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Pensamientos malos, bestias iracundas




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La mexicanísima sentencia que a la letra dice: “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”, debería ser considerada en grado de preocupación o cuando menos de nerviosismo por Rafael Moreno Valle, Eduardo Rivera Pérez y hasta por los ilustres legisladores del Congreso del estado si se dieran tiempo de analizar la forma en que la CNTE de los maestros doblegó al Estado mexicano, a los Poderes de la Unión, a la sociedad e incluso a las policías federal y de la ciudad de México.

En Puebla tal vez no tengamos maestros bárbaros, cavernarios, insensatos y trogloditas como si los tienen Oaxaca, Michoacán y Guerrero pero no podemos desentendernos de una Antorcha Campesina que secuestra calles y avenidas de la ciudad el día que se le antoja por el hábito perpetuo de chantajear a los gobiernos estatal y municipal. Y de extorsionarlos tomando como rehén a la sociedad civil.

 

 

¿Cuál es la diferencia, si la hubiera, entre la Antorcha Campesina de Aquiles Córdoba y Juan Celis y los maestros que tomaron el zócalo capitalino, las cámaras legislativas y el aeropuerto internacional Benito Juárez? Ninguna. En el DF desquiciaron las calles, provocaron pérdidas millonarias y materiales y encorajinaron a millones de personas que nada tenían que ver con sus reclamos. ¿Y aquí no pasa lo mismo cuando los antorchistas sentencian condenas públicas en las arterias que se les da su regalada gana?

 

 

La cobija con la que se tapan los antorchos cuando se les critican sus improperios, violaciones al libre tránsito de la gente y a su falta de conciencia cívica generan el calor de que sus demandas son justas y legales. Y tal vez tengan razón, pero la razón que nunca compartirán los poblanos es aquella que viola los derechos de terceros. Aquella razón en la que no tienen vela en el entierro. ¿O ustedes creen que comparten su lucha el automovilista que quedó atrapado en el tráfico, el empleado que llegó tarde a su trabajo, el accidentado que no pudo llegar a tiempo al hospital o el comerciante establecido al que le generaron pérdidas?

 

 

Después del precedente que sentaron los maestros (si así se les puede llamar) la semana pasada en la ciudad de México, ¿qué podrían pensar la banda de Los Aquiles y Los Celis de sus tibios movimientos pandilleriles locales? ¿Qué están varias rayitas abajo? ¿Qué les falta punch? ¿Qué si no sueltan el billete los gobiernos estatal y municipal les rompen todo lo que les puedan romper? ¿O qué?

 

 

Hoy, la CNTE como Antorcha Campesina, están sabidos que pueden someter al Estado Mexicano el día que les plazca y a la hora que se lo propongan. Y que sólo necesitan transformarse en bestias iracundas para lograrlo. Por eso mismo Moreno Valle, el señor Rivera y los chambeadores diputados locales, ilustres y nunca bien ponderados pero jamás igualados, tendrían que ir buscando la manera de amainar los ánimos de unos antorchos que por saber sus beneficios pueden ponerse más, y más, y más, y más pesados.

 

 

 

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