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Quien gane Puebla tendrá de enemigo a un presidente o a un gobernador




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Al rector de la BUAP, Enrique Agüera, hay que reconocerle su atrevimiento de querer ser alcalde de Puebla en la peor crisis política que sostiene un Presidente de la República y un gobernador poblano en turno. Su verdadera identidad partidista fue revelada cuando se tomó la fotografía con César Camacho Quiroz y sus pares priistas que tienen el mismo antojo.  

 

La política, como las buenas y malas rachas de los deportistas, tiene metido al estado local en un dilema de mala suerte. A como se ven las cosas en este momento, el pronóstico apunta a que si Enrique Peña Nieto y Rafael Moreno Valle no subsanan sus diferencias, la ciudad de Puebla quedará metida entre las patas de los caballos junto con su alcalde. Eso quiere decir que gane quien gane, sea del PRI o de una alianza antinatura, tendrá de enemigo a un gobernador o a un Presidente de la República, según el caso.

 

 

Vaya lío futurista el de querer hacerse de un enemigo de pelo y medio. Agüera es atrevido porque si fuera designado candidato, la única manera como podría lograrlo sería por dedazo, dadas las circunstancias de que nunca ha sido un priista público. ¿Me explico? La diferencia se ve si lo cotejamos con Enrique Doger, Pepe Chedraui, Víctor Giorgana o Víctor Gabriel Chedraui, priistas ellos a prueba de balas.

 

 

¿Cómo reaccionará el priismo poblano si el dedazo se consuma? Se entiende que los demás aspirantes se disciplinarán al viejo estilo, pero no será fácil que la militancia de a ras de suelo acepte el endilgamiento electoral. Allí está el imponderable; y también, la razón de por qué el CEN del PRI quiere apresurar la designación del candidato. Véalo usted mismo con esos ojos que algún día se comerán los gusanos. Familiarizar a Agüera con el priismo poblano al cuarto para las doce no es chopearse una chilindrina en chocolate ni querer tomarle ventaja al PAN, es una cirugía interna.

 

 

Sería natural que Doger fuera candidato tricolor como también lo sería que lo fueran los demás pretendientes, insisto, a excepción del rector de la máxima casa de estudios. El asunto es que su priismo manifiesto tiene 10 días de nacimiento, digamos que un suspiro, la duración de un beso furtivo. Desde mi punto de vista, placear a Agüera con Camacho Quiroz y con los demás aspirantes del PRI fue un error; si la idea vigente era imponerlo, la mejor forma hubiese sido por el flanco ciudadano.

 

 

Se dice del rector de la BUAP que si llegara a ganar ganaría también el gobernador, por ser su amigo. Me parece que no. Si Agüera fuera candidato priista y ganara, el Presidente de la República le diría en una frase muy corta quién sería su jefe y quién su enemigo. Así de sencillo. El rector es inteligente y sagaz pero no tanto como para tomarle el pelo a un presidente y a un gobernador al mismo tiempo como si fuesen unos chiquillos. Por cierto, ¿cuándo renunciará al cargo de rector por ética personal y sentido común?

 

 

 

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