Madonna ya no es la audaz líder de la moda


Eric Wilson


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Una fotografía tomada en mayo durante el Festival de Cine de Cannes, muestra a Madonna con un vestido de Stella McCartney, de seda rosa y enorme moño en el cuello, tan sencillo y abrigado que se podría pensar que castigaron a la grandiosa provocadora.


Para una intérprete que ha pasado 25 años impactando al público hasta la sumisión por medio de sus letras, acciones y atuendos, la reinvención estilística de Maddonna —sincronizada con el inicio de una gira nueva el próximo mes— es, en términos generales, escandalosa por no ser escandalosa. La nueva imagen de Madonna, como se ve en las fotografías que tomaron los paparazis en las calles de Nueva York en las últimas semanas, recuerda el tipo de insipidez atlética, informal para el campus, como si hubiese sido diseñada para el anonimato en un gimnasio.


En una fotografía, tomada cuando se dirigía a cenar, lleva una blusa holgada con pantalones cortos amplios de satín, y lo que parecen ser mallas cortadas, quizá tacones Miu Miu y una bolsa Louis Vuitton de la temporada pasada. Es otro aspecto pero aburrido a la luz de los estilos siempre cambiantes que Madonna creó en el pasado.


“Se ve bastante convencional ahora, ¿cierto?”, dijo Betsey Johnson, la diseñadora de modas, quien propuso desde hace mucho los tutús, los guantes de encaje sin dedos y vestidos de fiesta, y que alguna vez pudieron describirse como el sello Madonna.


Se podría argumentar, a riesgo de sonar discriminadora contra la edad, que intérpretes como Cher y Barbra Streisand empezaron a perder su potencia en la moda en el momento que iniciaron lo que parecieron interminables giras de despedida.


Madonna, que cumplirá 50 años el 16 de agosto, planea seguir en los escenarios la siguiente década, como parte de un acuerdo reciente con Live Nation, la compañía promotora de conciertos, que aumentará el espectro de un público que se hace cada vez más mayor y está agotado de corretear la tendencia más reciente de sostenes cónicos, tatuajes con henna o sombreros de vaquero.


Durante la gira “Confesiones” de hace dos años, fue notable que el público fuera mayor y estuviera menos inclinado a brincar del asiento al ver a Madonna blandiendo una fusta.


El verano pasado, la calificación Q positiva, una medición de familiaridad y atractivo, fue de 13 puntos, comparada con la promedio de 17 para la mayoría de los intérpretes, y la negativa del rating (que representa la cantidad de personas a las que alejó) fue de 39. Eso revela un descenso ligero en su popularidad desde 2000, cuando su calificación positiva fue de 14.


En la portada de su álbum nuevo Hard Candy, Madonna aparece, en forma bastante apropiada, reempacada como combatiente. Está vestida como concursante de “American Gladiator” (gladiador estadounidense) del equipo Dolce & Gabbana, con un leotardo negro, cinturón de campeonato de box, botas de charol arriba de la rodilla y lo que parece ser un salmonete. El maquillaje es pálido, de aspecto extraño. En los primeros videos, “4 Minutes” y “Give It 2 Me”, baila con puras blusas cortas y más botas altas, aquí, de marcas como Chanel y Roberto Cavalli.


No obstante, ninguno de los videos produce una imagen desprendida de Madonna, nada parecido a las instantáneas de los 1980 y 1990, lo que es confuso para sus admiradores. En la calle, ha estado usando pantalones cortos de Ed Hardy, de seda, adornados con encaje y tees, que es una marca asociada con mayor frecuencia a Pamela Anderson y las chicas Gastineau.


“Parece que no encontró una imagen en particular para este álbum”, dijo Clare Parmenter, una biomédica de 35 años que vive en Londres y tiene un sitio en internet de admiradoras en Madonnalicious.com. “Es algo —no sé cómo decirlo— es inclasificable.”


Parmenter se enganchó con la película de 1985, “Desperately Seeking Susan” de Madonna, la que definió la moda de la manía por el plástico de la década. Los montones de pulseras de plástico, los guantes de encaje y el cabello —pintado con peróxido, menos las raíces, y envuelta en mallas viejas— se convirtió en la inspiración de la moda en los centros comerciales, y, en un momento dado, en una boutique interna en Macy's.


Su gira “Blond Ambition” de 1990, que incluyó los sostenes cónicos de Jean Paul Gaultier, estableció, para bien o para mal, el uso de la ropa interior en el exterior. Todavía se sienten las réplicas de cuando adoptó el atuendo de vaquero para dar a conocer “Music” en 2000.


No tanto así con “Hard Candy”.


“Todavía vemos muchos sombreros de vaquero en público”, dijo Parmenter. “Pero no voy a andar por ahí con un cinturón de box. En esta ocasión, no hay nada que uno pueda adoptar como imagen definitiva, sacada del álbum”.


Jay Engel de 29 años, quien maneja el sitio en internet Absolutemadonna.com, preguntó por qué, desde una perspectiva del valor de la marca, el tema del box en la portada del álbum no se llevó a los videos. “En este momento, yo diría que ella está en una transición”, dijo Engel, de Toronto. “Quizá no se siente a gusto y está tratando de saber quién es a los 50 años. Odio decirlo pero yo no diría que se siente muy a gusto en este momento”.


Sin embargo, Mauricio Padilha, un socio de MAO, una compañía productora en la moda, está en la esquina de Madonna, e incluso posó con un cinturón de box para las invitaciones a su fiesta de cumpleaños. “Toda la imagen tiene que ver con el empoderamiento”, dijo. “Es algo así como lo que solía usar cuando empezaba, pero lo ha pulido. Ahora, sólo usa una cadena con una cruz para recordarnos que es Madonna”.


Adivinar las influencias específicas en la evolución de Madonna requiere de ciertas elucubraciones. Las botas de agujetas, dijo Padilha, pudieron venir de Kembra Pfahler, el vocalista de Voluptuous Horror of Karen Black, quien sigue siendo una influencia de culto en el ambiente de la moda y el arte. El maquillaje blanco mate y delineador de ojos extendido, se podría decir, traen a la mente el aspecto distintivo de Yvonne Force Villareal, la mecenas del arte.


También ha habido un cambio perceptible en las marcas que usa Madonna, desde los independientes como Olivier Theyskens hasta las grandes casas de modas, desde que empezó a trabajar con una estilista nueva, quien misteriosamente solicita que sólo se le conozca como B., y que dijo que busca una imagen más afilada para Madonna que la del tema disco de su álbum más reciente. Chanel hizo el vestido largo y pegado al cuerpo, negro y blanco, con cristales y plumas que se arrastraban, que usó en Cannes -- aunque parecía perfecto para Dolly Parton. Sin embargo, las implicaciones son que está siguiendo la moda y no al revés.


“Ahora, se está vistiendo más como una persona muy glamorosa”, dijo Sasha Charnin Morrison, directora de modas de US Weekly. “Como mamá, está pensando en que simplemente ya no se puede salir con la suya en algunas cosas”.


Charnin Morrison (quien se cortó el cabello como Madonna cuando salió a la venta “Rain” en 1993) dijo que le gustan los pantalones cortos, que sospecha son de la división deportiva de McCartney o de Prada. Mientras veía fotografías recientes al hablar por teléfono, reconoció una blusa corta Chloe, cuando McCartney diseñaba esa colección, lo que interpretó como un signo de que Madonna todavía no pierde su sentido de la moda.


“Eso es importante”, dijo Charnin Morrison. “¿Quién se ve bien con una camiseta sin mangas de colección? ¡Ella!”.

 

 

 

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