Tienen sudafricanos y mexicanos otro duelo: el de aficionados


Abraham Guerrero G./ Enviado / EL UNIVERSAL / Johannesburgo, Sudáfrica /

 

 El Día Nacional de la Vuvuzela en Sudáfrica se convirtió en otro ensayo del duelo inaugural entre los anfitriones y México, la tarde del viernes en el Soccer City, el recinto en el que se cristalizará el sueño del continente africano.


Mientras miles de aficionados locales salieron a las calles a sonar sus cornetas de plástico, los mexicanos que ya están en Joburg hicieron eco a las trompetas del mariachi.


Las voces no existieron más, lo único que se podía escuchar venía de esos nobles instrumentos.


Fue un duelo directo entre los pulmones de uno y otro bando. Johannesburgo explotó en júbilo un par de días antes de la fecha pactada como el inicio de la Copa del Mundo. El Día Nacional de la Vuvuzela fue celebrado con un desfile de la selección anfitriona por las calles de una ciudad que ya tiene aroma mundialista. No hubo distinción en el carnaval que se tiró la gente. Blancos y negros, unidos por una sola pasión. Por unos minutos no hubo más que playeras amarillas por todos los rincones, estaban por todos lados y llegaban sin parar.


El pueblo sudafricano se rindió a los pies de los Bafana-Bafana, a quienes ven como los héroes de una nación ávida de triunfo. Eran cientos, miles de aficionados locales vueltos locos por las calles. Las cornetillas no dejaron de sonar, pero el ruido no importaba a nadie, era el sonido que invitaba a la batalla futbolística, al triunfo.


Al paso del camión que transportó a los jugadores y cuerpo técnico sudafricanos, los miles de aficionados se convirtieron en una enorme mancha amarilla. Ni quién se acordara de los problemas que tuvo y que todavía tiene el país organizador. No. El día estaba puesto para la fiesta y pocos se la perdieron. Locos, todos locos por el equipo que los representará. Y se sintieron así, dignamente representados por los 11 que estarán en el campo y los de banca. Se hicieron uno como pocas veces, como siempre lo quiso Nelson Mandela, quien estará en la apertura, en donde también verá una sola Sudáfrica, aunque sea por unas horas, o días, o semanas.


A unos kilómetros, los mexicanos, fiesteros como pocos y espléndidos con el extraño. Los organizadores de la campaña “Una probadita de México” instalaron al fin la réplica del Ángel de la Independencia en la que esperan celebrar las victorias del equipo de Javier Aguirre. La elegante zona de Melrose Arch fue asaltada por el folclore de los aficionados tricolores y el mariachi comenzó a dar pelea a las cornetillas locales.


El duelo no fue parejo, y aunque los mexicanos estaban en desventaja por el menor número en combatientes, no apagaron la celebración. Entonaron lo mejor del repertorio de la música tradicional y hasta se hicieron de algunos elementos del campo enemigo, a quienes vistieron de verde y sacaron a bailar, y mostraron un poco de lo que es México cuando hay para fiesta.


En el Soccer City siguieron los ensayos de la ceremonia inaugural. El momento para prender las luces de África al mundo está tan cerca, que todo lo que se mueva en el lugar, no es para otra cosa que para que todo salga a la perfección. No quieren fallas.


Por la noche todavía era posible escuchar una que otra vuvuzela, esporádico sonido que irrumpía con la tranquilidad de la noche, como si se tratara del rugido de un león. Es el sonido de la batalla que comenzará este 11 de junio, el día marcado para hacer historia.

 

 

 

 

 

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