Blanca Alcalá Ruiz
En esto creo
Presidenta municipal de Puebla
Gloría Mejía
Mi vida ha sido como mi nombre: blanca y transparente. Casi toda la gente conoce mucho de mi vida pública y la estabilidad familiar que siempre he buscado respaldar. Lo que no conocen de mí, tal vez, es que soy celosa con el marido y con los hijos que ahora empiezan a noviar. Lo demás todos me conocen. La gente sabe que soy estricta y así como me ven en lo público, también lo soy en casa: firme y estricta.
La política forma parte de mis pasiones. Con el paso de los años decidí tomarla como un tema de formación, prepararme para ser política. Me di cuenta de que la política en el ejercicio de lo público, del poder hacer y del poder transformar, siempre hay que verla con pasión e ilusión, pero jamás con obsesión.
Seguramente daré continuidad a mi proyecto político. Tomé la decisión de que en la parte pública fuera una triada para combinar, así que tendré que concluir el doctorado en la administración pública que me apasiona, y en la política. En ese reto que hoy tenemos que hacer de la política, un ejercicio que enorgullezca y que la gente diga: se dedica a la política, pero es una profesional.
La gente me recordará como una mujer trabajadora, comprometida, de palabra y honesta. Que está buscando dejar huella en lo que implica una ciudad que se entiende con su autoridad y que busca la mejoría de sus habitantes. Habrá Blanca Alcalá para más adelante y siempre será, como gobernante, solidaria con las mujeres.
La presidencia municipal ha sido un doctorado intensivo. Intensivo en conocimiento pero también en las lecciones de vida que me encuentro a diario y de ellas me nutro.
Amo mi trabajo, me apasiona mucho. En la vida uno tiene que disfrutar lo que hace y eso tiene un valor agregado. A mis hijos les digo que no vean el trabajo como carga, sino como una gran oportunidad.
No dejo a un lado mis metas, simplemente las planifico. Tengo metas de largo plazo y para llegar a ellas se van construyendo. Considero que he sido una mujer afortunada. En un momento dado puedo tomar decisiones para hacer lo que me más gusta y me encanta estudiar, trabajar y transformar. Eso es parte de lo que hago todos los días.
Creo en la amistad como un valor que permite, primero, tener una relación de afecto y sincera, fuera de cualquier interés. Si hay algo que uno pueda hacer para que le vaya bien, sin trastocar valores, tendría que concebirse. Me gusta ser respetuosa, porque me gusta que me trate con respeto.
El respeto, la tolerancia y honestidad son cosas que, para mí, son importantes. Entre los defectos, que soy demasiado perfeccionista, cuando no puedo hacerlo me cuesta trabajo y es complicado. Busco que las cosas salgan siempre bien, me propongo algo y cuando intervienen muchas personas y circunstancias y no salen las cosas como yo lo anhelé o planeé, entonces ya no me gusta.
Me encanta cocinar. Realizo varios platillos, aunque disfruto mucho las ensaladas. No soy vegetariana, me gusta el pescado y los mariscos. Pongo parte de los sentimientos y de la inspiración en la comida. Los momentos que paso con mi familia, los valoro mucho, son de calidad y cada vez que se puede disfrutamos el tiempo en el que podemos coincidir. Vamos juntos al cine o comemos fuera de casa. En mi vida privada casarme y tener un marido y dos hijos maravillosos forman parte de esa historia que yo quise construir, y que disfruto plenamente.
Desde niña me visualicé como una mujer ejecutiva y tomando decisiones. Me imaginaba con el traje sastre y el portafolio y haciendo cosas que transformaran lo que rodeaba el entorno en el que vivía. Una de mis pasiones ha sido siempre el estudio, los libros y aprender. Sin tener claridad en que si iba a tener la oportunidad de un cargo en la administración pública o dentro de la política, definitivamente sabía que esa era la imagen y la manera de la que yo quería ser en el futuro. Creo que aquellos políticos y políticas que decimos que queremos ser presidentas no es tan exacto.
La política me ha llevado a ser la primera en todo. La primera mujer en la Secretaría de Finanzas, la primera en Banobras, la primera presidenta municipal, así que no deja de ser satisfactorio. En cada una de las etapas de mi vida ha habido metas y cosas que me he propuesto. Con el paso de los años he experimentado distintos logros en la administración.
Recuerdo la visión y el talento del gobernador Manuel Bartlett, y que en una ocasión me dijo: “secretaria imagínate, qué le vamos a entregar a la oposición, así que quiero que todo esté en orden”. Eso implicaba adentrarme hasta las entrañas de la dependencia, conocer muchos detalles y largas jornadas de trabajo, que han sido una de mis características. La lección que tengo es que yo salía muy tarde de trabajar y mis colaboradores no se iban hasta que yo me fuera. Siempre con la camiseta muy bien puesta, tanto ellos como yo.
Me convertí en directora del DIF antes de los 25 años. Fui una de las directoras más jóvenes que ha tenido la institución, no tenía la edad reglamentaria. Por eso cuando fui diputada local, cambié la ley y expuse que no era necesario que una persona tuviera 30 años para tener un cargo directivo.
La familia significa la fuente de energía y de valores; la razón de ser de muchas de las cosas que quieres para ella. Ahora me doy cuenta que eso que quiero para mi familia, es lo que deseo para muchas otras, y es lo que me orienta y anima a seguir trabajando.
Tuve una infancia muy feliz en el ámbito de lo que implica una familia mexicana y tradicional. Me tocó la época en la que mi madre asumía el papel tradicional de cuidar a los hijos, al marido y estar en casa. Eso permitía tener una relación de cuidado permanente de lo que implicaban las actividades escolares y de salud. Sin embargo, por el accidente que de manera intempestiva tuvo mi padre, que lo llevó a perder la vida, nuestra vida dio un giro de 360 grados, eso nos llevó a que sin que ella descuidara lo importante que representaba nuestra educación y salud, nos llevó a los hijos mayores a tener distintas responsabilidades para salir adelante. Como muchas historias de las familias de clase media, ella se organizó para ir a trabajar y dejar a sus hijos. Medio guisaba por las noches y asignó la responsabilidad de hacer de comer también para mis hermanos.
La enseñanza de mis padres fue sin duda la perseverancia y la tenacidad. Soñaba en poder transformar lo que veía a mí alrededor. Desde muy chica me encontré con limitaciones, siempre pensé que valía la pena que las cosas podían ser mejor, tanto para mi familia como para lo que me rodeaba. Y me rodeaba un trayecto de Puebla a Cholula en donde platicaba con campesinas, obreros, en fin, gente que venía a trabajar a la capital. Encontraba a la señora que venía a vender sus guajolotes a Puebla o al señor que se le había muerto un hijo, o al que tenía problemas con su parcela. Nosotros tuvimos una situación de decoro, pero siempre de más lucha.
Hay muchas anécdotas que me impresionan en la vida diaria. Me regalan oraciones, hay gente que me dice que todas las mañanas rezan por mí y le piden a Dios que me vaya bien, porque le va a ir bien a Puebla. Doña Enriqueta, una señora de 84 años, con temperatura pidió que la llevaran a donde yo estaba, y me dijo que me quería conocer y pedir que su calle se pavimentara porque no se podía morir sin ver cumplido algo que llevaba años sin respuesta. Hace unos días una señora muy sencilla me dio un papel envuelto, y cuando terminó la gira lo abro y veo que eran unos aretes en forma de estrellas. Tienen un significado muy especial para mí.
Mi hobbie es la lectura y viajar. La novela me encanta, en ocasiones lo hago antes de dormir, cuando se puede, porque hay veces que llego muy cansada. Pero lo hago cuando hay giras. Me despierto antes que todos, lo disfruto mucho. De música me gusta el jazz, el canto nuevo.
A Puebla la veo como una ciudad con grandes fortalezas. En alguna de las ocasiones nos ha faltado dejar de quejarnos mucho. Hay que organizarnos más, a lo mejor no todos están de acuerdo, pero hay que atrevernos. Debemos dar pasos adelante, me parece que esta parte de solidaridad falta trabajarla mucho más. Los poblanos tienen gran talento y si lográramos hacer la corriente de sinergia y fijarnos más en lo positivo, que detenernos en la descalificación, podríamos avanzar considerablemente. Me encantaría que todos los poblanos nos diéramos cuenta de ello.
Trato de ser disciplinada y al menos 30 minutos dedicarlos a mí. Cada vez es más complicado, pero es importante hacer un poco de ejercicio y de meditación, trato de incluirlo en mi rutina diaria.
Siempre me vi haciendo cosas importantes para mi país y mi estado. Estudié relaciones internacionales porque creo que en algún momento me encantaría incursionar en otras esferas.
He tenido grandes maestros a los que les he aprendido y me han enseñando a observar que en las decisiones públicas tiene uno que guardar los equilibrios. Hace un tiempo en un seminario de liderazgo recuerdo que un maestro de Harvard nos señalaba que en algunas ocasiones, al menos cinco minutos, hay que salirse de la pista de baile y ver desde afuera qué es lo que está pasando al interior de ella. Desde esa perspectiva puede uno tomar las decisiones y, aunque no es fácil hacerlo de repente, hay que intentarlo. En un lenguaje llano, tener la posibilidad de no solamente ver el árbol, sino el bosque en general.
Le invierto al factor humano, en lo que implica la parte del ciudadano, y con ello se logrará que en el futuro muchas de las cosas que son consecuencias simplemente se ataquen desde las causas. Estoy convencida de que una sociedad debe transformar lo que involucra al ser humano.
Me veo con mucha experiencia en cinco años, contenta y seguramente contribuyendo y transformando lo que implica mi país, mi estado y mi ciudad.
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