Guerra lopezobradorista contra Pemex


Crónica incisiva de un weekend
Segunda Parte


Jesús A. Castañeda Montes

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Guerra lopezobradorista contra Pemex 16/04/08

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b)

¿Together? Pues sí. Dando vuelta a la derecha en Donceles y Allende, en busca del Senado, de nuevo veo a una muchedumbre light y together en las afueras del Teatro de  a Ciudad. Igual que ayer viernes.

 

A mí, sin embargo, me tiene sin cuidado lo que haya ahí adentro. Además, voy alone y al Senado. Ah, pero ahora sí que no estoy alone: en la entrada principal del teatro se encuentra alone el coordinador parlamentario del PRD en San Lázaro, el diputado Javier González Garza. A diferencia de los casos de Ignacio Ovalle-Fernando Elías Calles y el senador Gustavo Madero el viernes, ahora sí estoy cien por ciento seguro de que se trata del diputado González Garza; es inconfundible hasta por el hecho de estar fumando. Quién sabe qué habrá porque se supone que estaban en Resistencia y huelga legislativa. ¿Ya cambió de recinto de sesiones la Cámara de Diputados? No sé.

 

De cualquier forma, busco el Senado. La Cámara de Senadores y la Cámara de Diputados no están necesariamente together.


Pasadas las siete y media de la noche, cruzo República de Chile. Varias estatuas de la libertad, versión punk, se dirigen a la puerta de un edificio. Sigo a las estatuas vivientes.


Uta, sí, así se dice. Bueno, así se llama el centro cultural (“Chela a 12 pesos”) al cual se dirigen los punketos. Afortunadamente no hay emos. Lo único raro, para los punketos que están en la puerta, soy yo… ¡Uta!, alguien me llama de una terraza del segundo piso. No me pongo nervioso, al contrario: coopero. La punketa en cuestión me pide que le hable a un punketo que está a mi izquierda. “Te hablan”, le digo muy sereno.


No me vieron feo y parece que por lo menos no les soy molesto. Hasta me dan ganas de hacer escala adentro del centro cultural, porque además veo en otra terraza a personas  que no son punketos (pero tampoco emos) en pleno diálogo cordial con lo punketos. ¡Viva la tolerancia!


Seguí caminado y en un momento dado ya estaba muy cerca del Zócalo. En menos de veinticuatro horas adquirí el Alzheimer; no recordaba cómo llegar al Senado ya estando en Donceles. Exacto. Ayer, el vendedor de periódicos me dijo clarito: “En la esquina a mano izquierda”. Si me regreso un poco, me daré cuenta que en la esquina de Allende y Donceles –viniendo Tacuba- tomé hacia la derecha. Sí, me regreso.


Los paréntesis son importantes. Aquí fue donde el buey torció (a la derecha).


Aquí, a un costado del Teatro de la Ciudad, donde aún no entran todos. Ya llueve un poco y al mirar hacia el cielo nublado localizo una manta… Together es lo que hay ahí adentro. Pero junto a Together hay un paréntesis: “La Comuna”.


Ahora creo entender por qué la presencia del diputado González Garza. Quizá se trata de nuestra comuna, la de Donceles.
¿Por qué en el Teatro de la Ciudad y hasta con boletos de Padrotemaster? Bueno, porque este teatro depende del Gobierno del Distrito Federal, que en su momento fue muy generoso con el intento de “comuna” de 2006. O sea que sí, “revolucionarios” pero con cargo al erario. Lo de los boletitos tiene que ver con muchas otras cosas que han sucedido a partir del gobierno de “izquierda” de AMLO (y sus regentes: Encinas y Ebrad). Privatizaciones, concesiones, licitaciones, expropiaciones, barrer la “escoria” de aquí y de allá para no molestar la vista del C. Carlos Slim Helú, etcétera: ¡todo un proyecto de nación!


Los boletos para entrar a Together (La Comuna) cuestan algunos cientos de pesos. Qué raro que cobren, si aquí el gobierno de “izquierda” casi todo lo “regala”. Más aún, qué raro que cobren y no paguen. Esto quizá se debe a que algunos “comuneros” sí tienen poder adquisitivo. No olvidemos, y los testimonios aún surgen de la gente de a pie, que muchos “comuneros” cobraban en el plantón de 2006 trescientos pesos por día (con lo que, por ejemplo, pueden pagar para entrar a Together). Pero, ¿de dónde salió ese dinero?
¿Por qué se financia así un movimiento “revolucionario”?
Padrotemaster debe tantas explicaciones.


El Senado vacío. Eso sí, con un cerco de fierros y ¡un solo policía! Por esto debí haber encontrado a las Delanteras anoche, así ya estaríamos en contacto y desde aquí les podría avisar: paso libre en la casona de Xicoténcalt… Pero para pasos, los que están en la explanada del Museo Nacional de Arte, el Munal.


Sonaban tambores que en realidad no eran tales. Yo pensaba que se trataba de una banda de guerra, un batallón, algo así. Eran danzantes más o menos organizados. Cubrían un buen cuadro de la explanada y tenían público. Sin embargo, no parecían tener relación con la “Resistencia Creativa”. En medio de la danza, una ofrenda donde sobresalían plátanos y naranjas. Un par de danzantes portaban estandartes con referencia a Tezcatlipoca y el Calpulli.


Eran seis huéhuetls. Los danzantes eran muchos más y prácticamente todos traían sus coyoles y ayacaxtlis. La armonía se sentía. Nadie hablaba, no cantaban. Sólo bailaban. En un momento determinado, hicieron más patente el movimiento de sus manos y brazos, como agresivos o guerreros. Algunos hasta escudos portaban. Empezaron a cantar, pero en un idioma que no entendía. Lo único que entendí fue un grito repetido al momento en que me retiré: “¡Ah!”


¡Aaaaaaaah!, y esta estatua de qué fundidora se escapó. En una esquina de 5 de mayo, en una de esas tienditas de abarrotes trasnacionales que abunda de tiempo atrás hasta en el Centro Histórico, una estatua de plata consume algo. El susto ya se me pasó, así que ingresé a los abarrotes en cuestión. La estatua viviente y medio fundida, además de prófuga (de la fundidora), se ríe. Yo no resistí la tentación y la cuestioné… de manera indirecta, claro, para que entrara en confianza. No le podía decir “¡por qué te escapaste del horno en el cual te estaban fundiendo!”. Claro que no.


Le pregunté: “¿Qué te pones?” “Un par de pinturas vegetales, además de vaselina”, contestó. “¿Y cómo te limpias?”, fue mi segunda pregunta. “Pues con esto – señalaba un paquete de wipes-, y corriendo para sudar”, me dijo. Al final le hice una pregunta que podría pasar por tonta: “¿Y no te hace daño?” “Pues claro que hace daño”, mencionó como con un aire de resignación.


Una aclaración y una conclusión. La pregunta final y tonta que le hice a la estatua, en realidad no era tonta porque yo no me refería a que si lo que se ponía afuera le hacía daño, sino a lo que se ponía por dentro: un refresco marca Coca Cola que estaba comprando junto con las wipes. Tampoco me refería a un mal renal, sino a uno cerebral (recuerden a. C. ex presidente Vicente Fox). Pero esta estatua me ha hecho llegar a una conclusión: qué difícil es ser héroe y terminar como estatua. ¿Quién quiere llegar a algo así?


No sé ni cómo le hice, por aquello del Alzheimer, pero ya llegué adonde quería llegar desde hace rato. No es la primera vez que me meto en esto. Creo que no será la última. Algo hay: mi intuición no falló. Otra rareza, porque en sábado a las ocho y media de la noche uno espera la puerta cerrada. Yo venía no sólo con la intuición, sino también con la intención de tocar (la puerta).


Al entrar no me esculcaron (la mochila). Pasé, además, sin pagar cover. No pienso dejar ni un peso de propina (limosna). Ya adentro, con poca luz y algo de música de fondo, reconozco un olor: algo están quemando. A ver si no me apendeja el olor. Por si las dudas, traigo un preservativo (el cerebro).


¿Cómo fue? Nadie me lo dice, pero el muerto está ahí. El féretro se encuentra abierto. ¿Muerte cerebral? Quién sabe. Pero, ¿quién será el occiso?... ¡¿No?! Sí, clarito lo dijo el cura con micrófono en mano: “Nuestro hermano Corrupto Ahumada ya goza de la vida eterna”. Ah, entonces resulta que aquí, en este lugar, hasta muerto uno goza. Qué bueno que traje mi preservativo, espero que no estén en contra del mismo.


Empieza la primera lectura. Del bendito Dios… a los Hechos de los Apósteles.


Tomo asiento, respetuosamente, en el ala derecha de las bancas. Estoy un poco sorprendido con la muerte de Corrupto Ahumada, precisamente en pleno inicio de la “batalla decisiva”, así que no sigo del todo la lectura. Ésta no me aclara nada o, mejor dicho, me “confunde”. Mencionan a un tal Jesús… ¡y hasta un segundo piso! Ahora entiendo por qué dicen que todo está en la Biblia, pero no sé qué cita en concreto de los Hechos de los Apósteles están leyendo. Y ya con eso del mentado segundo piso y el cuerpo tendido de Corrupto Ahumada, intuyo que entre estos apósteles del Mesías se viejos conocidos. Mejor me voy al ala izquierda de las bancas.


El muerto sigue ahí, parece que no se ha movido. Yo mato un pájaro de dos tiros: alcanzó a ver a Corrupto Ahumada afilado y también un retrato de él que tienen a escasos metros del féretro.


¡Qué avejentado quedó! Corrupto Ahumada no debe de haber tenido al momento de morir más de cincuenta años, pero parece por lo menos de ochenta. ¡Qué perverso es aun en su propio funeral! En el retrato que tienen de él, lo pintaron disfrazado de cardenal o una (santa) madre de ésas. Pero qué nos extraña, se disfrazaba hasta de “empresario progresista”, y algunos apendejados se lo creyeron mientras otros se hacían (“¡compló!”).


También se disfrazaba con rostro bolita blanca. Sin embargo, digamos que como que le hicieron el favor en el retrato porque sí se ve más joven. ¿Esta pintura será anterior a su “exilio” en Cuba?


Ahora el cura que lleva la batuta -¿será cura de verdad o disfrazado?- lee algo de un tal Juan. No, ¡no-chin-guen!, todavía no digiero a los Apósteles y ya me aventaron al tal Juan. Esto es materia, en todo caso, para Carlos Monsiváis. Él debería llevar la batuta: dicen que prácticamente ha memorizado la Biblia. Materia para Monsi.


Un niño morboso (de no más de doce años) se acerca al féretro para ver a Corrupto Ahumada. Afortunadamente, éste está muerto, no era cura y aunque lo fuera: el pederasta era el otro (Marcial Maciel, recientemente fallecido).


Yo ya no toco el tema de las Sagradas Escrituras; que lo toquen otros. Así que mejor busco otras morbosidades… o avejentadas.


Resulta que al lado del niño en cuestión se encuentran dos mujeres de la tercera edad que parecen las viudas. ¿Sería tan perverso Corrupto Ahumada que hasta avejentó a sus mujeres? ¿O será que no era pederasta ni pedofílico, sino gerentofílico? ¡¿Es un misterio divino?!


De lo divino a lo político. Ya me cayó requetebién el cura, así sea –en dado casoespurio.


Empieza el discurso político, pero parece que el cura sí está apendejado, o se hace, claro. Se cree eso de que Corrupto Ahumada era cardenal y hasta tuvo un desliz.


Éste lo tuvo el cura del micrófono, no Corrupto Ahumada en los meandros de la pedofilia o cosas de ésas. El cura no llamó a Corrupto con este adjetivo que en realidad es sustantivo y nombre propio: lo llamó Corripio (si le iba a inventar un nombre, ¿por qué no escogió algo menos horripilante?). Pero pese a esto, el cura dijo una gran verdad política: “La Arquidiócesis de México es la más grande del mundo”.


Y me cayó otro veinte. Es por esto, es decir, porque somos (bueno, a mí me excluyen, please) la Arquidiócesis más grande del mundo, ni mas ni menos, que los procesos de apendejamiento funcionan tan bien en estas latitudes. Otros Corruptos lo saben, han puesto en práctica dichos procesos. ¿Ejemplos? Doblo a las viudas de Corrupto y suelto cuatro nombres recientes: Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Andrés Manuel López Obrador.


El cura mencionó que mañana le darán el adiós a Corrupto Ahumada, y que no es casualidad divina que mañana sea “Día del Pastor”. Yo agregaría: no es casualidad que este día coincida con el inicio de la “batalla decisiva” de AMLO.


Pero todo tiene un límite y a mí ya me cayó mal el cura. Me quedé, respetuosamente, sentado, calladito y hasta juntando mis manos en señal de resignación por la muerte de Corrupto (la cara compungida no me salió, creo). Pero me quedé así con un interés de por medio: el vino de consagrar. Si Corrupto gozaba ya de la vida eterna, ¿por qué uno no iba a gozar un poco con el paladar, sobre todo quienes traíamos preservativo? Pero nada nos ofrecieron. O sea que si el cura era una personificación, era mala. Pero bueno, les “perdono cristianamente” la ausencia del cáliz de la sangre (a mí se me hace que esto es una pantomima, ni es cáliz ni Corrupto ni nadie goza nada una vez muerto: te mueres y ya se acabo todo).

 

Lo que no les perdono es el café, porque si el muerto sí estaba muerto, entonces ¡¿no lo estábamos cafeteando sin café?!
Todo tiene un límite, lo reitero, y no les miento la (santa) madre nomás porque traigo preservativo. La misión de hacerlos pasar por “víctimas de la intolerancia”, cuando la intolerancia (y el crimen) es parte fundamental de la historia de la Iglesia católica, es de aquellos que no tienen-usan preservativo (“¡Es un honor…!”). Así que adiós al Corrupto, si es que en realidad se murió (me declaro escéptico), y a buscar un café en otro lado.


Salí de la Catedral Metropolitana, la de la arquidiócesis más grande del mundo (“¡Es un honor!”), y ya estaba lloviendo de manera light. Soy escéptico, pero a mí no me engañan: se trataba de Corrupto Ahumada quien estaba helado, frío, ya fuera de este mundo, más para allá que para acá… Así que brincando charquitos de agua, al ir alternando los pies para no perder el equilibrio físico (el político lo perdieron otros), me fui tarareando… Allez, venez, Milord! / Vous asseoir à ma table / Il fait si froid, dehors / Ici c’est confortable / Laissez-vous faire, Milord! … Je vous connais, Milord! / Vous


n’m’avez jamais vue… Je en e suis… Qu’une ombre de la rue… Allez, venez, Milord! /
Vous avez l’air d’un môme! / Laissez-vous faire, Milord!… Allez, riez, Milord! / Allez,
chantez, Milord! / La-la-la-la-la… Bravo, Milord! / Ya se murió, Milord! / Uno menos,
Milord! / Ya acompañará al pederasta de párrafos anteriores, Milord! / Y uno que otro

pedofílico, Milord! / Y a otros Corruptos, Milord! / Pero faltan muchos, Milord! La-la-lala-la… Encore Milord!... La-la-la-la-la.

 


 
 
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