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Mallinali García Ruiz
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Si en algún momento mi capital político lo permitiera, sí me aventaría a la presidencia municipal; si la gente confiara en que yo puedo sacar adelante la elección, por mí encantada, las mujeres nos debemos de quitar el miedo.
Blanca Alcalá es una de esas mujeres admirables, que abren brecha. Mi relación con ella siempre ha sido de mucho respeto, admiración y de amplia colaboración. Yo soy diputada por su capital, y tenemos mucha comunicación porque muchas de las gestiones tienen que ver con los servicios públicos que ella maneja.
Como diputada, mi reto es desempeñarme lo mejor posible. Con base en mis funcionesestablecidas, concluir la legislatura. En el ámbito de la gestión, regresar al distrito y estar pendiente de las necesidades de la gente que me eligió; en el ámbito legislativo, cumplir con mis obligaciones en el Comité de Administración, que tiene que ver con todos los recursos materiales, técnicos y humanos. En ese sentido sí me gustaría estar aquí los tres años, cumplir en el puesto por el que fui electa.
Soy perseverante, muy disciplinada, me gusta trabajar. Soy demasiado discreta, confiable. Si me cuentan un secreto, jamás lo revelaría. Pero mi vida no sólo es la política, también soy una madre extremadamente amorosa con mi hijo de tres años.
Admiro a Beatriz Paredes, es una de las mujeres ícono de este país; a Luis Donaldo Colosio, un ideólogo que dejó un gran legado al partido; en Puebla admiro a muchos, pero prefiero reservármelos porque luego piensan que ya estás destapando a un candidato o una candidata.
Puebla es una tierra de grandes oportunidades, de gente muy solidaria, un territorio con gente muy estudiosa, un detonador de la cultura. Puebla es mi casa, mi estado, puedo decir que lo quiero más que muchos que nacieron acá. Yo nací en el DF, en 1972; me vine a Puebla a hacer mi licenciatura y aquí me quedé.
Los hombres siguen estando en la cúpula de los partidos políticos, ellos son quienes toman las decisiones. Las mujeres todavía no llegamos a ese nivel óptimo de participación. Estamos incorporándonos a los puestos de elección y a la toma de decisiones, de una manera buena, aunque no es la óptima.
Aun a 55 años de que a las mujeres nos fue otorgado el derecho a votar y ser votadas, en México nuestros niveles de representación son bajos, ha habido sólo cinco gobernadoras, incluyendo a la exjefa de gobierno Rosario Robles—, el nivel de representación en la Cámara de Diputados no rebasa el 20 por ciento; en la de Senadores, el 18 por ciento. Curiosamente, el movimiento sufragista en México comienza en el área municipal, y ahora, contrariamente sólo 3.5 por ciento de representación de las mujeres gobierna un municipio en el país, de los más de 2 mil 400 municipios que hay, entonces existe una paradoja y una contrariedad.
El PRI luchó porque a las mujeres se nos otorgara el derecho al voto. En 1952, cuando era candidato a la presidencia Ruiz Cortines, un grupo de mujeres le dijo: “Oiga, ya es necesario que las mujeres también participemos”, y en 1953, ya siendo presidente, hizo las reformas al Artículo 34 constitucional, y hoy podemos votar y ser votadas en el sufragio universal. Sí teníamos el derecho, pero en elecciones municipales.
Una mujer que accede a un puesto de elección populares más cuestionada, sobre todo más fiscalizada y más expuesta a la crítica que los varones, no sólo en el ámbito local, también a nivel mundial. Siempre va a ser así.
Mi mamá es uno de mis íconos; ella fue una mujer que rompió esquemas. Tuvo que salir de su pueblo para poder estudiar y superarse; admiro también a las pensadoras: Simone de Beauvoir, Olimpia de Gouges y todas aquellas mujeres que han abierto brecha para que las mujeres de hoy podamos gozar de muchos beneficios.
Soy bastante crítica: no me quedo con lo que me dicen, quiero tener la verdad, conocer a fondo los problemas. Hay gente que ve eso como un defecto.
A los hijos desde chiquitos les tienes que ir fijando límites, sobre todo enseñarles a tener los pies sobre la tierra, porque ellos saben muy bien lo que pasa. Yo le enseño a mi hijo que no es único en este mundo, sin duda es irrepetible, pero que tiene que compartir, que convivir, y sobre todo, respetar a los demás sin importar su condición social; los buenos modales: “por favor” y “gracias”, te abren las puertas aquí y en China; el respeto a la ecología. Con los hijos hay que platicar mucho, y ellos lo comprenden.
Me preocupa que el sentido de comunidad se ha perdido: antes saludabas a los vecinos y estabas preocupado por tus semejantes; hoy, en las comunidades nadie se preocupa por la solución de sus problemas, en los fraccionamientos a veces no se conoce al vecino de junto, y si tienen un problema de alumbrado, agua potable, no hay solidaridad, ni esa confianza que antes existía.
Temo no poder enfrentar alguna situación de la manera que yo quisiera, que se me salga de las manos; o que la muerte me agarre desprevenida, la muerte de alguien que amo o de alguien a quien admiro.
La educación es una de las piedras angulares para el desarrollo de México, y también algo que está muy olvidado, las cuestiones éticas, la educación vial, la educación de los niños y las niñas, nuestra historia. Me tocó ver un reportaje sobre el Día de la Raza, y lamentablemente la gente no conoce su significado, o quién es Cristóbal Colon en la vida del continente americano.
Hay gente que por robarte un auto te mata, y recibe mil o dos mil pesos a cambio. Desgraciadamente, el valor de la vida humana se ha diluido. A aquel secuestrador ya no le interesa la integridad humana, ni el dolor. Me preocupa esa carencia de sensibilidad y de valores, vivir en una sociedad en decadencia. Bien lo decía Jobs, “el hombre es el lobo del hombre”, pero creo que podemos hacer más para contrarrestar ese tipo de relaciones.
Tendríamos que retomar mucho de las civilizaciones griega y romana, que tanto le dejaron al mundo. Las curules vienen de la silla etrusca, una civilización anterior a la romana; las asambleas, sobre todo si nos referimos al ámbito del Poder Legislativo, todavía están ahí los íconos. De los griegos tomaría la organización política de sus ciudades; de los romanos, mucho de la forma como fueron construyendo la historia.
Mi autora de cabecera es Laura Esquivel. En este momento releo Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, y acabo de leer El niño de la piyama a rayas, una historia que Disney llevará a la pantalla sobre la Alemania nazi, los campos de concentración y los lazos de amistad que se forman entre un niño alemán y uno polaco.
A la conclusión de mi vida política me gustaría haber hecho algo por el bienestar del país. Algo que me ha interesado mucho desde 1995 son los temas sobre la equidad de género y el desarrollo de las mujeres, pero visto en un tema de inclusión, en el que tienes que avanzar con las mujeres pero también con los hombres, para ir construyendo una sociedad más justa, más equitativa, y donde hombres y mujeres seamos partícipes del desarrollo en igualdad de condiciones. Al margen de eso, sí me gustaría ir escalando puestos, la diputación federal, la senaduría, entre otros, pero también es importante dejar huella a tu paso por esos puestos.
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