Sin recursos para reubicar a familias en riesgo en Tlaola


En Tlatlapanala, unas 50 familias viven en las laderas


La zona de Tlaltepango es muy inestable: entre arena, barro y lodo, la tierra está en constante movimiento


Leticia Ánimas Vargas / Corresponsal / Tlaola, Pue

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“Estamos en una sierra, vivimos en montañas, en barrancas, todo se pone en peligro constante por las lluvias, se trasmina el agua en los cerros. Cuando uno se desgaja y hay muertos, no es negligencia de nadie.

 

Las poblaciones se asentaron aquí porque éstas son nuestras condiciones”, sentenció fatalmente el diputado local por el 26 distrito Carlos Barragán Amador, cuando un alud de tierra mató a una mujer y su hijo en Tlatepango, municipio de Tlaola, en la sierra Norte, en julio pasado; de entonces a la fecha poco o nada ha cambiado el panorama para los pobladores asentados en zonas de riesgo en esa demarcación, que han recibido de las autoridades sólo despensas que les quitan un día el hambre y el otro no.


La tragedia de Tlaltepango, además de la muerte, sacó a la luz las precarias condiciones de vida de muchísima gente y la incapacidad de las autoridades para ofrecer una solución a los cientos y cientos de familias que habitan en las áreas de riesgo. Desde el gobierno se insistió en “naturalizar” la tragedia, presentándola como resultado de fuerzas ciegas, ante las que muy poco se puede hacer. Enemigos irracionales, cuya fuerza destructiva no se puede controlar y de cuyos daños no cabe culpar a nadie más que a la misma naturaleza... o a Dios, que nos “pone a prueba”, fueron las justificaciones para encubrir comportamientos irresponsables.


En Tlaola se reveló la necesidad de reubicar a por lo menos 80 familias asentadas en esta junta auxiliar y en otras como Tlatlapanala y Tlapizalapa, que durante las fuertes lluvias tuvieron que abandonar sus hogares y fueron conducidas a albergues provisionales que se adaptaron en las escuelas de esas localidades, pero no han recibido respuesta a sus demandas, pese a haberlas planteado ante el mismo gobernador del estado, Mario Marín Torres.


Donde el agua chifla


En Tlapizalapa —lugar donde chifla el agua—, 25 ó 30 familias están en riesgo desde hace un año, cuando el río cambió su cauce y se empezó a comer sus viviendas. Toda el agua que pasa por aquí viene de la zona alta de Tlaltepango y del municipio de Tlapacoya, en la cúspide de la serranía. Al llegar al pueblo, el río se encajona y atraviesa prácticamente por en medio del pueblo.


“Hace un año, varias casas fueron arrastradas por el río, la gente se quedó sin gallinas, sin puercos, sin maíz, sin ropa, sin nada.” Las autoridades municipales, a través de Protección Civil, fueron a verlos, pero no llevaban más que una despensa, Sedeso se limitó a verificar los daños, pero nunca les dijo cómo se podía resolver su problema. “Nada más vinieron a visitarnos y hasta ahí se quedó. La gente como que ya se acostumbró a vivir en el peligro, no le queda de otra.”

 

Arena, barro, lodo


La zona de Tlaltepango es muy inestable: entre arena, barro y lodo, la tierra está en constante movimiento. Aquí hay un registro de más de 50 familias que están en riesgo. Desde el año pasado, personal de Protección Civil estatal y de la Secretaría de Desarrollo Social sabe de las condiciones en que viven, ha ido a recorrer las casas, sacado censo, pero hasta ahora todo sigue igual.


En julio, cuando el cerro del barrio de Xoméatl se desgajó, provocando la muerte de dos personas, de nuevo vinieron, se sacaron la foto, trajeron máquinas porque la carretera se tapó, pero no han hecho ni siquiera la alcantarilla que permitiría que la gran cantidad de agua que se concentra en este lugar tenga otro cauce y se resuelva el problema de inundación de la calle Principal.


De nada han servido los reclamos ni los señalamientos. El mismo día de la tragedia, Daniel Huerta Garrido, vecino del lugar, dijo: “Esto nunca se había visto aquí”, y atribuyó el desgajamiento a la mala calidad de la construcción de la calle Principal, a la que dijo no le hicieron alcantarillas.


“Éste es el resultado de los malos trabajos que hicieron, que le llegue al gobernador, allá está otro derrumbe, donde está mochado el camino, ya les dijimos, pero nunca nos hacen aprecio. Aquí a los difuntos los tuvimos que sacar nosotros, rascamos con la gente, el presidente auxiliar ni estaba, aquí nosotros nos ayudamos como hermanos, aquí no hay de que somos perredistas, priistas o aleluyas, aquí nos apoyamos parejo.”


Huerta Garrido aseguró que a pesar de haber dado aviso sobre el riesgo, ningún encargado de Protección Civil llegó a monitorear la zona. “Ya después del niño ahogado hay que tapar el pozo. Aquí no hay ningún albergue, el cerro se vino abajo entre las 6 de la tarde y la una de la mañana.”


A sacarse la foto


En Tlatlapanala, unas 50 familias viven en las laderas, de ésas urge reubicar a 25, que ya fueron revisadas por Protección Civil municipal. Cuando llueve, sale agua dentro de las casas y corre entre las pertenencias de sus pobladores.


“Cuando hay desgracias el Gobierno del estado manda a un montón de gente, hasta ni caben, vienen y dicen que ahora sí van a arreglar el problema y pasan los días, se acaba la emergencia, sacan la foto de que andan preocupándose por la gente y hasta ahí. Como ahora en julio, vino hasta un diputado al que ni le tocaba estar aquí, anduvo Sedeso, vino la SCT federal y estatal, y lo único que hicieron fue darle despensas a la gente, que duran dos o tres días nada más, y después de eso no ha habido nada para la gente de Tlatepango, Tlapizalapa y Tlatlapanala.”


Se ha planteado que la solución para la gente en riesgo de estas comunidades es buscar un terreno para reubicarlas. La gente de la sierra es doblemente vulnerable, en primer lugar por la topografía y en segundo lugar por los materiales con los que construyen sus casas.         


Sin embargo, tras presentar sus demandas ante Javier López Zavala, titular de la Sedeso en el estado, éste les ha dicho que “dentro de su presupuesto no entra la compra de un terreno. Nos ha dicho que la gente debe esperar. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que pase otra tragedia? O están esperando que desaparezca el pueblo por causas naturales”, se preguntaron.

 

 

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