Javier García Ramírez: de tortero a prófugo millonario


De ser un humilde comerciante, logró con sus años dorados en la burocracia amasar una fortuna que le permitió comprar bienes por 23 millones de pesos


El exsecretario de Desarrollo Urbano y Obra Pública en la era marinista se caracterizó por sus excesos en la administración que en su momento fueron documentados por CAMBIO: el sobrecosto del Centro Expositor, la inoperancia y los retrasos de La Célula, entre otros


Selene Ríos Andraca


En poco más de una década, Javier García Ramírez pasó de la pobreza a la opulencia. De ser un humilde tortero se transformó en uno de los hombres más ricos de Puebla con, al menos, 23 millones de pesos en bienes, inmuebles, muebles y cuentas bancarias. Su cercanía con Mario Marín Torres radicalizó su vida: de salvavidas en Agua Azul a prófugo de la justicia por enriquecimiento ilícito.


El exsecretario de Desarrollo Urbano y Obra Pública en la era marinista se caracterizó por sus excesos en la administración que en su momento fueron documentados por CAMBIO: el sobrecosto del Centro Expositor; la inoperancia y los retrasos de La Célula; el robo del siglo con la relaminación de 5 kilómetros de la vía Atlixcáyotl por 500 millones de pesos y los hospitales sin servicios básicos y sin equipamiento, y otro sin fin de irregularidades que fueron enterradas con alquimia fiscal.


De hacer las mejores tortas de milanesa con queso, García Ramírez se convirtió en un rico exótico. Con el paso del tiempo y el acomodo de su economía, le perdió el amor a su casita de La Paz y a su Passat color champagne.


Los vaivenes de la vida le generaron un gusto excéntrico por las decoraciones minimalistas y barrocas, y por los automóviles cotizados como Ferrari, Porsche, Jaguar, Lamborghini, Maserati y Cadillac, entre otros.


No es la primera vez que García Ramírez enfrenta a las autoridades. Cuando terminó su gestión como director de Obras Públicas en el Ayuntamiento marinista, el panista Luis Paredes inició un procedimiento en su contra por irregularidades en las obras realizadas durante el trienio y por cuestiones burocráticas, logró librarse de las consecuencias.


Hoy el escenario es distinto de manera abismal. Esta vez, tras sus excesos y sus robos escandalosos, García Ramírez debe explicar ante las autoridades poblanas cómo logró una riqueza de 23 millones de pesos con un sueldo de 70 mil pesos mensuales y con un pasado paupérrimo.


Incluso, en su borrachera de poder y aún con todos los cuestionamientos sobre su ejercicio público, buscó la candidatura del PRI a la alcaldía en 2010 y posteriormente, trató de hacerse de la candidatura por el distrito 11 para este proceso electoral. En todo fracasó.


La vida después de Mario Marín se resume en dinero a manos llenas. En vísperas de su llegada al gobierno estatal se asoció con Iván Mange, Alejandro Fernández Soto y Edgar Nava —quien sería uno de sus constructores favoritos más adelante— y juntos fundaron el exitoso Grupo Shiva que manejó los antros más importantes en Puebla hasta finales de 2007.


Iván Mange, Fernández Soto —titular del Sistema Estatal de Seguridad Pública en la era marinista— y García Ramírez eran los propietarios del aclamado Víctor Hotel, ubicado en la exclusiva Isla de Angelópolis; del Shiva, en la avenida Juárez; del Rumba Café, en la avenida Juárez y del Tigre de Santa Julia, en San Andrés Cholula.


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Antes de conocer a Mario Marín, García Ramírez era un simple mortal egresado del Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec. Vivía en una casa sencilla en la colonia La Paz, a la altura de la 9 Poniente entre la 29 y la 31 Sur. Trabajaba todos los días al lado de su esposa Gisela Ramírez en la tortería, que por cierto, hacía de las mejores tortas de milanesa con queso.


Tuvo algunos cargos en la administración pública como director de Servicios Públicos y director de Operaciones del SOAPAP, pero una vez concluidos sus periodos, regresaba a su negocio familiar: la venta de tortas planchadas.


La tortería fue cerrada cuando Mario Marín lo nombró director de Obras Públicas, cargo con el que se mudó a Jardines de Zavaleta, dejando atrás la frialdad de su casita, tipo vecindad, de La Paz.


Su ingreso a la socialité poblana le orilló a hacer una gran inauguración de su nuevo hogar de unos 500 metros cuadrados con una fiesta de jardín a la que acudieron personalidades como Antonio Gali Fayad, Jorge Estefan Chidiac, Jorge Mendoza, David Villa, Alejandro Fernández y Jorge Morgado, entre otros constructores, periodistas y amigos del nuevo García Ramírez.


Aquel tortero de la década de los 90 logró en menos de una década hacerse de propiedades lujosas en La Vista y Lomas de Angelópolis, entre otros fraccionamientos de lujo. Sus hijos son propietarios de automóviles carísimos y sus negocios se extienden más allá de su paso por la administración y de sus trueques con constructores.


Y hoy, es un prófugo de la justicia. Aún a finales de año se paseaba por la ciudad, pero la situación se complicó y abandonó Puebla dejando esposa e hijos.




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