Carece AL de agentes literarios

 

Representan el 90 por ciento de las contrataciones de la industria; atribuyen al mal mercado su escaso número

 

Érika P. Bucio / Agencia Reforma

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Hace una década, Guillermo Schavelzon pensaba que un agente literario debía estar cerca de los autores, pero ahora está convencido de que su lugar está cerca de los editores. Y parece no haberse equivocado al tomar la decisión de mudar su oficina de Buenos Aires a Barcelona.


"El traslado de mi agencia a Barcelona implicó, en cinco años, multiplicar por seis el número de contratos con el resto del mundo, sin que afectara para nada mis relaciones con autores y editores de América Latina, que sigue siendo intensa y productiva", explica.


La elección no fue casual, pues en Barcelona se concentra el 80 por ciento de la edición literaria de España y pasan por ahí dos o tres veces por año los editores importantes, así como un gran número de escritores latinoamericanos.


"Ningún país de América Latina es un mercado lo suficientemente grande como para que una agencia pueda subsistir", puntualiza Schavelzon, representante de Mario Benedetti, Ángeles Mastretta, Ernesto Sábato, Federico Andahazi, Ricardo Piglia, Marcela Serrano, Héctor Aguilar Camín y Paul Auster para la lengua castellana.


La inestabilidad económica ha sido un factor en contra del surgimiento de agencias literarias en América Latina, a pesar de que la primera, International Editors, se fundó en los años 30, y fueron los primeros editores en español de Stefan Zweig, Thomas Mann, Sigmund Freud, James Joyce, André Malraux y Jean Paul Sartre.


"Abrir una agencia literaria es muy difícil, el negocio depende de la fuerza del mercado editorial, de la cartera de clientes, de la economía local. Y del hecho de que las agencias nacidas en España han podido absorber a los autores de lengua española de toda América Latina además de los autores españoles", opina Lucía Riff, directora de su propia agencia, fundada en Brasil en 1991.


Pero también hay razones estratégicas: los autores latinoamericanos desean ser publicados y leídos en otras lenguas, y contar con un agente cerca de los principales centros de edición como Barcelona, Nueva York, Francfort o Londres supone una ventaja.


"No sé si los autores latinoamericanos prefieren ser 'fichados' por una agencia en España. La realidad es que no hay muchas agencias en América Latina y sí bastantes en España (...) La ventaja para los latinoamericanos es que al estar en España se puede tener un mayor y más rápido contacto con toda Europa, y las posibles traducciones de los libros", opina Antonia Kerrigan, quien a través de su agencia, fundada a fines de los 80, en Barcelona, representa a autores como Jorge Volpi, Carlos Ruiz Zafón y Laura Restrepo.


Sergio Casas, director de la agencia Rodó, reconoce que Barcelona es un punto neurálgico para publicar, pero desde México ha podido colocar derechos para publicar trabajos de autores mexicanos en España. Su especialidad es la filosofía.


De acuerdo con la argentina Silvia Berajá, contar con un agente literario en el país de origen supone un conocimiento a fondo de la cultura y el medio editorial locales, pero advierte que un buen número de autores latinoamericanos no está acostumbrado a depositar su obra en las manos del agente.


"Concurren directamente a la editoriales, que casi nunca les prestan atención, que cajonean muchas veces sus proyectos y que, en general, suelen ir a lo seguro, es decir, a autores que les aseguren ventas sin demasiado esfuerzo. Y hay mucha manipulación con los contratos de edición y mucho aprovecharse de los autores y de su buena fe y necesidad de publicar", lamenta la agente, quien se apresta a abrir una representación en Estados Unidos.


Para Schavelzon, los agentes son los verdaderos "proveedores" de los editores internacionales, quienes realizan el 90 por ciento de sus contrataciones a través de agencias.


Un agente suele cobrar por sus servicios una comisión del 15 al 20 por ciento, de acuerdo con el tiraje de la obra y la reputación del escritor.


El Centro Regional para el Fomento del Libro y la Lectura en América Latina y el Caribe (CERLALC), dependiente de la UNESCO, presentará en diciembre un estudio sobre los agentes literarios en América Latina, tendiente a promover su capacitación.


"Hay que tener muchos conocimientos que convierten al agente en un empresario, pues los autores son clientes, el trabajo es de evaluación y gestión, el contrato de edición surge de una negociación y también hay que saber mucho sobre Derechos de Autor y su legislación, además de marketing", resume Berajá.


La colombiana Gloria Amparo Higuera, con diez años como agente internacional de derechos de autor para América Latina, Estados Unidos y Japón, reconoce la importancia de la capacitación para poder actuar globalmente.


"Desde aquí mismo (Bogotá) he vendido traducciones, pero si uno quiere crecer, hay que ir a las ferias, sean Francfort o Guadalajara. Después de diez años voy a ser una inversión para ir a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para asistir al Salón de Derechos", dice.


La FIL imparte desde 2006 cursos sobre compra-venta derechos de autor en Colombia y México.


"La idea es que este proyecto, a partir de 2008, lo extendamos a otros países", anticipa Nubia Macías, directora de la feria.



 
 
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