Detiene el Ejército a miembro de La Familia


Se apertrechó en su vehículo, que era robado, y amenazaba con estallar una granada


José Iván Granados advirtió en varias ocasiones a los agentes ministeriales que mejor lo dejaran ir, porque de todos modos iba a escapar, ya que sus compañeros acudirían a rescatarlo


Daniel Hernández Cruz

 

José Iván Granados Betts, presunto miembro del cártel del crimen organizado conocido como La Familia Michoacana, fue detenido por elementos del Ejército Mexicano tras amenazar a los cuerpos policiacos del estado con hacer estallar una granada que tenía en la mano si no lo dejaban escapar, pues en su poder tenía una pistola calibre .9 milímetros con cinco cargadores de 14 balas cada uno, además de 50 grapas de cocaína en piedra y 70 grapas de cocaína en polvo.


Los hechos ocurrieron aproximadamente a las dos de la tarde del viernes, cuando se supo de la presencia de tres personas sospechosas y de una camioneta con armas afuera de la marisquería conocida como Juquila, ubicada en el bulevar Forjadores y la calle Emiliano Zapata en Momoxpan, perteneciente a San Pedro Cholula.


De acuerdo con versiones extraoficiales, fueron los encargados de la seguridad del secretario de Desarrollo Social, Javier López Zavala, que estaban en el interior del establecimiento, quienes se percataron de que había personas armadas en el inmueble.


Derivado de esta sospecha, se pusieron en contacto con elementos de la Policía Ministerial quienes de inmediato llegaron al lugar y esperaron a que el sujeto de 20 años de edad saliera del lugar.


Cuando abrió la camioneta color gris, marca Honda CVR, placas YEA 5163 del estado de Veracruz, los agentes entraron al vehículo y lo despojaron del arma que llevaba consigo, sin embargo, durante el forcejeo el presunto narcotraficante sacó una granada que tenía debajo del asiento, le quitó la espoleta y amenazó con hacerla estallar si no lo dejaban ir.


Ante la amenaza, pidieron refuerzos de otras corporaciones policiacas para atender la situación.


El detenido advirtió en varias ocasiones a los agentes que mejor lo dejaran ir porque de todos modos iba escapar, ya que sus compañeros acudirían a rescatarlo, lo que provocó una movilización de todas las corporaciones policiacas del estado.


Aproximadamente a las tres de la tarde se supo del descubrimiento de una camioneta sospechosa en la avenida Papagayo en Cuautlancingo, aunque no se confirmó que tuviera armas o perteneciera a algún delincuente.


Por más de dos horas, los agentes de la Policía Ministerial, Metropolitana, Estatal y Municipal rodearon al sujeto que sostenía la granada, a la cual ya le había quitado la espoleta.


Durante ese tiempo lanzó amenazas a los agentes, llamó a sus compañeros desde dos teléfonos celulares para que fueran a rescatarlo.


Ante el posible ataque del ahora detenido, los uniformados acordonaron la zona y ordenaron el retiro de toda la gente que se encontraba cerca del lugar, pues señalaron que el radio de acción de la granada era de más de 20 metros y que las esquirlas podrían lesionar a los curiosos.


Dos pipas del Cuerpo de Bomberos taparon la calle para aminorar el daño si el sujeto dejaba caer la granada.


Pasaron los minutos y la situación se hizo más tensa, aproximadamente a las tres con 10 minutos llegaron tres unidades de la Policía Federal.


Los elementos hacían diversos movimientos para mantener en la mira de sus armas al sospechoso; sin embargo, a un elemento de la Policía Municipal distraído se le escapó un disparo que se impactó en el suelo cerca de los pies de uno de sus compañeros.


A las tres con 20 minutos elementos del Ejército Mexicano llegaron a bordo de dos tanquetas y una camioneta para hacerse cargo de la situación.


Los elementos pidieron que se retiraran las pipas para que pudieran ingresar hasta donde se encontraba la camioneta del sospechoso.


Una de las tanquetas quedo estacionada sobre la calle apuntando hacia el detenido, la otra dio la vuelta para rodearlo.


Un jefe militar bajó de la unidad y fue el encargado de negociar con el presunto narcotraficante, media hora después logró hacerlo descender del vehículo.


Ya con Ejército Mexicano encima y sin recibir el apoyo de sus cómplices, el sujeto agarró una piedra y destruyó los teléfonos para evitar que supieran con quién hablaba.


A las cuatro de la tarde dos camionetas blancas llegaron al lugar, de la primera bajó el secretario de Seguridad Pública, Mario Ayón Rodríguez, quien se acercó hasta donde encontraban los militares justo en el momento en que el detenido había decidió entregarse a las fuerzas castrenses.


El sujeto fue llevado a las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia y horas más tarde lo trasladaron a la delegación de la PGR en Puebla.

 

El detenido quedo a disposición del Ministerio Público Federal en donde este día se determinará su situación legal.

 

 

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