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+ Petróleo: ¿dónde está López Obrador? + ¿Derrota por reforma o por su proyecto?




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Luego de haber cargado sobre su protesta contra la reforma energética todo el peso de su fuerza política, el infarto del 3 de diciembre sacó a López Obrador del espacio político y mediático y dejó a su movimiento y sus alianzas en la peor de las orfandades: la de la ausencia del caudillo.

La gran pregunta a estas alturas es más que inquietante: ¿dónde está López Obrador? El ocultamiento de su expediente médico detrás de un hospital privado de precios altos no hace más que alimentar las peores previsiones. El agitador de masas desapareció del radar político durante las dos semanas más importantes de la lucha política contra las reformas estructurales que comenzaron, de hecho, en 1979 con el Plan Global de Desarrollo 1980-1982.

 

 

Inclusive, la lucha contra la reforma energética se presentó como mucho más importante que el combate contra el saldo electoral del 2006 y que todas las batallas organizadas desde 1988 contra el sistema priísta. De ahí que López Obrador deba a sus seguidores una explicación de su ausencia: por enfermedad o por la inevitabilidad de la derrota.

 

 

El problema de los movimientos caudillistas radica en la dependencia de la lucha de un líder insustituible; la movilidad política de Cuauhtémoc Cárdenas careció de dirección política, de programa de resistencia y de horizonte alternativo a las reformas y se agotó en una conferencia de prensa y en unas palabras en el Ángel de la Independencia.

 

 

El PRD de Los Chuchos tuvo que acomodarse entre las aguas agitadas por López Obrador pero dejando abierto un resquicio para no romper definitivamente con el Pacto por México. Y Marcelo Ebrard, paradójicamente, pareció repetir el modelo político de 1994 cuando Manuel Camacho no pudo sustituir a Luis Donaldo Colosio como candidato en 1994 por su ruptura con Salinas por el destape de noviembre de 1993; antes de la enfermedad de López Obrador: Ebrard riñó con el tabasqueño y con el PRD y se quedó en el vacío político como Camacho en 1994.

 

 

SI la presencia física de López Obrador había sido truncada por el infarto de principios de diciembre, su presencia política fue nula después por la mediocridad de liderazgo de Martí Batres Guadarrama y la incapacidad política de Andrés Manuel Jr., pues los dos no pudieron construir un canal de comunicación entre el líder y las masas.

 

 

Existen indicios de que López Obrador fue prácticamente aislado de la realidad para impedir agitaciones que afectarán su corazón enfermo y no le permitieron conexiones con la información política vía noticieros y menos contactos con Batres; y el papel de Andrés Manuel Jr. careció de sensibilidad política para transmitirle certezas a los seguidores que habían quedado pasmados y preocupados por la salud de su líder.

 

 

La falta de liderazgo llevó a la división de la bancada opositora, pues una parte dio el tejerazo contra la democracia al apoderarse del salón de plenos de la Cámara y otra asistió a las sesiones en el local adjunto pero sin lograr abrir una polémica por la negativa del PAN y del PRI a debatir. El liderazgo legislativo del expriísta Ricardo Monreal se agotó en los insultos que no encontraron respuesta y por tanto tampoco pudo encender la polémica.

 

 

Lo que viene es la solución al enigma López Obrador: ¿podrá retomar el liderazgo de la lucha que exigirá aún más energía de la prevista por la derrota en la reforma energética? ¿Se prepara un relevo ante la imposibilidad física del tabasqueño para continuar la lucha como si no hubiera habido infarto? ¿Se reagrupará el PRD ante la declinación del movimiento-partido de López Obrador?

 

 

Pero pase lo que pase en el corto plazo, en lo inmediato la gran pregunta hasta ahora sin respuesta es sencilla: ¿dónde está López Obrador?

 

 

 

 

 

 

 

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