María Teresa Colchero Garrido
En esto creo
Escritora, investigadora del Conacyt, directora de extensión universitaria en la BUAP y directora del AMPEP
Elisa Vega
Mi primera misión en la vida es ser madre; tengo un niño de 16 años al que adoro. La segunda es servir a la sociedad —llevo 33 años sirviendo a mi universidad—, y también crear una consciencia crítica a través de mis libros.
Sí hay oportunidades reales para un escritor, la cuestión es que tiene que escribir. Una persona que sabe escribir es como Kant en Konningsberg; lo que se requiere es talento. Ya lo dice la máxima: Lo que natura non da, Salamanca non presta.
Hacerle ver a las periodistas y escritoras que mi única misión es integrar, reintegrar, que nos queramos, que escribamos juntas, y que nos enriquezcamos entre nosotras, es uno de mis retos en la AMPEP.
Me siento muy agradecida porque he recibido apoyo en mis proyectos, toda vez que lo he solicitado. Cuando quise ser coordinadora de Difusión Cultural, en la prepa Benito Juárez, Felipe Báez me apoyó; Adolfo Vélez me apoyó en todos mis proyectos; Pepe Doger, como directora de la FFyL; Enrique Doger y Enrique Agüera también lo han hecho. Claro, ha sido producto de mucho trabajo.
Mi mayor cualidad es ser generosa. ¿Mi principal defecto?, ser egoísta.
Mi poema favorito es “El romance de la luna”, del Romancero Gitano de Federico García Lorca. En uno de mis libros, Un ensayo sobre la luna en la poesía de Lorca, hago referencia a él.
Me da una gran felicidad que mi hijo no me necesite tanto. Porque una madre también lo que quiere es que su hijo vuele. Yo quisiera que él ya no me necesite, que ya se desprenda de mí.
Los libros fueron parte de mi hábitat desde niña: mi papá era maestro en lenguas españolas, por lo tanto, a los nueve años ya había leído Germinal de Solá, Madame Bovary, de Gustave Flaubert, y Santa, de Federico Gamboa, en fin.
Soy una persona muy trabajadora y constante, además tengo mucha claridad en mis proyectos —porque tengo muchos—. Eso lo heredé de mi tío Fernando, el creador del clavo Colchero, que era médico.
Lo mejor que he tenido, después de mi hijo, mis padres y mi marido, son mis alumnos: han sido, en mis 33 años de carrera, exactamente como los he soñado: siempre muy interesados en la literatura, de hecho he dirigido más de 60 tesis y he asistido a más de cien exámenes profesionales.
Educación es cultura, trabajo es cultura, amor es cultura; es todo aquello que el hombre crea y hace para ser mejor.
Ambiciono espiritualidad, mucha tranquilidad, y tiempo para escribir, para estar con todos mis amigos, con las personas a las que quiero. Soy una persona muy sociable; me encanta comunicar verbalmente por internet, escribir cartas, pero para eso necesito tiempo.
Pertenezco a la AMPEP desde hace 12 años. Me invitaron Blanca Lilia Ibarra y María del Carmen García Aguilar, me sonó interesante. Vi que ellas publicaron un primer libro con la UDLA y eso me fascinó, porque a mí me encanta la publicación de los libros.
Carlos Fuentes sigue siendo mi escritor. Ahora estoy escribiendo sobre La región más transparente y la Revolución Mexicana. He escrito sobre muchísimos temas, sobre Octavio Paz, Elena Garro, Germán Lizt Azurbide, Lope de Vega, Federico García Lorca. Sobre leyendas poblanas, sobre el barrio de San José, sobre La adoración de los Reyes Magos en Náhuatl.
Recibir este año el premio en Ciencia y Tecnología en el área de humanidades del Conacyt, Puebla, es una de las más grandes satisfacciones que me he llevado durante mi carrera.
Mi hijo ha sido un niño muy cuidado, gracias a mi esposo y a mi madre. Definitivamente el trabajo me quita muchas horas para estar con él pero, podríamos decir que él está hecho a eso: yo era directora de la facultad de Filosofía y Letras cuando él nació, entonces lo comprende muy bien y le da muchísimo gusto que yo esté en unas cosas y en otras.
La literatura nunca me ha dado un revés. Tengo la satisfacción de llevarme muy, muy bien con todos mis colegas, lo he logrado porque me lo he propuesto. Los amo muchísimo y ellos a mí, por lo tanto, nunca he recibido una crítica grosera o una mala palabra, al contrario.
Me inclino más por la investigación, el análisis y la crítica, que por la creación literaria. Tengo mis cuentos y algunos poemas pero, mi prioridad como investigadora a nivel nacional, es coordinar proyectos.
Ser positiva es parte de mi personalidad. Yo nací queriendo, con una vara mágica, transformar todo lo feo en bonito. A lo mejor por eso soy poeta, porque vivo siempre en una metáfora.
A Homero, Cervantes, Dostoievski, Octavio Paz y Elena Garro los admiro y los quiero muchísimo, son como de mi familia. También admiro a quienes crean en beneficio de la humanidad; Chaplin, Franco Zeffirelli, Picasso, Rembrandt, Goya, o Velázquez.
Me preocupa que mi hijo vaya a caer en vicios, entonces, desde niño he hablado mucho con él. También le he inculcado la sinceridad, la autenticidad, la amistad. Él es muy serio, muy discreto, con la inteligencia muy reposada. Es muy buen amigo y sumamente respetuoso como hijo.
Desde los seis años mi papá me llevaba a la UAP, y yo era la más feliz de la tierra. A los 17 años tuve mi propia cátedra. La Universidad me promovió para el doctorado en filología hispánica en España y tuve el honor de ser directora de la FFyL —donde yo estudié—. Fundé la maestría en literatura mexicana y he podido implementar tantos programas con mucha libertad, en una atmósfera de respeto, de cariño. Para mí, eso es la UAP.
Siempre trato de desproblematizar todo en la vida, particularmente en mi área laboral. La parte emocional me cuesta mucho más porque soy muy emotiva pero, también me esfuerzo por llegar a ser mejor persona. Desproblematizar es quitar, ir resolviendo lo más rápido. Así es como avanzas.
Me encanta decorar —esa es otra de mis facetas—, también viajar. He viajado de forma muy limitada y me gustaría hacerlo un poco más; conocer algunos lugares raros del mundo, que conozco a través de la literatura pero que quiero a comprobar cómo son.
La pérdida de mi hijo es algo a lo que yo podría temerle, es algo con lo que incluso podría llegar a enloquecer.
Veo que en Puebla se hacen muchos esfuerzos por la cultura y que ahora, a través de Pedro Ocejo, del IMACP, se está dando una reforma y una vanguardia que a me agradada mucho. Cada día se promueve más la cultura, porque hay miles de eventos. Creo que personas que saben de cultura están a cargo de ella en Puebla.
Don Quijote de La Mancha fue la primera lectura que me marcó, era una versión infantil que me fascinaba. Después, en casa de mis abuelos leí mucho a Evelyn Waugh, Balzac. Mi abuelo era médico y mi abuela había leído toda la literatura universal importante: Turgénev, Dostoievski, Pushkin, Montesquieu, Rousseau, Voltaire, ellos me recomendaban libros y, aunque estaba muy pequeña, ya seleccionaba mis lecturas.
Amo al periodismo porque soy bisnieta de un periodista: mi bisabuelo, Virgilio Colchero, fue jefe de redacción del periódico ABC de Madrid y soy sobrina del fundador del periódico Independiente en Madrid, entonces tengo mucha relación con el periodismo y además me encanta.
Elegí a Carlos Fuentes porque quería estudiar a un autor vivo y mexicano y porque pensaba, además, que después podía conocerlo y entrevistarlo, y así fue. Lo invité para que obtuviera el doctorado Honoris Causa, leí su semblanza y él me alabó públicamente, me dijo que le parecía que conocía su obra más que él mismo. Ese fue un gran reconocimiento.
Admiro a los músicos, los amo y los adoro, a Pavarotti, Alfredo Kraus, Plácido Domingo. Me encanta ir a ver la ópera en el DF, Londres, París, o en Roma, hasta en Moscú he asistido.
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