La impunidad prevalecerá gracias al acuerdo entre Marín y Calderón

 

Considera el periodista Álvaro Delgado, analista de la revista Proceso


El avasallante triunfo del PRI el pasado 11 de noviembre en las urnas, es resultado de la guerra intestina entre los panistas, que ha generado el envilecimiento de los procesos internos para la designación de candidatos, y la estructura estatal que operó a favor del tricolor, considera


Selene Ríos Andraca

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Después del triunfo de Mario Marín Torres en las elecciones del pasado 11 de noviembre, los mexicanos pueden estar seguros que aunque la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) lo declare responsable de violar los derechos fundamentales de Lydia Cacho Ribeiro, la impunidad prevalecerá gracias al acuerdo mafioso entre el mandatario y el presidente Felipe Calderón Hinojosa.


En entrevista con Cambio, el periodista de Proceso y especialista en Acción Nacional, Álvaro Delgado aseguró que la falta de legitimidad de Felipe Calderón al frente del Poder Ejecutivo federal ha llegado a tal extremo que está permitiendo que en las entidades se consoliden cacicazgos encabezados por gobernadores.


El autor de El Yunque, El ejército de Dios —ambas obras basadas en la organización de ultraderecha enquistada en las filas del Partido Acción Nacional— y El Engaño. Prédica y práctica del PAN habló de los elementos que llevaron al PAN a la gran debacle electoral, en entidades como Puebla, Oaxaca, Tamaulipas, Yucatán y Veracruz.


El primer ingrediente del avasallante triunfo del PRI el pasado 11 de noviembre en las urnas poblanas fue el mafioso pacto Calderón-Marín; el segundo fue la guerra intestina entre los panistas que ha generado el envilecimiento de los procesos internos para la designación de candidatos y, el tercero, la estructura estatal que operó a favor del tricolor.

 

Maridaje Calderón-Marín


Las elecciones del 2 de julio del 2006 y la del 11 de noviembre del 2007 en Puebla, son la prueba del pacto entre el gobernador Mario Marín y el presidente Felipe Calderón.

 

El primero con un problema de gobernabilidad por su participación en la encarcelación de la periodista Lydia Cacho y el segundo con un problema de legitimidad por imponerse con el apoyo del Instituto Federal Electoral (IFE) y la Presidencia de la República —encabezada entonces por Vicente Fox Quesada— sobre Andrés Manuel López Obrador.


En ese contexto, Álvaro Delgado comentó: “En Puebla, no hay duda, del canje de impunidad por legitimidad el año pasado, ahora se expresó con el avasallamiento de Marín al PAN y con la absoluta complacencia de Felipe Calderón, obviamente éste por su debilidad y su urgencia de legitimidad, y su necesidad que haya reformas mediante las cuales quiere obtener la legitimidad, está a expensas de gobernadores como Marín y como Ulises Ruiz.

 

Es inaudito que en México estén llevándose a cabo elecciones tan sucias y que no pase nada.”


Para el periodista del semanario político más importante de México, a Mario Marín Torres y a sus 26 diputados locales recién electos la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en torno a la violación de las garantías de Lydia Cacho les dará risa.


“La Corte puede decir misa y no pasará nada. De la misma manera que si la Corte le dice al Congreso de la Unión que proceda contra la procuradora, el magistrado presidente, no pasará nada. No hay que olvidar que Calderón es legalmente el jefe de las instituciones, y que tiene un papel fundamentalmente político en este caso.”


En tono irónico, Delgado aseveró: “Es más, Marín puede aspirar a ser presidente de México… Es un gobernador exitoso, dispone de enormes recursos económicos, tiene una ‘aprobación contundente’ de sus gobernados.”


Y aunque en la elección del 11 de noviembre haya prevalecido el abstencionismo —50 por ciento, según el Instituto Electoral del Estado, más del 60 por ciento, según encuestadoras— “Marín puede decir que no fueron a votar porque no quisieron”.


“El pacto Marín-Calderón y el canje de votos por impunidad es parte de la involución tan grave como la que está padeciendo el país, que solamente está fortaleciendo los cacicazgos estatales como el que encabeza Marín en Puebla, Ulises Ruiz en Oaxaca, Fidel Herrera en Veracruz, Eugenio Hernández en Tamaulipas, son pésimas noticias para el país, enclaves autoritarios que se fortalecerán para las intermedias del 2009 y las siguientes del 2012 y con el sometimiento de las instituciones en sus estados y también de las federales, y ello, no abona a la democracia. Considero que hay una involución autoritaria fomentada por el presidente Felipe Calderón, quien carece de legitimidad para ostentar el cargo.”

 

La guerra intestina del PAN


Para el especialista de la ultraderecha en México, una de las fatales decisiones que tomó el PAN poblano fue la designación de Antonio Sánchez Díaz de Rivera como el abanderado a la Presidencia Municipal.


“El PAN es un partido que se ha degradado, que ha envilecido su propio proceso de selección interna de candidatos y de dirigentes, porque se ha impuesto la lógica de facción y de poder. El caso específico en Puebla ocurrió con Antonio Sánchez Díaz de Rivera. Los poblanos simpatizantes del PAN y antagonistas de este partido fueron testigos de lo que pasó y fue un elemento de esta derrota.”


Y aunque la dirigencia estatal hubiera ungido a Ana Teresa Aranda, ex secretaria federal de Desarrollo Social, como la abanderada a la alcaldía capitalina, Felipe Calderón la hubiera sacrificado por legitimidad y sus reformas de Estado.


“Quizá Aranda hubiera hecho una campaña más estridente y hubiera concitado un apoyo de los panistas que no tuvo Sánchez Díaz de Rivera, pero aquí, de cualquier modo hubiera resultado semejante, con este pacto mafioso entre Calderón y Marín. Calderón hubiera sacrificado a Aranda de la misma manera en que sacrificó en Yucatán a Xavier Abreu, y también en alguna medida se sacrificó a Salvador López Orduña en Michoacán.”


En su nueva obra denominada El Engaño. Prédica y práctica del PAN —que circulará en los próximos días en los estantes de Puebla— Álvaro Delgado dedica un capítulo al proceso interno del PAN, mediante el cual se designó al ultraderechista Antonio Sánchez Díaz de Rivera como el abanderado y cómo este proceso interno afectó en la votación del 11 de noviembre.


El periodista consideró que lo ocurrido en las elecciones: “Es la mafia política y Calderón y Marín la representan en sus respectivos ámbitos.

 

En los próximos días circulará mi tercer libro El Engaño. Prédica y práctica del PAN, y uno de los capítulos es Puebla, de manera específica el proceso interno del PAN en Puebla, capital, para quien quiera explicarse porqué perdió de manera tan rotunda, hay que remitirse lo que ocurrió en la interna. Obviamente, el libro es más amplio, pero viene una explicación de la degradación interna y de los pactos mafiosos que van más allá de las dirigencias locales. En ese sentido, la responsabilidad de Calderón es inobjetable.”


—¿Qué pasó con Acción Nacional, por qué esta derrota?— se le preguntó a Álvaro Delgado.


—Lo que le está pasando al PAN de Puebla le está pasando al PAN en todo el país. Le ha pasado por decisiones propias y por decisiones externas. El PAN es un partido que se ha degradado, que ha envilecido su propio proceso de selección interna de candidatos y de dirigentes, porque se ha impuesto la lógica de facción y de poder. El caso específico en Puebla ocurrió con Antonio Sánchez Díaz de Rivera.

 

Los poblanos simpatizantes del PAN y antagonistas de este partido fueron testigos de lo que pasó y fue un elemento de esta derrota. Hay otro elemento que no podemos perder de vista: la capacidad de echar andar la estructura gubernamental. Hoy las elecciones no se dan entre partidos y candidatos, sino entre aparatos, que significa la utilización de estructura gubernamental a favor de un partido.

 

Esto sucedió en Puebla a favor del PRI, como ocurrió en Tamaulipas, Veracruz, Durango y Chihuahua. Pero también lo hizo el PAN en California y un tercer elemento el pacto mafioso entre Felipe Calderón y Mario Marín.


—¿Estás en esta lógica en que Marín dejó ganarse en las federales y negoció impunidad en la Suprema Corte?


—¡Por supuesto! No sólo por lo que ocurrió el domingo en Puebla. El antecedente es Veracruz, Tamaulipas y Yucatán, y no en un arreglijo público (palabras de Manuel Espino en una entrevista con el periodista, Proceso 1620), pero el PRI transformado en aparato gubernamental, gana. Igual que el aparato en Baja California aplastó a Hank, un impresentable candidato priista. En Puebla, no hay duda, el canje de impunidad por legitimidad el año pasado, ahora se expresó con el avasallamiento de Marín al PAN y con la absoluta complacencia de Felipe Calderón, obviamente por su debilidad y su urgencia de legitimidad, y su necesidad que haya reformas mediante las cuales quiere obtener la legitimidad, está a expensas de gobernadores como Marín y como Ulises Ruiz. Es inaudito que en México estén llevándose a cabo elecciones tan sucias y que no pase nada.


—¿Independientemente del pacto Marín-Calderón, influyó en la elección la mala designación de candidatos a diputados que dejó a Marín con un Congreso a sus pies, que posiblemente sea presidido por el hermano del mandatario?


—Es que ése es el asunto. La batalla no era por la alcaldía. A Marín le importaba controlar el Congreso. Por más que la Corte resuelva que se someta juicio político a Marín, nada ocurrirá, a Puebla, a Marín y a sus 26 diputados les da risa lo que la Suprema Corte resuelva. Por la sencilla razón de que por una parte puede alegar que la elección fue un referéndum a su gobierno y además tiene la fuerza institucional para no permitirlo.


—¿Prevés que la Corte considere que el gobernador fue parte de la confabulación contra Lydia Cacho?


—Sí. ¿Y qué? La Corte puede decir misa y no pasará nada. De la misma manera que si la Corte le dice al Congreso de la Unión que proceda contra la procuradora, el magistrado presidente, no pasará nada. No hay que olvidar que Calderón es legalmente el jefe de las instituciones, y que tiene un papel fundamentalmente político en este caso. Es más, Marín puede aspirar a ser presidente de México…


—No digas eso…


—Es un gobernador exitoso, dispone de enormes recursos económicos, tiene una ‘aprobación contundente’ de sus gobernados…


—Pero hubo casi 60 por ciento de abstencionismo…

 

—¿Y qué? Marín puede decir que no fueron a votar porque no quisieron. Obviamente, se trata de una involución tan grave como la que está padeciendo el país.

 

El fortalecimiento de cacicazgos estatales como el que encabeza Marín en Puebla, Ulises Ruiz en Oaxaca, Fidel Herrera en Veracruz, Eugenio Hernández (en Tamaulipas), son pésimas noticias para el país, enclaves autoritarios que se fortalecerán para las intermedias del 2009 y las siguientes del 2012 y con el sometimiento de las instituciones en sus estados y también de las federales, y ello, no abona a la democracia.

 

Considero que hay una involución autoritaria fomentada por el presidente Felipe Calderón, quien carece de legitimidad para ostentar el cargo.

 

 

 

 

 

 

 

 


 
 
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