Ernesto Echeguren


En esto creo


Político profesional, melquiadista de cepa


FOTOS


Elisa Vega Jiménez

 

Seguramente la opinión de Marín tendrá un peso específico en la decisión cupular del candidato a sucederlo, pero no lo calificaría como “gran elector”. Sería una locura decir que pondrá a quien se le ocurra. La decisión debe ser sensata, consensuada, profesional y honesta. Apuesto a que Marín, en su peso específico, se irá en una línea congruente, quién sea garantice al PRI ganar, pero al final, si ese candidato pierde, perdemos todos.

 


En alguna ocasión mi hija Victoria me dijo: “Yo quiero tener un papá flaco”. Lo tomé como una llamada de atención, actué en consecuencia de eso. Aunque es cierto que bajar más de cien kilos me cambió la vida, en esencia sigo siendo el mismo: para algunos muy buena gente, para otros muy cabrón.

 


Moreno Valle y yo tuvimos diferencias en un solo tema, la búsqueda del poder, algo más político que personal. Lo platicamos, intercambiamos puntos de vista y siempre vamos a tener diferencias, pero no puedes quedarte anclado en el pasado, peleándote. Si tengo oportunidad de resarcir alguna amistad, lo hago. Hay algunas que no me interesan, pero en el caso de Rafael, sentí la necesidad de reconstruir la amistad, él lo vio con buenos ojos.


Si la gente me define como prepotente, lo asumo. No me quita el sueño, porque sé que ese calificativo tiene en el fondo sus aristas: he hecho análisis personales y sé por qué Echeguren tiempo atrás pudo tener actitudes de prepotencia.

 


No me equivoqué cuando jugué en la sucesión pasada con Germán Sierra. Fue una apuesta por afectos, por proyectos, que de ninguna forma me aseguraba un cargo, y no lo hubiera podido tener porque si Germán hubiera sido gobernador, habrían dicho: “es que gobierna Melquiades”, entonces no le habría convenido ni a Germán.

 


Aquello de que estoy detrás de muchas columnas que se publican al día siguiente es un mito creado por la falta de información u ociosidad de algunos que piensan que porque te llevas bien con alguien “le dictas”. Una muestra de que eso es falso es que aquellos a quienes dicen que yo les filtraba información han publicado también notas en mi contra.

 


Que mi pareja provenga de una familia panista y yo sea priista no afecta en mi familia, por el contrario, demuestra una capacidad para aceptar las diferencias, que en el caso de ella se trata de una preferencia política sin mayor participación. Si no peleamos por otras cosas, menos por lo político, que es parte de mi profesión.

 


Me gusta el juego de azar, pero con moderación, porque es de alto riesgo: ganas poco y puedes perder todo. Siempre he pensado que tengo suerte, pero también que debo irla dosificando. No puedo estar jalándole la cola al león.

 


Tengo amistad con muchos periodistas. Siempre lo he dicho: primero es la amistad y luego puedes llegar a acuerdos, plantear tus puntos de vista, tener diferencias. El periodismo es una profesión interesante, a veces con muchos riesgos, pero siempre la he respetado.

 


De Melquiades tomaría su humildad, de Manlio Fabio Beltrones su habilidad política, de mi amigo Germán Sierra su perseverancia, de Zedillo tomaría su suerte, y de Juan Pablo II, su carisma.

 


Eso del melquiadismo, el bartlismo, el dogerismo, se me hacen payasadas. Simplemente eres colaborador de un hombre que tiene un proyecto, te invita a trabajar en él, te integras y ya. Hay gente identificada con “x” personaje que a lo mejor lleva el rumbo del grupo, pero hablar del “melquiadismo” se me hace una estupidez.

 


No dudo que se me subieran los humos cuando trabajé con Melquiades: por la cercanía con el gobernador, por el propio poder, por la juventud: tenía 30 años. Es una mezcla que en su momento puede hacerte perder el piso, pero luego te vas ubicando. Recuerdo alguna plática con el exgobernador en la que le dije que me esforzaría por ser prudente y maduro, y me dijo: “No se preocupe, la madurez se da con los años”.

 


A Melquiades Morales le debo mucho o todo. Si no hubiera estado con él, seguramente Ernesto Echeguren sería uno más en política.  De él aprendí mucho: a respetar a la gente, la forma de trabajar, la pasión, la entrega, el trato con la gente, el afecto, el ser humilde.

 


Mientras me desempeñe en la política, cualquier puesto será digno. La política me gusta de cerca, de frente, atrás: donde me pongan, donde sirva, porque se trata de una estrategia, como en un equipo de fútbol. Y donde estés te tienes que desempeñar con pasión, con entrega y astucia. Tampoco pido ir al frente.

 


El abanderado para la sucesión del gobernador será quien deba y pueda ganar la elección, quien pueda unir al priismo y ganar contundentemente, pero hay que guardar la calma. Dice un exgobernador prestigiado: “primero el uno y luego el dos”, en este caso, primero el nueve y luego el diez.

 


En política puedes aspirar a ser candidato a diputado federal, pero si te dicen “en este momento no conviene”, no sucede. La política hoy en día ha cambiado mucho: en la política todo se vale, todo cabe, entonces no me aferro a un proyecto. Mantenerme en la política, sí, lo sé hacer bien, me considero un profesional de eso y voy caminando con las circunstancias.

 


Leer la prensa es un vicio y un gusto: leo todos los periódicos todo el tiempo. He leído unos libros que me han llamado la atención como El sueño de Inocencio, que trata sobre la vida trastienda de la vida católica, que se me hace interesante.
Me gustan mucho los coches: más verlos que comprarlos, y también los relojes.

 

 

 

Copyright 2008 / Todos los derechos reservados para M.N Cambio /


 
 
Todos los Columnistas