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Una comparación que puede ayudar




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Como ya lo había comentado en alguna columna anterior, muchas de las cosas que me hacen salir de mis cíclicos pensamientos acerca del futbol vienen de personas totalmente ajenas al deporte.

Me imagino que sucede en todos los ambientes, los sujetos que se encuentran inmersos dentro de un “mundo” específico comienzan a acostumbrarse a situaciones que por el simple hecho de que suceden continuamente, se empiezan a considerar “situaciones normales”, y muy rara vez los involucrados en estos eventos se detienen un momento para cuestionarse el porqué.

 

 

Con la breve introducción del párrafo anterior, hablando de las “situaciones normales” de nuestro futbol, uno de los más claros ejemplos es el continuo cese de los directores técnicos cuando el equipo marcha mal. Recuerdo hace algunos años para que despidieran al DT tenía que tener mínimo 4 meses malos, claro era otro formato, se jugaban torneos largos, de un año. Con la incorporación de los torneos cortos, seis meses, (que en realidad son cuatro), los objetivos se acortaron y la exigencia y la presión para los coaches aumentó. En el presente torneo creo que es en el que mayor presión ha existido, esto se lo atribuyo a la importancia de obtener buenos marcadores durante los juegos de pretemporada, que en tiempos pasados solamente cumplían objetivos de preparación, hoy por hoy, se exige, de igual forma, marcadores favorables.

 

 

Un conocido mío, analista financiero, el cual su labor palabras más palabras menos, se resume a encontrar los mínimos detalles para solucionarlos y así minimizar costos y ampliar las ganancias. Él no se lograba explicar la “situación normal” de despedir a la cabeza del proyecto (DT) cuando no se están obteniendo los resultados esperados. El me hacía la comparación según el entorno que él domina. “Tomando en cuenta que el CEO (Chief executive officer) de un empresa es el equivalente al DT en un equipo de futbol, y que los demás empleados (licenciados, contadores, recursos humanos, etc.) son equivalentes a los futbolistas, la ÚLTIMA decisión que se tomaría por parte del Consejo, si la empresa anda mal, es despedir al CEO”.

 

 

Según él, habría que encontrar dentro de los empleados (los jugadores) los eslabones más débiles, donde hay fuga, y que esto era labor del CEO (el DT). Una vez encontrados estos puntos débiles sigue siendo trabajo del “mandamás” encontrarles solución, ya sea asesorándolos, dándoles capacitación, rotándoles de puesto o, incluso, quitándoles responsabilidades, haciendo todo lo posible por evitar la última instancia, la cual sería despedirlos, porque al igual que es demasiado complicado dar de baja a un jugador a medio torneo, sucede lo mismo a nivel empresarial.

 

 

Después de la breve cátedra que me dieron de cómo funciona una empresa cuando las cosas van por mal camino, pude darme cuenta de que había algunas similitudes, pero también grandes diferencias. Por ejemplo, no me cabe duda que todos los DT, cuando su equipo no esta obteniendo los resultados esperados, comienzan a hacer cambios, ya sea de jugadores, de sistema, de tipo de entrenamiento, de funciones específicas en los jugadores, o muchas otras más. Esta es una similitud. Pero una gran diferencia son los tiempos. Los tiempos en el futbol, en especial en el futbol mexicano, son cada vez más cortos, las directivas y aficiones esperan resultados casi casi inmediatos, y están en todo su derecho.

 

 

A esta gran causa, la explicación que le puedo dar, y una vez más basándome en el mundo empresarial, es que mientras no haya proyectos a largo plazo, jamás se obtendrán los resultados esperados. Puede que algún equipo tenga un buen torneo, por demasiadas circunstancias positivas que se junten durante seis meses, y al siguiente torneo, ese mismo equipo está peleando los últimos lugares. Este es un gran ejemplo de que en nuestro futbol mucha gente que toma decisiones no ve más allá de sus narices. Únicamente se preocupan por el resultado del domingo, o ya los muy “visionarios”, por los siguientes cinco partidos.

 

 

Me agrada que comienzan a haber sujetos que se sientan a realizar un plan (dos o tres torneos) basado en sus capacidades y oportunidades. Una vez que deciden cuáles son los objetivos y metas de este plan, hacen lo posible por contratar a la gente que lo puede lograr. Y por último, cuando ya eligieron a las personas adecuadas, las apoyan y CONFÍAN en ellas, por que “supuestamente” esta elección fue algo previamente analizado.

 

 

 

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