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Los cambios “deberían” ser oportunidades




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En la mayoría de lo deportes colectivos (aquellos que se practican en grupo y donde se representan las acciones de cooperación-oposición), el reglamento te otorga la facilidad de realizar cambios o sustituciones de jugadores. Estas sustituciones pueden ser debido a lesiones, cuestiones tácticas, técnicas, actitudinales o cualquier razón que el cuerpo técnico considere oportuna.

De acuerdo a la frase “los cambios son oportunidades”, en lo que respecta al deporte, los “cambios” (acción en la que un jugador ocupa el lugar de otro que estaba participando activamente) representan la oportunidad de mejorar el funcionamiento colectivo, o quizá, en el peor de los casos, mantener el mismo nivel.

 

 

Antes de continuar, revisemos un poco la historia de esta regla en nuestro deporte, el futbol. La primera sustitución (por lesión) de un jugador se dio en 1953, en la eliminatoria para la Copa del Mundo de 1954 por parte de la Selección de Alemania. Antes de esto, cuando había lesionados, el equipo del jugador lastimado debía de continuar el partido con un jugador menos. Para la Copa del Mundo de 1970 la FIFA permitió la sustitución por cualquier causa, y fue hasta 1995 cuando se estipuló que se podían realizar tres cambios por partido, fuera cual fuera la posición y motivo.

 

 

Basándonos en la evolución de la regla, podemos inferir que en un principio la esencia de la regla era que el equipo no disminuyera su nivel de juego. Hoy por hoy los DT no se conforman simplemente con mantener el mismo nivel los 90 minutos, gracias a las sustituciones pretenden adquirir un “plus” en su funcionamiento, mejorando en aspectos puntuales que quizá no se tenían previstos, aportando un detalle extra al planteamiento, y toda esta responsabilidad recae en 1 solo hombre. Pero ¿quién le asegura al DT que el jugador que va a ingresar ha estado atento al partido desde la banca, ha comprendido y asimilado las indicaciones que se le dan sobre la marcha bajo altas dosis de adrenalina, este en nivel óptimo física y psicológicamente debido a un calentamiento restringido, no se encuentre enojado y con sentimientos de rencor por no haber iniciado, y muchas otras circunstancias que no se toman en cuenta?

 

 

Dentro del cuerpo técnico, y en general dentro de todo el medio futbolístico, se asume como si fuera regla, como si fuera algo lógico, que el jugador que ingresa de cambio tiene que hacerlo mejor que el que estaba, tiene que conseguir que suba el nivel de su equipo, e incluso que su accionar se vea reflejado positivamente en el marcador. Obviamente esto es lo que pretendemos todos, en especial nosotros que estamos desde la banca, pero lo mencionado no se da por arte de magia, se requiere de un trabajo conjunto de todo el cuerpo técnico.

 

 

En primer lugar el DT y sus auxiliares detectando el momento preciso para elegir realizar un cambio, posteriormente decidir quien es el jugador que mejor podría cumplir con las nuevas indicaciones. A la par des esto, el preparador físico debe de guiar al jugador para alcanzar su estado óptimo físicamente, para que al momento de ingresar al terreno de juego pueda estar apto para superar a los jugadores que iniciaron el partido que ya traen varios kilómetros en las piernas. Por último, el psicólogo deportivo debe de hacer una intervención exprés, con el fin de recalcarle los objetivos que éste jugador deberá cumplir, las posibles dificultades y las herramientas para hacerles frente, haciendo que el jugador gane en confianza e ingrese al terreno de juego lo más seguro posible y con un mensaje claro y preciso.

 

 

En mi experiencia, por lo que me ha tocado vivir, estoy seguro que en este rubro, en lo que se refiere al momento y jugador que elijo para realizar los cambios, tengo mucho por mejorar y aprender. Menciono esto, ya que haciendo una reflexión, me conformo con “que pegue” tan sólo uno de los tres cambios que el reglamento me da opción a realizar, y que los otros dos mínimo lo hagan igual. Cuando digo “que pegue”, me refiero a que el jugador que ingreso realice un trabajo muy superior a lo que venía haciendo el jugador sustituido, desequilibrante en el sistema. Casi siempre, mi primer cambio lo utilizo para componer algún imponderable, el segundo con indicaciones generales y altas expectativas (este cambio es el que pretendo sea mi “punch”), y por último, el tercer cambio generalmente ingresa con indicaciones muy específicas (“manda la mayor cantidad de centros que puedas”, “no te separes del 8”, “saca todas las bolas que puedas”, etcétera).

 

 

Para ir cerrando, en el futbol moderno de nuestros días, los equipos con mayor posibilidad de éxito son aquellos que más provecho le sacan al reglamento. Parte del reglamento son las tres sustituciones. Como cuerpo técnico no podemos dejar al azar, (“haber como entra, “ojalá lo haga bien”) esta oportunidad tan importante para mejorar nuestro funcionamiento. Para que los cambios tengan éxito y sean provechosos y para que no exhibamos a nuestros jugadores, esto se debe de entrenar durante la semana, trabajando hasta el cansancio para que todos y cada uno de nuestro jugadores tengan lo más claro posible cual es su función dentro del terreno de juego y cuales son las variantes, manteniendo como eje central nuestra idea de juego.

 

 

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