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Guillermo Deloya
En esto creo
Secretario General de la Fundación Colosio
Selene Ríos
Soy un tipo muy determinado, muy necio, que se propone cosas para lograrlas, creo en la cultura de la disciplina, en el esfuerzo y creo en la genuidad, ser genuino y recto, no tengo mayores parámetros en la vida que ser consistente con lo que he hecho toda la vida.
Hay una enorme diferencia entre ser parte de la administración pública y el verdaderamente ser político, o el hacer política. La parte política yo la vi desde la cuna, por la formación que tuvo mi padre y son cuestiones con las que viví toda mi niñez; el hablar de presidente, de secretarios, de candidatos, de gobernadores, eran temas comunes que habían siempre en la sobremesa de mi casa, en mi núcleo familiar.
La idea de contar con una formación más humanista en la parte de las ciencias sociales me llevó en su momento a trabajar en el servicio público, empecé desde temprana edad como agente del Ministerio Público, decidí irme al Distrito Federal y fue mi primera experiencia ya formal en la parte laboral, en la parte del servicio público y a crear consciencia de tú formar parte y de poder tú también ser protagonista en su momento de ese tipo de decisiones.
La poblaneidad nace con raíces muy profundas que te van inyectando la idea de que tienes una ubicación en la historia y en el contexto nacional muy importante, yo así vivía Puebla, yo así sentía Puebla. Esa etapa te dejan las raíces suficientes para poder traerlo latente.
En dos etapas fundamentalmente fue mi arraigo a la poblaneidad: mi niñez y mi etapa universitaria. Todos los domingos, cuando salía con mi papá, tendría cinco o seis años, que frecuentábamos ese tipo de paseos; no había rincón en Puebla que recorriéramos mi papá, mi hermana y yo, en dónde no nos “dijera mira, esta es la casa del que mató al animal y fíjate que aquí, que la leyenda, que no sé qué”, “ésta es tu Catedral y fue edificada por Juan de Palafox y Mendoza”.
Estudié becado en la Universidad de las Américas, yo veía que los que éramos poblanos veíamos con mucho recato nuestra poblanidad, porque venían los jarochos, los chopos, los guerrerenses, y ahí venía la grosería, tú me la perdonarás “pinches poblanos”, y nosotros lo hacíamos sin ese ánimo de defensa.
Los poblanos somos sin duda producto de una historia muy generosa que ha tenido tanto nuestra ciudad como nuestro estado, somos el producto de una trascendencia nacional, la historia nacional en lo que respecta al periodo juarista se define en Puebla, toda esa escala de valores y toda esa coincidencia de circunstancias que han hecho de Puebla un gran estado, una gran ciudad, son cuestiones que debemos hacer relucir, no por otra cuestión, sino porque creo que en la medida en la cual puedas entender que eres trascendente, que eres valioso como oriundo de una región de país, eso te va a dar la posibilidad de hacer mayores cosas y con mayor fidelidad y con mayor amor.
Debemos darle el sentido positivo de pertenencia al hecho de ser poblanos, no con la idea de que los poblanos somos los más fregones, como en muchos otros regionalismos se ve, con un carácter de exclusión.
De niño era un poco latoso, fui un niño gordito, tirándole a obeso, eso me hizo un niño introvertido, te estoy hablando hasta previo a la adolescencia, por ahí de los 12 o 13 años decidí bajar de peso. Pero era un niño muy introvertido de un círculo de amigos muy breve, tenía tres mejores amigos y con ellos me juntaba, pero no te puedo decir que era un niño popular ni mucho menos.
Dije no puedo ser más gordito, tengo que hacerlo por muchas cosas, ya te empiezan a gustar las niñas, era el gordito chistoso, el gordito bonachón que les invitaba el lunch, las tortas, pero era precisamente ser aceptado por galán.
Entre la primaria y la secundaria bajé no sé cuantos kilos, me puse una dieta como de Ghandi y coincidió con el cambio hormonal natural: crecí, se me enchinó el cabello, me cambió la voz, empecé con mis gallos, de pronto llego a la secundaria siendo otro. Me decían que si era de nuevo ingreso, entonces todas estas cuestiones me vinieron a cambiar de raíz, el ser introvertido pasé a la necesidad de generar liderazgos en la escuela.
Después ya no me aguantaban porque era un lidercillo de todas las causas, ya empezaba a galanear, ya tenía novia, ya iba a las fiestas, ya empezaba a ser populachón, ya se querían juntar todos conmigo, hice mi club de cuates que éramos los chicos malos, entonces ya éramos un terror en la secundaria.
Generalmente estaba reportado, recluido, estuve muy cerca de la expulsión por indisciplina, pero los jesuitas se apiadaron de mí porque veían cualidades académicas y ya, finalmente acabé la prepa en el Instituto Oriente.
Me fui a México contra la decisión de mis papás, me quedé 8 años allá, pero regreso a Puebla ya en un contexto muy distinto, regreso con una absoluta renovación de todas las clases políticas, que eran las clases políticas de los círculos que conocí de mi papá y regreso a encontrarme nuevamente en un panorama un tanto solitario.
Puebla es un cúmulo de contrastes, he visto comunidades que no tienen lo básico, viven en una situación de precariedad y primitiva, por otra parte, están los grandes desarrollos que se estaban ubicando, principalmente en la zona metropolitana en la colindancia con San Andrés. De Lomas de Angelópolis que es la parte de San Andrés a las colonias del sur, al Aguacate o Santa Cruz, a comunidades y colonias que verdaderamente son de una precariedad enorme y con necesidades muy grandes.
Me gusta ejercitar la pluma de alguna manera, para plasmar mis ideas en lo que ha sido mi obra, mis libros, en la parte política. En la parte personal no quiero descuidar tampoco el conocer ese trasfondo de historia como lo reflejé en mi obra más reciente, en La patria asediada.
La Plataforma del PRI fue un ejercicio muy satisfactorio porque se basó en una consulta real, se basó en una oscultación pormenorizada del país, dicen que México es un país sobre diagnosticado, pero cuando tú tienes a la mano la sensibilidad de los problemas que tenemos enfrente y como estamos en la situación real y la ubicación actual que tiene México ante el mundo y en su parte de funcionamiento interno, es cuando tú dimensionas que verdaderamente en ti debe haber una responsabilidad profesional por hacer las cosas lo más objetiva y equilibradamente posible.
Nunca, ni remotamente, me han atemorizado las responsabilidades grandes y sé que es un momento como a mí me tocó en lo personal y la gran fortuna de haber sido parte de la redacción de la Plataforma Política, sino de cualquier mexicano, de cualquier poblano de poder pensar que estamos en la gran posibilidad de generar los equilibrios necesarios para nuevamente re encausar un país en crecimiento.
Mayores héroes personales han sido mis núcleos personales de familia, como lo fue mi padre que en paz descanse, como lo es mi madre que afortunadamente la tengo, como lo es mi familia; mis hijos, mi esposa, no tengo mayores héroes ni mejores ejemplos a la mano, son mi motivación, los que me dan cuerda por seguir adelante.
Héroes históricos sin duda tengo muchos, pero la parte más sentida y querida es el periodo histórico que vivimos en Puebla y en el que me adentré, con el general Ignacio Zaragoza que sí era mexicano y con el general González Ortega, que son ejemplos de defensa, rectitud, integridad y de patriotismo, en su momento fue lo que salvó a México.
El equilibrio nacional, tenemos que generar un equilibrio sin la idea excluyente, puede haber capacidad de un país para generar riqueza tanto para los que ya tienen algo como para los que no tienen nada.
Mi bandera personal es que todos tengan las mismas oportunidades, que todos tengan la gran capacidad para el sueño mexicano prosperidad y de oportunidades y de combate a esa desigualdad.
A bote pronto
PRI: Renovación
Manlio: Fortaleza
Peña Nieto: Popularidad
Mario Marín: Pasado
Marinismo: Exclusión
Moreno Valle: Determinación
Fundación Colosio: Ideas
Congreso del Estado: Discusión
Alcaldía: Aspiración
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