Enrique Montero es hombre Guinness


—Crónica—


Selene Ríos Andraca

 

El soldado más fiel del sistema priista en Puebla, Enrique Montero Ponce, festejó junto a sus patrocinadores  40 años ininterrumpidos de su noticiario Tribuna Radiofónica y brindó con la élite política su entrada al Guinness World Record, avalada por el arzobispo de Puebla, el rector de la Universidad Autónoma de Puebla y la alcaldesa capitalina.   


Don Enrique reunió en el Centro de Convenciones a políticos y gobernadores de las últimas dos décadas, los mismos que han cobijado la comodidad de su estilo periodístico: Guillermo Jiménez Morales, Manuel Bartlett Díaz, Melquiades Morales Flores y Mario Marín.


El propio don Enrique definió su estilo periodístico como un intermediario entre los hombres del poder y las  necesidades de los ciudadanos, al tiempo de presentar públicamente su libro Toda una vida a mi manera, en el que recolecta anécdotas periodísticas sin denuncias ni señalamientos contra alguien.


“Concibo el periodismo como la comunicación diaria entre el pueblo y todos los sectores. Lo logramos, como comunicadores nos convertimos en mediadores, la gente no se conforma con transmitir su queja, busca soluciones. Servimos de mediadores en asuntos importantes y delicados, el objetivo ha sido servir sin alardes, sin esgrimir el cuarto poder como arma, ahí nace el estilo de Tribuna”.


El Centro de Convenciones fue la sede del 40 aniversario de Tribuna Radiofónica y las mesas fueron organizadas conforme a la ideología, el gremio o la filiación partidista: priistas, panistas, chiquillada, organismos descentralizados, gabinete estatal, empresarios, reporteros, jefes de prensa, melquiadistas y la flamante mesa de honor.   


Antes de que los Hermanos Castro vaciaran con sus melodías la mitad del salón, José Luis Sánchez Solá fue nombrado “El hombre del año 2009”, cuyas palabras y reacciones provocaron el denominado “momento más conmovedor de la noche”. 


El Chelís —el hombre más premiado en el año— dejó rodar sus lágrimas y permitió escuchar su voz entrecortada cuando agradecía emotivamente el reconocimiento, los logros y el cariño de los seguidores del Puebla.


Pero tuvo que guardar silencio cuando tocó el tema de su padre. Entonces, las pieles se encresparon y la gente respondía con aplausos para animarlo a continuar: “Mi papá me enseñó a querer a esta ciudad, me enseñó hace 40, 35 años a escuchar a don Enrique Montero Ponce camino al colegio, me enseñó a conocerlo, me enseñó a tomar Coca-colas y café en el 121, Café París y en el Royalty”.


Ese “momento más conmovedor de la noche” terminó con la entrada de los internacionales Hermanos Castro. Sus canciones trajeron a las mesas los recuerdos nostálgicos de las décadas enterradas.


Los muchos tarareaban las melodías, el resto abandonaba el Centro de Convenciones. Cuando terminaron el show y las luces se encendieron, brilló la mitad del salón ausente.  


Pero, las ausencias no fueron un obstáculo para el hombre que ha sobrevivido sexenios, sexenios y sexenios. Subió al escenario para su gran discurso.


Don Enrique, aplaudido por todos y ovacionado de pie, contó su nacimiento como conductor radiofónico y explicó su manera de periodismo respetuoso, alejado de la vida privada de los hombres del poder.


“Tenía un micrófono para intentar otro tipo de periodismo, el programa comenzó con el ensayo que no lograba radioescuchas, entonces dije, la voz ponla en la radio, el ascenso fue meteórico, se apoderó del cuadrante, fue el periodismo de voz a voz. Los casi 40 años de Tribuna han sido la más rica experiencia de comunicación de hechos y personales, quisiera volver a esos tiempos, como dice Galeana, contar esos hechos y que vuelvan a ocurrir.”


Después de agradecer la publicación de su libro —ése que le exigieron todos, dijo— a la Universidad Autónoma de Puebla y a su tocayo, Enrique Agüera Ibáñez, Enrique Montero explicó que para entrar al Récord Guinness tuvo que solicitar cartas de apoyo de “gente distinguida”. Los firmantes fueron todos los que hoy ocupan los puestos de primer nivel y de aquellos que los ocuparon. 


“He vivido a mi manera; hice periodismo a mi manera y los quiero a mi manera”, concluyó Enrique Montero.

 

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