Josefina Zárate López


En esto creo


Presidenta saliente de la Asociación de Mujeres Periodistas y Escritoras de Puebla


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Elisa Vega Jiménez

 

Abrí la brecha periodística en la fuente gubernamental y política. No había mujeres en esas fuentes porque la gente decía: “una mujer cubriendo política debe ser de cascos ligeros”. Las primeras mujeres periodistas fueron Ivonne Receck, Mimi García Barna, pero se dedicaron a sociales y a culturales. Mi misma familia me decía, “¡cómo te vas a ir a una gira con el gobernador dos o tres días, qué van a decir de ti!, pero a mÍ no me interesaba.

 

Periodismo es entrega, pasión y quien se inicia en esa profesión ya nunca la deja, porque llevamos la tinta en la sangre. Es una profesión hermosa aunque ingrata, porque a veces los periodistas recibimos persecuciones, amenazas, pero eso no nos debe amedrentar.

 

La mayor satisfacción de un periodista es que lean y que tenga repercusión lo que escribe. Eso nos alienta.

 

No pensaba ser periodista, yo estudié el magisterio. En la Academia García Balseca descubrí que el periodismo era mi verdadera vocación. Tengo 43 años como periodista.

 

Fui la primera jefa de información, y mis compañeros decían, con majadería, “¿cómo chingados una vieja nos va a dar órdenes?”, y como me veían joven decían que no iba a poder con la tarea, pero poco a poco lo fui logrando.

 

Cuando Guillermo Jiménez Morales ganó la gubernatura, estaba eufórico, me dijo: “Josefina, pídeme lo que quieras. ¡Yo estoy feliz!”. Mejor mi compañera lo escuchó y le pidió ser la jefa de comunicación del DIF. Yo le dije: “yo quiero seguir siendo periodista”, porque una buena periodista siempre será un mal político. Fui regidora fue porque Guillermo Pacheco Pulido siempre me lo estuvo pidiendo, como a él le decían “El Ya Merito”, nomás era candidato y no llegaba, la última vez me dijo: “si quedo de presidente municipal, quiero que tú seas regidora de comunicación social y de educación”.

 

Julia Romero viuda de Solana es uno de mis personajes inolvidables, ella luchó por las primeras escuelas para débiles mentales; escribí los primeros proyectos de Carlos Camacho Espíritu para hacer Africam Safari, él decía: “yo aquí voy a hacer un zoológico viviente”. También me dio mucha satisfacción haber entrevistado a Juan Pablo II en 1979, a Gustavo Díaz Ordaz, a Luis Echeverría Álvarez y a José López Portillo y a muchos embajadores y diplomáticos.

 

El periodismo ha caído en una etapa de sensacionalismo político, y ha dejado poco espacio para lo científico y lo educativo. Hay tantas carencias en colonias, en juntas auxiliares, hay falta de empleo, maltrato a la mujer… Una buena periodista debe dar énfasis y proyección al periodismo social.

 

Me falta escribir un libro sobre mis vivencias como periodista: los acosos, las persecuciones que he vivido, es lo que más me gustaría. Ya casi me voy a pensionar. Me han ofrecido puestos como editora pero ya no tengo esa energía que requiere el periodismo.

 

Mantengo una relación amistosa, de cordialidad y de respeto institucional con Mario Marín. Lo conocí en 1987, cuando fue secretario particular de Guillermo Pacheco Pulido, y yo regidora. Él ha aceptado invitaciones para asistir a varios de eventos de la asociación, y a fin de año casi siempre nos recibe en Casa Puebla. Obviamente con otros gobernadores tuve una relación más estrecha, como con Alfredo Toxqui, que fue mi padrino de bodas.

 

Las mujeres somos la infantería, los mandos medios, pero directoras hay muy pocas. Hoy el 80 por ciento de quienes trabajan en los medios de comunicación son mujeres, pero siempre que se abre una dirección empiezan a barajar nombres de puros varones, a las mujeres casi no nos toman en cuenta.

 

La lectura es inacabable para los periodistas; tenemos la obligación de estar enterados de todo. Yo soy una apasionada de la historia de México, de la literatura universal, leo muchos diarios, estoy leyendo el último libro de Blanca Lilia Ibarra; La divina comedia; me apasiona Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar… Carlos Fuentes no me gusta mucho, es rebuscado, como que divaga.

 

Cuando fue gobernador Gonzalo Bautista O’Farrill, su jefe de ayudantes, don Sergio Reguero, actual director de Puebla Sin Fronteras, pasaba por mí en la patrulla, me llevaba a La Calera, desayunaba con el gobernador, y tenía la oportunidad de hacerle entrevistas exclusivas. Al otro día mis notas iban a ocho columnas. Entonces los compañeros me empezaron a decir, “cómo le haces, pásanos las entrevistas”. No sé si fue ventaja o desventaja ser mujer. Por una parte mis compañeros se burlaban de mí pero por otra parte fui privilegiada.

 

“La Casa del que Mató al Animal” es la catedral del periodismo. La mayoría de los periodistas que hoy dirigen medios egresaron de El Sol y de La Voz de Puebla, eso lo escribo en el último libro que va a publicar la AMPEP, Templos y rincones”.

 

Admiro el talento de Arturo Luna, Jorge Rodríguez y Rodolfo Ruiz, así como los he criticado por ser agresivos. A veces les falta investigar, se dejan llevar por lo que les dicen y no ven la contraparte antes de publicar. También me gusta el estilo de Gerardo Pérez, y obviamente el de mi esposo, Jorge Marcelino.

 

El periodismo debe construir, no destruir. Siento que con personajes como Antonio Juárez Acevedo se han ensañado varios columnistas, y no debe ser así.

 

Las nuevas generaciones no deben despreciar el periodismo científico ni el periodismo social, da tristeza que en una rueda de prensa donde dan a conocer el descubrimiento de una vacuna, los reporteros se dirijan al secretario de Salud, y que al otro día destaquen la falta de medicinas o los problemas en la dependencia, y que se olviden del fin para el que los convocaron. A veces ni siquiera nombran el descubrimiento.

 

Me voy de la AMPEP con la satisfacción de haber cumplido. Cuando me eligieron hubo una discrepancia terrible, y periodicazos; la asociación estuvo a punto de disolverse, pero mi satisfacción es que logré nuevamente cimentarla, proyectarla y que las compañeras que estaban distanciadas volvieran a encauzarse. Hoy la asociación tiene el reconocimiento de políticos, de medios sociales, empresariales, culturales, hasta de la Iglesia. Durante cuatro años mantuve la unidad, la armonía y la proyección de la asociación.

 

 

 

 

 

 

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