señaló un portón negro, junto a la fila de los distintos secundarianos que pretendían cobijarse de la llovizna y de paso tomar, uno a uno, su sitio en las gradas del estadio de beisbol Hermanos Serdán.  Todos esperaban  la inauguración de la Olimpiada Nacional 2007, en Puebla. 
Chacharón, chacarón, ronronron, eso decía el intento de rola que fondeaba el arribo de los estudiantes, de los padres de familia que vinieron a escuchar y a ver cómo se desplazaban por los jardines centrales del estadio sus retoños. Esta movediza fusión de reggaeton salió de golpe; la voz del poeta de Latinoamérica emergió: “Si yo no te hacía feliz dirías adiós”. “Pero te vas arrepentir”, corearon algunas de las chicas del Centro Escolar José María Morelos y Pavón. La voz de un hombre dio la bienvenida y anunció: “Hay un programa previo, donde vamos a escuchar a varias de las bandas que le  han dado prestigio a nuestra Puebla en el extranjero; enseguida, tendremos Las olimpiadas de los animales, un trabajo de la gente de Africam Safari”. 
Las categorías de la olimpiada nacional son la infantil, la juvenil y la paraolímpica. A hora y media de que comenzaran los discursos del secretario de Educación, del gobernador del estado, del representante del Consejo Nacional de  Cultura Física y Deporte (Conade) la lluvia arreciaba. Y el pebetero, colocado cerca de la tercera base, esperaría más de cien minutos para que el fuego, traído desde la pirámide de Cholula, diera el inicio ritual a las justas deportivas.   Pero la lluvia arreció y la voz de quien funcionaba como el conductor del programa, se oyó de nueva cuenta: “No hay que espantarnos, no, la lluvia se va quitar en cualquier momento, además, ya empezó la diversión”. Y un balón enorme de futbol, con todo y sus parches en negro y el cuerpo del esférico de inmaculado blanco, fue movido por las manos de los escolapios. Y los gritos acompañaban el movimiento del balón. Iba de un lado a otro, de allá para acá, el balón se movía en medio de todos los vestidos de colores, de los gritones. Un jovenzuelo interesado en mercar, cubeta en mano, refrescos, tuvo la mala fortuna de recibir el peso del esférico gigante. Hubo risas, claro, también abucheos, pero no similares a los que se oyeron cuando se anunció que el gobernador Mario Marín daría el discurso inaugural de este sueño, como se empeñaba en decir el conductor. “Estamos en un día muy importante, jóvenes, porque hoy se cumple un sueño en Puela”, eso decía y eso repitió mientras en la pantalla del estadio se veía a Luismi entonando melosa y chafamente Sueña con un mañana. En ese momento, mientras la lluvia infundía miedo, mientras el añejo baladista ostentaba su sonrisa impecable.  
Estrategias contra los reporteros        
Pasaron las chinitas poblanas, los estudiantes y  los reporteros  bajo ese portón negro. Luego, por ahí de las 7:20, los fotógrafos, camarógrafos y ciudadanos de tal calaña, fueron encaminados, como duendecillos del bosque, al diamante humedecido por el aguacero intermitente. Decían por los radiocomunicadores, estos personajes enfundados en pants rojos, que ahí, a ras de pasto sería todo. Y pusieron a los fotógrafos, a los camarógrafos de las televisoras locales y a los reporteros a esperar. Esperar. Mientras decía el conductor del sueño cumplido que agradecían, en nombre de todos los poblanos, las facilidades del presidente del club de beisbol, Rafael Moreno Valle, para que la sede de la olimpiada.
Para ese momento, las gradas ya estaban llenas, había hombres de pie, hombres con radiocomunicadores apurando a las voces que al otro lado de los radios también contestaban apuradas: “Que ya salgan las bandas. Oíste, ¿Carlos? Diles que ya salgan”. Los deportistas bajaban, subían. El conductor anunció el arribo del gobernador. Y todos buscaban en el campo, en primera base, en segunda; tercera quizá, atrás del pebetero. No. Ni en Home. Estaba en un palco, con el presidente municipal, Enrique Dóger, con el secretario de Educación, Darío Carmona, con subdirector de la Conade, Juan Manuel Rome Aldae. “Está con nosotros el gobernador del deporte”, dijo. Y se oyeron los abucheos. Hubo aplausos, eso sí. Pero abucheos, rechifla. Quejas: ¡Buuuu! Sáquenlo. Uhhh. Y de la nada, así como por arte de magia. “Hoy es el gran día, señores, es el gran día por el que gracias a nuestro gobernador”, vanagloriaba esa vocecita que venía fungiendo como el conductor. Y en seguida, pasaron la voz al secretario de Educación Pública estatal, Darío Carmona: “Mi más sincero aprecio al gobernador, Mario Marín (abucheos de nueva cuenta, pero tenues)”. Y siguió bla,bla,bla. Hablaba de ficción, de logros, de éxito. Hablaba del bienestar mientras las madres que cuidaban a los niños con Síndrome de Down ase apretaban para guarecerse del frío. Y veían a sus hijos, con chamarras gastadas, incluso con orificios pequeños en las mangas mientras Darío Carona insistía en agradecer al gobernador los beneficios por traducir los programas de gobierno federal. La realidad, ahí en las gradas no empata con el discurso: espectadores con zapatos rotos.
Y antes de que hablara Marín, el conductor presentó: “Señoras, señoras. Deportistas de México, el gobernador del estado”. Hubo un instante de silencio. Y Marín dijo: “Se debe alejar a la juventud del vicio. Inauguró esta olimpiada a las 8:30 del 14 de mayo. Esperamos que la Olimpiada sea para  el bien del deporte nacional”. Gritaron los escolapios. Los tambores sonaron. Las palmas, sí, se empalmaron. Dieron la información de que la antorcha olímpica venía llegando, desde la pirámide de Cholula, gracias a la Asociación Poblana de la Actividad Física y el Deporte. Y sí, una fila de blancos corredores llevaba el fuego hasta el pebetero. Y sí, ocurrió, devino el aplauso. Luego danzantes iniciaron el danza rituales de Cholula. Y el cielo se llenó de lucecitas que hacían ruidos. Se enramaban los cuetes allá arriba, en la humedad de la noche de ayer. A lo lejos, el fuego de los chifladores daba forma a pequeños hongos luminosos. El estadio se quedó atrás.

 


 
 
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