Basta de linchamientos, dice Blanca Alcalá


-Crónica-


Selene Ríos Andraca


El nuevo PRI exhibió su fuerza diezmada por las deserciones a las amorosas filas de Andrés Manuel López Obrador y a la cesta de tránsfugas de Nueva Alianza en la asamblea de Delegados, que confirmó a Blanca Alcalá y Juan Carlos Lastiri como la fórmula al Senado.


A la rebeldía zavalista se sumaron los cuadros que ya han emigrado de las filas revolucionarias como don Manuel Bartlett, Ignacio Mier, Carlos Meza, Enoé González, Víctor Hugo Islas, América Soto o Marcela Jiménez, de tal forma que el "rejuvenecido" PRI evidenció como única fortaleza los resabios del melquiadismo y las grietas de los jimenistas.


Mientras tanto y ante un auditorio frío y casi vacío, Blanca Alcalá se enfundó en un papel melodramático para defenderse de las presuntas irregularidades en su administración detectadas por el Órgano de Fiscalización Superior (OFS) y por la Auditoría Superior de la Federación (AFS) por encima de los mil millones de pesos.


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Con la garganta cortada y los ojos inyectados de lágrimas, Blanca Alcalá fijó postura con respecto a sus saldos pendientes en los organismos fiscalizadores por su paso en el Ayuntamiento capitalino.


Enfundada en su traje rojo, Alcalá advirtió que el único legado para sus hijos será el buen nombre y el honor de haber trabajado por Puebla.


"Basta de linchamientos mediáticos, de juicios apresurados, de confundir a la ciudadanía (...) Hace días platicando con mi hijo, me dijo que yo no les heredaría fortuna ni riqueza, sólo el buen nombre."


Alcalá estuvo a punto de romper en llanto pero continuó con su discurso para asegurar que tiene la consciencia tranquila.


La postura de Alcalá fue respaldada por Fernando Morales, quien aseguró que defenderán a sus candidatos ante cualquier instancia: "No están solos y no los vamos a dejar solos".


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Los días gloriosos del Country de San Manuel se esfumaron con la debacle priista. En lugar de los estacionamientos atiborrados de sillas y gritones tricolores, en vez de las calles aledañas atascadas de vehículos y en lugar de los kilos y kilos de carnitas, el salón Country de San Manuel lució cuasi desangelado.


Las porras de antaño, los mariachis, los desmayos y los aglutinamientos exagerados para saludar al candidato forman parte de un pasado que parece no volverá.


El sábado pasado, Blanca Alcalá y Juan Carlos Lastiri fueron "electos" en la Convención de Delegados como la fórmula priista al Palacio de Xicohténcatl. Pero la esencia priista no se hizo presente.


La última Convención de Delegados se celebró dos años atrás con casi 6 mil personas en el Complejo Cultural Siglo XXI y ungió, entre gargantas desgarradas, pulmones lesionados y mantas ilegibles a López Zavala como su candidato a gobernador.


El sábado pasado la magia se había terminado. Parecía una triste y aburrida convención panista. Todo era frío, distante.


Las ausencias se dejaron sentir. Todo fue simple y nostálgico. Sin la estructura obediente del zavalismo, sin las mujeres organizadas en torno a la primera candidata que encabeza la fórmula al Senado y sin la estructura gubernamental: el nuevo PRI.


El eco de los ausentes lo hizo resonar Lastiri en su insípido discurso, cuando les deseó suerte en los otros partidos políticos, advirtiéndoles que los ciudadanos les cobrarían la factura de la falta de congruencia política.


Unos cuantos melquiadistas abandonaron la comodidad del exilio y arroparon a Fernando Morales y la atropellada fórmula al Senado.




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