Éxodo de Wall Street: temor, pánico e ira


Sarah Kershaw /Nueva York


Notas Relevantes

Dos visiones de la vestimenta masculina

Notas Anteriores

A la mente le cuesta mucho aceptar la pérdida de un empleo, uno de los mayores traumas de la vida. Cuando llega la llamada, cuando el rumor se convierte en realidad, cuando no es el corredor del cubículo de al lado sino uno mismo quien recibe un montón de documentos de indemnización, la psique toma el mando.


Se paraliza. Pasa a la modalidad de supervivencia. El temor rápidamente se convierte en ira. Para algunos, podría haber alivio en decir adiós a lo que los terapistas llaman el “terror psicológico” que ha asolado a los corredores de las instituciones financieras en problemas desde el verano pasado. Pero lo que sigue —lo desconocido— quizá no sea menos atemorizante.


Desde agosto, los bancos en todo el mundo han anunciado planes para eliminar hasta 65 mil empleos. Muchos de los que pierden sus empleos ahora han vivido otras crisis. Pero los banqueros de inversión, reclutadores y sicólogos dicen que la depresión económica actual, la cascada de despidos y el torrente continuo de noticias financieras negativas han cobrado un precio psíquico especialmente desalentador.


“Se trata de la vida de personas”, dijo un banquero de inversión treintañero que fue despedido en noviembre de su empleo en una oficina de Bank of America en Nueva York. “No se trata de un recuento de cabezas. No somos ganado”.


Como otros empleados entrevistados para este artículo, el empleado de Bank of America habló a condición del anonimato. El y otros varios que fueron despedidos dijeron que según los términos de sus paquetes de indemnización, no se les permite demandar a la compañía o hablar negativamente sobre ella.


En un mensaje de correo electrónico, Bank of America dijo: “Las reducciones de empleos en ocasiones son el rumbo de negocios necesario, pero nunca son fáciles, ya sea uno quien esté recibiendo el mensaje o entregándolo. Siempre tratamos de ser lo más respetuosos posible”.


Aun para algunos de los que sobrevivieron a un recorte de empleos, el paisaje emocional puede cambiar. “Es como despertar y estar en un país diferente”, dijo una persona que ha trabajado para Merrill Lynch durante más de dos décadas y ha sorteado una reciente ronda de despidos ahí.


Describió la ira, la desconfianza y la angustia extendidas en Merrill, tanto entre los que se van como entre quienes se quedan. “La gente se tambalea”, dijo. “La cultura ha cambiado. Es una cultura desagradable”.


Marlin S. Potash, una sicóloga de Manhattan que se especializa en asuntos financieros y cuyo consultorio se ha visto abrumado de nuevos clientes procedentes de Wall Street en los últimos meses, describe la reacción emocional como “la depresión de la depresión”, aun cuando reconoce que la economía estadounidense no ha caído en recesión, ya no digamos una depresión.


“Esta vez en comparación con otras ocasiones, se siente como si hubiera partes móviles que se movieran más rápido, y de manera más impredecible”, dijo. “La falta de predictibilidad parece estar cobrando un enorme precio psicológico”.


E incluso con los mercados financieros ganando algo de terreno recientemente, analistas dicen que hay un pánico latente, una sensación de que se avecinan más problemas, que las mejoras son sólo efímeras.


“La volatilidad del mercado financiero conduce a una especie de volatilidad emocional”, dijo Potash. “Hay cambios sísmicos, alzas y bajas, alzas y bajas: 'Soy optimista, el mercado luce bien, la crisis hipotecaria ha pasado. Oh, Dios mío, cancelaron una orden. No puedo concentrarme”'.


Entre los pacientes que han visto a Alden M. Cass, un psicólogo que trata a corredores y ejecutivos de Wall Street, hay varios que fueron despedidos de Bear Stearns después de que el banco colapsó.


“Sintieron como si fueran conducidos con los ojos vendados ante un pelotón de fusilamiento”, dijo Cass.


Cass y otros sicólogos e investigadores que han trabajado con empleados de Wall Street dicen que estos trabajadores -- a menudo atraídos hacia la intensidad y volatilidad de su profesión -- son más propensos a la ansiedad, la depresión, el abuso de sustancias y otras tensiones mentales que la población en general. Se exigen mucho. Trabajar 10, 12, 14 horas diarias no sólo es lo esperado; también es una insignia de honor.


En cierta forma, dicen estos expertos, los sujetos de Wall Street quizá estén mejor preparados para manejar el choque del cambio repentino que aquellos en profesiones más estables. Pero como típicamente son medidos por el tamaño de su salario —bonos, en particular— su valor personal se ve profundamente amenazado cuando el dinero se evapora.


“Estamos hablando de individuos que basan sus identidades y egos en lo que hacen para ganarse la vida y cuánto dinero perciben”, dijo Cass.


Sin embargo, Wall Street es también un mundo machista, donde impera el “no los dejes ver que sudas”, y donde mostrar falta de confianza en sí mismos y debilidad, ya sea ante los clientes o los compañeros de trabajo, es tan bien recibido como una acción cuyo valor está cayendo en picada.


No obstante, dicen sicólogos, para quienes son despedidos, ya sea que se sientan cómodos o no expresándolo, hay una ira en ebullición, una sensación de traición y pérdida que está destinada a subir a la superficie.


Eso parece ser cierto para el ex banquero de inversión en Bank of America que habló sobre ser tratado como ganado. Dijo que se entumeció cuando fue llevado a una sala de conferencia con su gerente y le dijeron que lo estaban despidiendo. No recibiría bono para 2007, tampoco, típicamente 40 por ciento de su salario anual de 120,000 dólares, dijo, y le ofrecieron ocho semanas de pago de indemnización, lo cual aceptó.


“No tuve respuesta emocional alguna”, dijo. Sin embargo está evidentemente enojado ahora.


“Alguien que se aparece a trabajar cada día, debería engendrar cierto sentido de lealtad”, dijo. Estuvo en Morgan Stanley en 1998, cuando éste y otros bancos de Wall Street despidieron a miles de trabajadores. Se había unido al banco en 1997, y antes de los despidos, dijo, “había una sensación de lealtad, tenían mi respaldo, esa sensación de orgullo.


“Pero esa idea de lealtad ha desaparecido para la mayoría de estos bancos”, dijo. Había estado con Bank of America durante tres años y medio cuando los rumores de despidos, que circularon por su departamento durante semanas, alcanzaron su máximo. Desde octubre, el banco ha recortado 1,150 empleos.


Buscó trabajo durante seis meses, echó mano de sus ahorros y recientemente encontró un puesto de consultoría. Es soltero, renta un departamento en Manhattan y sigue pagando préstamos de la escuela de administración, así como varios miles de dólares de deuda de tarjetas de crédito.


Dice que decidió meterse en consultoría porque ya no cree que pueda depender de los bonos o la garantía de un empleo de tiempo completo a largo plazo. Con los despidos, dijo, los bancos están “destruyendo a sus mayores activos. Es una mentalidad de nosotros contra ellos ahora”.


Kathleen Gurney, sicóloga financiera, investigadora y autora de Your money personality: what it is and how you can profit from it (Tu personalidad monetaria: qué es y cómo puedes sacar provecho de ella), ha desarrollado varios perfiles de personalidad de los empleados en Wall Street. Cada uno, dice, responde de manera diferente a los despidos.


El “Gran Apostador” vive en el extremo financieramente y se vuelve adicto a la emoción de ganar grandes sumas de dinero. Pero cuando las cosas van mal, “sienten la mayor frustración financiera y sicológicamente”, dijo en un mensaje de correo electrónico.


El perfil más común es lo que ella llama el “Emprendedor”, que prospera en base a la ambición pero no corre tantos riesgos como el Gran Apostador.


“Pero pueden ser su propio peor enemigo al establecer retos cada vez mayores y desafíos más recompensantes”, dijo, y ante la situación de perder un empleo, el Emprendedor podría negar el impacto emocional.


“La negación es un mecanismo de defensa maravilloso ya que alivia el dolor”, dijo, “pero también retrasa la hora de la verdad”.


Un tercer tipo es lo que ella llama el “Amo del Dinero”. Las personas que encajan en este perfil típicamente ganan menos y corren muchos menos riesgos que los otros dos tipos y están mejor preparados para manejar las oscilaciones del mercado e incluso los despidos, dijo.


“Pueden salir de esto sintiéndose incluso más confiados que antes si usan su flexibilidad y determinan un nuevo plan de juego”, afirmó.


Un asesor financiero de Merrill Lynch, de 50 años de edad, dijo que para él, los despidos no fueron una sorpresa, y la oportunidad que tuvo este mes de recibir una indemnización por rescindir su contrato fue como un regalo.


Recibió 67 semanas de pago sobre un salario de 101,000 dólares, y el derecho a permanecer en el plan de salud de la compañía. Dijo que en ocasiones le molestaba la cobertura de los medios noticiosos que describía los despidos como espantosos y devastadores.


“Si uno fue a la escuela y estudió esta industria así como los ciclos económicos, ¿por qué ahora les sorprende que esto esté sucediendo?”, dijo. “Es como entrar en política y decir: 'No sabía que podía ser sacado del cargo por una votación”.


Se describió como muy cauteloso en sus propios asuntos financieros y dijo que empezó a planear su retiro en una etapa temprana de su vida. “Estoy en planeación financiera”, dijo. “¿No es un pecado no hacerlo para uno mismo?”


Para otros, sin embargo, especialmente para aquellos no cercanos al retiro, el trauma de perder un empleo y la incertidumbre que le sigue pueden ser devastadores.

 

Eso es especialmente cierto para los empleados de Wall Street, dicen sicólogos, porque sus colegas, familiares y vecinos típicamente consideran que su posición es financieramente segura. “Ya que se espera que sean los expertos, la pérdida de empleo y la tensión financiera pueden desencadenar vergüenza y turbación”, dijo Bradley Klontz, un psicólogo que se especializa en asuntos financieros. “La vergüenza puede ser semejante a la de un policía que es atrapado asaltando”.

 


 
 
Todos los Columnistas