Golpe de suerte deja libre a “El Matavalets”


Humberto Alan Ibarra alcanzó su libertad luego de que se eliminó el cargo de homicidio doloso


Ibarra Meza abandonó el reclusorio el lunes 27 de diciembre —cuatro años seis meses después de su aprehensión—. Su defensa le fue encomendada al abogado Florentino Téllez Bernal, “El Mago”, quien a lo largo de los más de cuatro años que duró el juicio tejió la hipótesis de que se trató de un homicidio en riña

 

Daniel Hernández Cruz

 

“Un golpe de suerte” permitió al llamado “Matavalets” Humberto Alan Ibarra Meza recibir su libertad de un juez interino que diligentemente dictó una sentencia cuando la juez titular y que conoció el caso desde el 2006 se encontraba de permiso para un curso en materia de juicios orales. La defensa consiguió que se eliminaran los cargos de homicidio doloso para sustituirlos por homicidio en riña, pese a que la noche en que ocurrieron los hechos disponía de un arma Pietro Beretta .9 milímetros y la víctima estaba desarmada.


“El Matavalets” dejó el reclusorio el lunes 27 de diciembre —cuatro años seis meses después de su aprehensión—. Su defensa le fue encomendada al abogado Florentino Téllez Bernal, “El Mago”, quien a lo largo de los más de cuatro años que duró el juicio tejió la hipótesis de que se trató de un homicidio en riña.


A pesar de la críticas que recibió el juez y el Tribunal Superior de Justicia el abogado defensor de “El Matavalets” asegura que fue apegada a Derecho: “A lo largo de cuatro años y seis meses la defensa que yo represento presentó muchas pruebas, entre ellas se hacen notar los interrogatorios a los involucrados en el lugar de los hechos, en el lugar del homicidio”.


Aseguró que logró demostrar que antes de que Ibarra Meza accionara su arma había sido agredido en el interior del antro: “De ahí que en los interrogatorios se logró demostrar que Humberto Alan Ibarra Meza había sido golpeado salvajemente desde el interior del bar”.


Agregó que afuera del antro “El Matavalets” siguió siendo agredido: “Al salir huyendo del lugar fue alcanzado por sus agresores, quienes lo siguieron golpeando e intentaban desarmarlo, todo esto, insisto, se llegó a demostrar en declaraciones que rindieron los testigos en el interrogatorio”.


Además, Téllez Bernal aseguró que pruebas de balística, criminalística y criminología sostuvieron el argumento, que se entregó al agente del Ministerio Público como al juez, de que se trató de un homicidio en riña, con lo que obtuvo la ventaja de recibir una pena menor a cinco años de prisión y el beneficio de la conmutación de la pena por una sanción económica.


Explicó que era la primera vez que su defendido cometía un delito, por lo que su sanción no tuvo ninguna agravante.


Agregó que durante el proceso se pagó una indemnización a quien demostró ser la viuda del valet parking que perdió la vida, de manera que el daño ya fue reparado.

 

La PGJ se cruzó de brazos y la
sentencia la ordenó un juez suplente


La sentencia que emitió el juez Gabriel Salamanca López no fue apelada por el agente del Ministerio Público adscrito, así lo confirmó el abogado defensor así como personal del Tribunal Superior de Justicia: “El Ministerio Público en el tiempo que marca la ley, que es de cinco días, y no se conoce la notificación”.


Cabe destacar que la sentencia de Humberto Alan Ibarra Meza, radicada en el proceso 309/2006, fue dictada por Gabriel Salamanca López, quien se desempeñó como titular del Juzgado Séptimo Penal durante poco más de tres meses, cuando la juez que conoció el caso desde 2006, Rosalba Elena Zárate, fue mandada a un curso de capacitación en materia de juicios orales.


Durante los tres meses que Salamanca López conoció el caso se desahogaron algunas diligencias: se citó a testigos que fueron interrogados y fue el 13 de diciembre cuando dictó sentencia, y otra juez interina concedió la libertad el lunes 27 de diciembre pasado.

 

Nace “El Matavalets”


La madrugada del 8 de julio de 2006 Ibarra Meza ocupó los titulares de los medios de comunicación luego de que a la salida del antro Viktor Hotel disparó en contra de dos valet parking, uno murió y el otro sólo resultó lesionado.


De acuerdo con los dictámenes de la Procuraduría General de Justicia, cuando accionó su arma el entonces subdirector de Vialidad del estado estaba intoxicado con alcohol y cocaína.


Sólo tenía 15 días de haber ocupado el cargo de subdirector de Vialidad cuando ocurrieron los hechos. En una entrevista con CAMBIO se defendió, dijo que no consumía drogas y que su bebida fue adulterada con alguna sustancia desconocida, incluso que habría sido víctima de la mala suerte o de un complot para acabar con su carrera que iba en ascenso.


Durante el tiempo en que se llevó a cabo el juicio hubo altercado entre los familiares, como el ocurrido en agosto del 2008, cuando en una rueda de prensa Sara Meza Peniche, la madre de Humberto Alan Ibarra Meza, alias “El Matavalets”, pidió perdón a Delfina Suárez, madre de José de Jesús Huitzil, valet parking asesinado en el estacionamiento de la Isla de Angelópolis.


“Señora, se lo vuelvo a pedir: perdone a mi hijo, tenga piedad de él… por lo que más quiera. Por Dios, perdónelo”, dijo Sara Meza mientras se inclinaba hacia la madre del valet parking.

 

Me pusieron
un cuatro


En una entrevista concedida a CAMBIO en agosto del 2008, Humberto Alan Ibarra Meza aseguró que fue víctima de una trampa, pues había varias cosas que no recordaba y que no pudo explicar.


El viernes 7 de julio de 2006 Humberto Ibarra pasó un día como cualquier otro. Fue a trabajar, salió a comer, regresó a su oficina y ahí recibió la llamada de su esposa Jazmín, quien le pedía que por favor salieran a divertirse a una discoteca. Él incluso pensó en la idea de su esposa, puesto que un amigo, de quien quiso reservarse el nombre y solamente especificó que trabajaba también en Vialidad estatal, también lo había invitado a salir al Viktor Hotel, antro de moda en ese entonces perteneciente al Corporativo Shiva.


“Mi esposa me insistió, yo la verdad no quería, porque los sábados siempre en la mañana pasaba lista, no quería desvelarme, pero Jazmín me insistió y pues dije: ‘¿Pues por qué no?’”.


Humberto, su esposa y dos parejas más, incluido el compañero que lo había invitado llegaron al Viktor Hotel poco después de las 23 horas. Humberto portaba arma de cargo. Temía que le fuera a ser robada, por lo que incluso consultó con su amigo qué hacer con el arma.


“Primero dejé la Pietro Beretta en la camioneta. Incluso le di al valet parking 200 pesos. Y las llaves se las di a la segunda persona herida en el lugar. Aún lo recuerdo. Un señor. Le di un buen dinero porque me dio miedo dejarla y que me la robaran. Pero después mi amigo me dijo que entrara al antro con la pistola, que no tendría broncas. Así que me la llevé, la puse en el cinto como siempre, pero procuré que no estuviera a la vista”, detalló Ibarra.


El exfuncionario asegura que todo iba bien esa noche. No había tomado mucho y bailó con su esposa. Unos amigos en común se acercaron a la mesa, pero no pasó nada que a él le incomodara.


“Todo estaba bien, no tomamos mucho. Una botella de whisky, y estaba a la mitad cuando yo pedí la cuenta. Di mi tarjeta para pagar porque ya me quería ir, y se tardaron mucho. Mi esposa me pidió que bailáramos más mientras nos cobraban. Me aburrí y regresamos a la mesa. Tomé mi trago. Creo que algo le echaron, porque después de diez minutos me sentía fatal y corrí al baño.”


Entonces Humberto Alan fue a los sanitarios, seguía con su arma de cargo al cinto y se echó agua en la cara. Salió del baño y alguien le comentó que su esposa lo esperaba afuera. Procedió a la salida del bar y comenzó a tener una serie de alucinaciones.


“Lo curioso es que mi esposa y mis amigos seguían adentro del bar. No pasó nada adentro. Ellos creían que seguía en el baño o no sé. Pero a mí no me pidieron ni un pase de salida. Salí sin broncas, cuando al ir hacia mi vehículo sentí que me querían quitar la pistola”.


Una serie de flashazos nublan el recuerdo de Humberto. Él asegura que empezó a perder el conocimiento y el uso de la razón al momento en que comenzaron a quitarle su arma de cargo.


“Comenzaron a gritarme: ‘¡Chíngale la pistola!’. Lo hicieron varias veces. Yo solamente comencé a agarrarla para que no me arrebataran. Hubo un momento en que me caí y sentí cómo me encañonaron por detrás y creo que me dispararon e hirieron porque tengo una herida de un rozón en el dorso de la mano. Pero yo solamente veía rostros y empecé a sentir golpes. Me empezaron a patear”.


Tras esto, fue que sonaron los disparos: “Yo pensé que estaba herido, incluso hay testigos que tras los disparos escucharon que yo gritaba: ‘¡Jazmín, Alan, Betín, los amo!’”, palabras que entre su mente perdida y el miedo de ser atacado dirigió a su esposa y sus dos hijos.


El hecho es que el herido de muerte durante “un forcejeo” fue el acomodador de autos José de Jesús Huitzil y otro empleado más, Juan Manuel Velázquez Quiroz, quien horas atrás había recibido las llaves del vehículo de Ibarra.


En adelante, los recuerdos del exfuncionario se vuelven más esporádicos. Pero, por las versiones de su esposa supo que ella se enteró del zafarrancho hasta que escuchó los disparos. Aunque, según resalta, existen más detalles curiosos.


“Ella dentro del antro me empezó a buscar. Y alguien le dijo: ‘Si buscas a Humberto está en el baño’. Luego para salir fue bloqueada por dos personas más, retrasaron mucho su salida. Eso es muy raro. Yo creo que me pusieron un cuatro”, aseguró Humberto Ibarra.


El resto es historia, Humberto sería recordado por las imágenes y fotografías publicadas por periódicos y televisión, donde apareció gritando “¡Me quieren matar!”.


“Y eso pensaba. Estaba muy mal. Algo le pusieron a mi vaso. Yo solamente tenía miedo. Estaba muerto de miedo. Yo que siempre había detenido a gente, estaba siendo justo en lo que no quería convertirme y por los golpes pensé que me iban a matar”.

 

 

 

 

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