Detiene PGJ a siete policías de Tlacotepec


Habrían participado en la tortura e intento de asesinato de Pepe Momoxpan


El director de la Policía Judicial, Hugo Isaac Arzola Muñoz, encabezó el operativo que duró más de ocho horas. Los uniformados fueron trasladados anoche al Ministerio Público de Tehuacán en calidad de presentados


Selene Ríos Andraca / Enviada Especial / Tlacotepec de Porfirio Díaz

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Un gran operativo conformado por agentes de la Policía Judicial y Estatal detuvo en la Sierra Negra a siete policías municipales de Tlacotepec de Porfirio Díaz por su presunta participación en la tortura e intento de asesinato contra el diputado José Manuel Pérez Vega, alias Pepe Momoxpan, y sus asesores Hervey Rivera y Rafael García Salas.


Tras reaparecer en público en el restaurante La Lonja en Tehuacán, Pepe Momoxpan acordó con sus asesores que él se iría a la capital poblana a ofrecer una rueda de prensa en la sede del Poder Legislativo para posteriormente presentar su denuncia ante la Procuraduría General de Justicia, mientras que ellos regresarían al municipio de la Sierra Negra para identificar a sus agresores.


El director de la Policía Judicial, Hugo Isaac Arzola Muñoz, encabezó el operativo que duró más de ocho horas y que obtuvo como resultado la detención de siete agentes municipales que fueron trasladados anoche al Ministerio Público de Tehuacán en calidad de presentados, puesto que ellos aseguraron ante sus superiores que no tuvieron nada que ver con la agresión en contra de Pepe Momoxpan y su personal.


Tras la detención, Arzola y una veintena de judiciales emprendieron camino rumbo a una comunidad aledaña a Tlacotepec para intentar detener a tres agentes municipales más y al regidor de Gobernación, Honorato Jiménez, el supuesto autor intelectual de la violencia que sufrieron Momoxpan, Rivera y García.

 

El operativo


A las doce del día, una veintena de vehículos de la Policía Judicial y Estatal comenzaron un largo recorrido hacia Tlacotepec de Porfirio Díaz. En uno de éstos viajaron Rafael García y Hervey Rivera, junto a su abogado Israel Trujillo.
El objetivo de la presencia de los agredidos era reconocer en “flagrancia” a los municipales y hacer la reconstrucción de los hechos.


La primera parada el convoy fue en el poblado El Crucero, donde los asesores de Momoxpan reconocieron como el lugar donde fueron emboscados por dos patrullas de la Municipal de Tlacotepec.


En El Crucero, los peritos de la Judicial encontraron evidencias de las narraciones de los agredidos, tal es el caso de la raspadura en el concreto y la marca de una llanta, originadas por las camionetas de la Policía Municipal que los emboscaron.


Fue ahí, donde Pepe Momoxpan y sus asesores fueron esposados, golpeados, asaltados, amordazados y amenazados de muerte.


A 10 metros del lugar donde aún yace la evidencia, el perito de la PGJ dio cuenta de tres huellas entre la maleza que cubría una peligrosa barranca.


Rivera y García narraron que fue ahí donde los policías municipales los aventaron hacia el barranco, y no sólo eso, el rastro del collar de Rafael García y dos manchas de sangre fueron la muestra de la agresión.


Ambos agredidos aseguraron que mientras los arrojaron al precipicio, sonó una ráfaga de balas: “Unos 35 tiros escuchamos”. La versión fue confirmada por vecinos del lugar, quienes aseguraron que antes de las cinco de la tarde escucharon detonación de armas de fuego.


Sin embargo, la zona “ya estaba limpia”, ningún casquillo encontraron los peritos, pese a una ardua inspección realizada en la zona.


Pero la “zona limpia” no cumplió su cometido, ya que el rastro sangriento y los trozos del collar de Rafael García quedaron al descubierto a la luz del día.


Mientras se realizaba la inspección, un grupo de pobladores se acercó a la revisión para rendir una declaración ante el Ministerio Público.


Pablo Olivares, el salvador de Pepe Momoxpan y Rafael García, hizo su aparición en la escena: “Yo vi cómo unos 10 policías golpeaban a dos señores y cómo los empujaron a la barranca. Uno de ellos me dijo: ‘Soy diputado del PT ayúdame, avísale a Gobernación que nos están golpeando’.”


Olivares y su hermano fueron testigos oculares de la agresión y el agente del Ministerio Público les tomó su declaración.
Francisco Olivares, contó su hermano, estuvo a un lado de Momoxpan y de García cuando fueron aventados a la barranca y se cubrió entre la maleza por los disparos que soltaron.


Otro vecino del lugar aseguró que desde el monte pudo ver cómo una de las patrullas de Tlacotepec tenía en su batea tres cajas de cerveza y cómo las compartían con los otros policías.


Incluso, Pablo Olivares declaró que él le gritó a los municipales que “éste ya no es tu territorio, no te metas con ellos” y que en respuesta obtuvo una parada en seco: “Tú no te metas aquí”.


De acuerdo al relato de Olivares, él y sus amigos sacaron a García y a Momoxpan de Tlacotepec con el apoyo del juez de paz Francisco Martínez, quien los trasladó en su camioneta hasta el palacio municipal de Ajalpan.


Cerca del río El Tepeyac hubo una segunda parada del convoy. Ahí los judiciales hablaron con los vecinos del poblado y esperaron las órdenes para entrar a Tlacotepec.


Fuentes de la Judicial revelaron a Cambio que las recurrentes paradas y las esperas en la carretera obedecían al temor de que los municipales los recibieran a balazos.


Poco antes de las cuatro de la tarde, Arzola y una docena de agentes repartidos en cuatro vehículos emprendieron la segunda avanzada y arribaron a Tlacotepec.


Inmediatamente caminaron hacia la Comandancia de Policía, donde ya los esperaban los municipales “con toda la disposición a colaborar”.


Arzola recogió el armamento de la comandancia: siete escopetas, 2 revólveres y una escuadra, así como más de 100 cartuchos útiles.


Siete de nueve elementos que componen el cuerpo policiaco en el lugar fueron detenidos y trasladados en sus propias camionetas a Tehuacán.


Hervey Rivera y Rafael García fueron impedidos por su propia seguridad de acercarse a los detenidos, quienes juraron ante los medios de comunicación que ellos no tenían ni la menor idea de los sucesos ocurridos.

 

 

 

 

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