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Paulina Cataño
En esto creo
Editora de Cambio
Elisa Vega Jiménez
Yo siempre he dicho que Cambio es como el Club América: o lo odias o lo quieres pero, no hay medias tintas.
Con lo de Lydia Cacho nos volamos, nos creíamos todopoderosos, que podíamos vencer al sistema, a Mario Marín. ¿Qué si repetiríamos una guerra así?, sí pero, de una forma más mesurada. En ese momento estábamos en la locura: Mario Alberto y Rueda levantaron una denuncia, yo fui su testigo (…). Y al final fue muy cansado —física y mentalmente—, todos los días había que buscar algo. Entonces llega un momento en el que dices: “bueno, ¿contra quién estoy luchando? No es contra el vecino”.
Tenemos en Cambio una gran escuela —que nos dejaron Mario Alberto, Zeus Munive— y estamos tratando de hacer periodismo, cada quien desde su trinchera; yo en la edición, los demás como reporteros, como fotógrafos... Somos un periódico crítico, además están Selene y Edmundo, que son los mejores reporteros de Puebla. Tenemos un gran jefe, Arturo Rueda, que no es el típico de “aquí se hace lo que yo digo y te callas”, puedes debatir con él y, si le das buenos argumentos te da la razón.
El peor vicio que puede tener un reportero es el de revolcar los boletines o las notas de otros compañeros, que deje de ser reportero y se convierta en un “vengan – a -mí –las -noticias”. Hay quienes monitorean qué hay, si se les va una, revuelcan notas, o en lugar esperarse tres horas en el Congreso a que salga la sesión, hablan con el diputado y le preguntan qué pasó y ¡ya tienen nota! No, el reportero tiene que ir a buscar su nota, así sea la más fácil.
Ingresé a Cambio en septiembre de 2005. Mario Alberto Mejía, Arturo Rueda, Zeus Munive, Ulises Ruiz y Héctor Hugo Cruz recién habían dejado Intolerancia, ya estaban Selene y Mundo. Empezábamos, todos, un nuevo periódico.
Soy fan de Edmundo (Velázquez): cada vez que me encuentro con una crónica suya, la leo y la releo. Es alguien a quien sigo mucho. Y es increíble, porque ya sé cómo va su nota pero, igual la leo al día siguiente, en la tarde… También sigo mucho a Alfonso Ponce de León, de Intolerancia —es impresionante cómo manejan datos duros en la nota pero, al mismo tiempo usan metáforas y narran—. Me gusta el estilo de las crónicas de Zeus, las que escribe Mario Alberto son fabulosas. También leo mucho a Rodolfo Ruiz de e-consulta, me gusta su estilo.
Critico de Cambio que a veces ponemos adjetivos en las cabezas “El Loquito”, “La Rata”… y perdemos lo crítico, lo objetivos que podemos ser. A veces nos volamos mucho en las cabezas principales.
Me gustaría editar un periódico como El Centro: cabeza sencilla, texto sencillo, foto grande; muy vistoso. En cuando a su forma de edición, me gusta mucho Intolerancia —no me gusta que trabaje para el sistema pero— hace recuadros, sumarios y cosas que ayudan al lector. Milenio tiene buenas plumas; El Columnista me gusta mucho; e-consulta es como nosotros, hace reportajes, es crítico —ahorita no está tan bueno como antes pero— es de los que actualiza a la media tarde, y todo mundo tiene que consultarlo porque a lo mejor se te fue una nota.
No me gusta el estilo de Fernando Crisanto, le falta transmitir al público, es muy soso.
Que hable una persona “X” para decirte qué opina sobre una nota, de la portada, o del periódico, es muy reconfortante. Hay fans de Cambio, gente que llama y dice: “Señorita, la nota principal de tal cosa no me parece: ustedes dicen siempre la verdad pero, hoy se ve que no”, o “yo siempre leo que ustedes dicen la verdad y quiero darles una nota”.
A largo plazo, no me gustaría continuar en esta trinchera, es cansado. Me gustaría estar en comunicación social de alguna dependencia, de algún partido, o de la CMIC. Llega un momento en el que dices “¡basta de noticias!”, porque todos los días es un bombardeo, ves en la mañana noticias y dices "esta pasa, esta no, esta se nos fue”. Todo el día estás comiendo noticias.
Soy apasionada del fútbol pero, es una fuente muy difícil. No es como el Ayuntamiento: que vas, ves a los funcionarios, o esperas que salgan… Allí nunca hay un directivo, o no te toma la llamada cuando se trata de un tema espinoso, o simplemente el técnico no te dice lo que quieres llevar en tu nota. En ese sentido, “Chelís” es muy inteligente porque, conoce la malicia de los reporteros, y entonces te cambia la jugada, y se pierde la nota.
Para mi Cambio es mi segundo hogar, es mi vida, es mi profesión, es mi familia.
Ser reportero te da cierta libertad: ir a buscar la nota, de observar, y transmitir al lector todo eso que tú estás viendo, todo lo que estás sintiendo. Me gustaría seguir en la edición pero, también reportear. Durante algún tiempo estuve en deportes y, fue la libertad, porque como editor siempre estás en la oficina viendo las notas, monitoreando qué hay.
Entré a Cambio como auxiliar de Zeus: hacía las guías, la agenda, bajaba fotos y textos. Después un editor se va a Milenio. Mundo queda como editor general, renuncia su coeditor y, a mí me ponen en ese lugar: así empecé a aprender. Un día Zeus se va de vacaciones —era el encargado de edición porque Mundo volvió a reportear— y Mario Alberto me deja por quince días a cargo, le gusta como trabajo y me deja a cargo de la edición.
Me falta mucho por aprender en Cambio. Dejarlo me costaría mucho trabajo y, como no quiero: ni intento, ni busco, ni nada.
El editor es el primer filtro para saber si una nota va a funcionar o no, si le va a llegar al lector, por lo tanto, su compromiso con el reportero es leer las notas. Una buena nota, un buen reportaje debe ser de lectura ágil; el primer párrafo debe capturar al lector, para que lea el resto del reportaje. Si tú como editor lees la entrada, el segundo párrafo, y ves que no te está llamando la atención, tienes que decirle al reportero, “¿qué te parece si cambiamos esto por esto, y esto por esto?
Dividiría en dos etapas las enseñanzas que me ha dejado Cambio: la primera fue con Mario Alberto, Zeus y Rueda. Zeus me enseñaba, Mario Alberto me exigía y Rueda me pulía, se van Mario y Zeus. La segunda es con Héctor Hugo como jefe, de él he aprendido mucho: cómo estructurar una cabeza, por decir algo. Rueda tiene un gran olfato periodístico: tú le platicas una nota y él te dice, “esa no es la nota, es esta” y nosotros: “¡exageras!, debería ser esta” y al día siguiente es esa y, ya dieron agenda política. Zeus era un lobo de mar en el periodismo, sabía cómo llegarle al lector, cómo entrarle a una nota, cómo estructurarla, porque él es una persona que lee mucho, te podía platicar de música, de cine, de libros.
Mi meta profesional en Cambio es ser una mejor editora, todos los días aprender algo, prepararme.
Cuando ocurrió el deslave en Eloxochitlán, en julio de 2007, yo estuve a cargo de la edición junto con Edmundo, que también cubría policiaca. Ese día Ulises mandó como 70 fotos, elegí las de la nota del deslave y dejé en pequeño la de un muerto junto al autobús, que al día siguiente resultó la portada de El Centro ——pero a todo lo que daba—, me regañaron como nunca, y me quitaron de la coordinación, así fue como Héctor Hugo llegó a la edición.
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