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De dictaduras perfectas a monarquías absolutas




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En las democracias modernas no se sabe quién va a ganar en una competencia. El piso parejo le da probabilidad al peor de los candidatos. Hace años en México, cuando al reinado del PRI solían llamarle La dictadura perfecta, las elecciones eran de mero trámite, sabíamos quién iba a ganar y quién a perder. Era puro simulacro, pura pantomima.

No había emoción por los comicios, frustración sí y enojo también. Sin embargo hoy nos damos cuenta que las cosas han cambiado. Sabemos que en el sistema de partidos, el partido más pequeño puede dar la sorpresa, la campanada dicen. Y eso es bueno porque la gente entiende que hoy su decisión en la urna vale y cuenta.

 

 

Anticipar al triunfador de una contienda, en cualquiera de sus modalidades, es terrible. Y lo es, porque significa que el modelo de competencia además de obsoleto inclina la balanza hacia un solo lado. El juego es de dados cargados, de mano negra, de chanchullo y de toda clase de trampas.

 

 

La democracia de la Buap no tiene por qué ser distinta a la de los partidos políticos, no. No debe. No es correcto. Sus métodos de selección pueden variar pero en esencia su democracia interna tendría que legitimar al ganador. Claro, en una competencia limpia. Sin embargo el ambiente que priva y el aire que se respira dentro y fuera de la Máxima Casa de Estudios del Estado, es que el triunfador no puede ser otro que Alfonso Esparza Ortiz, actual rector interino.

 

 

Saber que Esparza va a ganar porque tiene el control de la estructura electoral de la universidad y la bendición del señor gobernador es un argumento reprobable. Vergonzante pues. ¿Por qué? Porque entonces quiere decir que el sistema de gobierno de la BUAP es monárquico, de un rey, al estilo de España, Inglaterra, Austria, Bélgica y de otros países de Europa.

 

 

Digamos que lo que hoy ocurre en la universidad es lo mismo que ocurría con el PRI hace más de 80 años. Saber que ganará Alfonso Esparza y que perderán sus oponentes Samuel Tovar Ruiz y Daniel Alcántara León no favorece ni su sistema de competencia ni su democracia académica ni su reputación en cuanto a comicios internos se refiere.

 

 

La semana pasada un número considerable de chicos de preparatorias y unidades académicas del interior del estado fueron movilizados (sin el consentimiento de sus padres) hacia la ciudad de Puebla para nutrir mítines en favor de Esparza. Sí, como lo hacen los partidos políticos; también, les pusieron autobuses y les dieron su torta y su refresco. Por cierto, en las monarquías absolutas es quehacer de un rey nombrar a su sucesor, así como Enrique Agüera hizo con Alfonso Esparza.

 

 

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