Friday, 29 de March de 2024


+ Chávez y la geopolítica de AL + Cuba, Irán, EU, China, México




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Luego de esconderla durante días, la muerte oficial del presidente venezolano Hugo Chávez planteará cuando menos tres efectos inmediatos: sobresaltará el mapa geopolítico de América Latina, dejará en la orfandad política y sobre todo económica a la Cuba de los hermanos Castro y obligará a un replanteamiento de la diplomacia revolucionaria de la región.

Más que un liderazgo político, Chávez figuraba una posición caudillista con poco sentido histórico que apelaba a la conducción idealista de una revolución socialista continental, aunque estrictamente la ideología de Chávez estaba lejana al socialismo científico y rezumaba más bien un populismo fundamentalista y una retórica antimperialista de los años setenta y ochenta del siglo pasado.

 

 

En el fondo, Chávez carecía de ideas-fuerza pero representaba el financiamiento de gobiernos radicales con el petróleo: Nicaragua y Cuba han llegado a depender de los envíos de dinero y petróleo de Caracas. Con la bendición del anciano patriarca habanero, Chávez era presentado como el sucesor del liderazgo menguado de Fidel Castro y como continuador del ejemplo del fracaso económico y social cubano.

 

 

A Chávez lo sostuvo la retórica incendiaria, su capacidad de movilización de las masas marginadas de Venezuela que iban a las manifestaciones pero seguían siendo pobres, su manejo del petróleo para regalar riqueza aunque a costa del desequilibrio macroeconómico y su afán de gobernar la región desde La Habana, donde por cierto Fidel y Raúl Castro lo mantuvieron en un secuestro médico de varias semanas hasta que repentinamente Chávez fue regresado a Caracas ante las críticas de que salían de La Habana decisiones ejecutivas acreditadas a Chávez pero sin que apareciera físicamente para mostrar su capacidad de gobierno.

 

 

Chávez ascendió a figura regional en el 2002 --apenas a tres años de haber sido electo presidente y luego de la fracasada intentona golpista de 1992-- cuando fue depuesto por algunas horas en un golpe de Estado pero su rescate fue operado personalmente por Fidel Castro desde La Habana vía telefónica con algunos militares leales. Desde entonces, Chávez dependió de la habilidad política y la capacidad de sobrevivencia de la asesoría de Fidel Castro. La historia del frustrado golpe fue narrada por el propio Fidel al periodista Ignacio Ramonet para un libro oficial de memorias del dictador cubano.

 

 

El sueño de Chávez fue convertirse en el sucesor real del liderazgo revolucionario de Fidel, pero en un escenario regional poco refractario al viejo socialismo autoritario tipo soviético. Los países que siguieron el sendero socialista en realidad han optado más por la retórica que por el modelo dictatorial de partido único: Bolivia, Ecuador, Argentina, Paraguay, Uruguay, Nicaragua y El Salvador han derivado en gobiernos unipersonales, basados en liderazgos políticos de lenguaje radical, con ideologías socialistas más cercanas al neopopulismo que a la dictadura del proletariado y sin modificación de la estructura de clases en sus sociedades.

 

 

La sobrevivencia del socialismo tropical de Chávez --a diferencia del de clase y dictatorial de los Castro en Cuba-- fue posible en la medida en que al final de cuentas no afectó la relación de clases en sus países y en la región y se agotó en programas sociales asistencialistas, aunque con el costo político, social y económico de utilizar el presupuesto petrolero para paliar la pobreza en algunos sectores y no cambiar la correlación social de fuerzas.

 

 

El modelo bolivariano de una América hispana unida buscó ser sólo una confrontación con la globalización promovida por el Consenso de Washington después de la caída de la Unión Soviética en 1989 y el fin del socialismo estatista y autoritario. Lo paradójico del sueño de Chávez era producto de una mala lectura del marxismo económico y el desarrollo de las fuerzas productivas y la limitación del papel del Estado en la economía. Asimismo, ese fracaso demostró la ignorancia del pensamiento económico latinoamericano que tenía Chávez, un militar intuitivo y con afanes de profeta cristiano, además del agotamiento del enfoque de Fidel Castro sobre la revolución socialista en lo político pero también sin reflexión económica.

 

 

En lo político, Chávez estaba llevando a una parte de América Latina a un peligro juego geopolítico por su alianza con Irán, Irak, China y Rusia pero sólo por su confrontación con los EU por las pasiones sobrevivientes de Fidel Castro. En contra de la estrategia de Chávez operó el hecho de que América Latina nunca ha sido del interés del presidente Barack Obama o del juego geopolítico del Departamento de Estado ni lo fue de George W. Bush, lo que paradójicamente permitió la propia elección de Chávez y el ascenso de gobiernos neopopulistas en algunas naciones latinoamericanas.

 

 

La fragilidad de los gobiernos aliados a Chávez se va a demostrar ahora sin el enfoque geopolítico del propio Chávez, porque el liderazgo de Fidel Castro se apagó hace bastantes años por el peso del autoritarismo dictatorial. La disputa por el poder en Venezuela entre las cabezas de grupos disminuirá la herencia política de Chávez, además de que el propio presidente venezolano se soñó eternamente en el poder y fue descabezando liderazgos sociales alternativos.

 

 

Lo que viene en Venezuela es una lucha por el poder en un país socialmente dividido ante la incapacidad de Chávez para liderar una nación con enormes rezagos y necesidades sociales y adicto a dirigencias autoritarias y populistas ajenas a juegos democráticos.

 

 

En México el efecto Chávez ha sido muy menor, sólo con algunos grupos pululando alrededor de Andrés Manuel López Obrador y de posiciones universitarias de la UNAM. En lo geopolítico, México le dio la espalda a América Latina desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. En estos años, Chávez se encargó de alentar gobiernos radicales en lo retórico pero ninguno con capacidad de liderazgo continental y fue incapaz de definir una alternativa política y económica para la región. Al final, Chávez será una anécdota en la historia política de Iberoamérica.

 

 

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