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El riesgo del contagio puede crear un Gran Frente Opositor




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Los procesos de modernización económica requieren una intervención quirúrgica para no unir a los descontentos. Razones no faltan para iniciar un proceso de desestabilización social porque las reformas de los últimos 20 años han generado una gran cantidad de descontentos de aquellos que, con razones o no, han perdido privilegios que el sector privado ha ganado

Las 15 horas de vuelo entre San Petersburgo y México, escala incluida en Canadá, será probablemente el lapso de tiempo más decisivo del sexenio de Enrique Peña Nieto. Ahí, en la íntima intimidad del avión presidencial, elegirá qué batalla peleará de entre la reforma energética o la reforma fiscal, o si finalmente, lanzará ambas al mismo tiempo. La evaluación no puede pasar por alto el riesgo de contagio entre las diversas disidencias. Una prueba palpable de lo que podría constituir ese Gran Frente Opositor ocurrirá el próximo domingo, cuando Andrés Manuel López Obrador regrese a la escena pública para activar su plan de resistencia en contra de la privatización petrolera, y su probado músculo sea fortalecido con otros movimientos en pie de guerra. Lópezobradorismo más la CNTE —que no baja los brazos— los anarquistas violentos, los remanentes del SME y hasta los redivivos barzonistas.

 

 

El gobierno federal ganó la guerra por la reforma educativa y con ello ganó crédito para la próxima batalla. La CNTE, sin embargo, no se da por derrotada porque sabe que su fracaso en detener el proceso legislativo puede ser la victoria en frenar la implementación. Me explico.

 

 

Como el miedo no anda en burro, el todopoderoso SNTE fue un convidado de piedra en la discusión sobre la reforma educativa, cediendo el protagonismo mediático y la movilización a su disidencia de la CNTE. Ninguno de los líderes seccionales y mucho menos Juan Díaz Torre quieren verse en el espejo de Elba Esther Gordillo: amanecer en la cárcel con cargos de enriquecimiento ilícito. Por eso han escogieron un bajo perfil, dejando la estridencia a la Coordinadora. Pero el efecto contagio empieza a crecer. Las bases magisteriales, lenta pero de forma consistente, comienzan a rebelarse.

 

 

El ejemplo de ese contagio ocurrió el miércoles pasado cuando maestros del BINE, en la zona metropolitana de la capital, así como en varios municipios del interior, ejecutaron un paro de labores que tomó por sorpresa a la SEP, pero sobre todo a los líderes de las secciones 23 y 51. A toda prisa tendieron una cortina de humo y, en el mismo BINE, convocaron a una reunión con carácter de urgente a los líderes del paro para lanzar un mensaje de intimidación: si la rebelión se desbordaba, perderían los beneficios de la negociación contractual con el gobierno morenovallista, así como su cheque con el aumento salarial retroactivo. Los ánimos se caldearon y es la hora en que todavía no recobran el control.

 

 

Se entiende que el BINE haya sido el epicentro de la revuelta simulada: una de las disposiciones en la Ley del Servicio Profesional Docente es que cualquier mexicano podrá optar al concurso de plazas, es decir, las Escuelas Normales pierden el monopolio de la formación magisterial. En otras palabras, los jóvenes que estudian ahí están perdiendo su tiempo. Multipliquen el descontento por todas las Normales del país. Un caldo de cultivo para que la CNTE crezca en influencia ante el descontento de la base por la escasa defensa de sus derechos que hizo el SNTE. Aunque la Coordinadora pierde a diario la batalla por la opinión pública, la gana entre las bases magisteriales.

 

 

Los procesos de modernización económica requieren una intervención quirúrgica para no unir a los descontentos. Razones no faltan para iniciar un proceso de desestabilización social porque las reformas de los últimos 20 años han generado una gran cantidad de descontentos de aquellos que, con razones o no, han perdido privilegios que el sector privado ha ganado. Un país en el que las mayorías pierden y las minorías ganan es un caldo de cultivo para el descontento. Las sucesivas reformas que ha vivido el país, jubilaciones, laboral, fiscal, se han traducido en empobrecimiento generalizado.

 

 

El periodista Samuel García demostró ayer en su columna que parte de la recesión económica está provocada por “una importante caída en el consumo de las familias derivada de una alta inflación en alimentos y transporte, pero también de la mala calidad de los empleos recientemente generados que erosionó el poder adquisitivo de las familias (…) Los datos de INEGI nos dicen que los empleos, formales e informales, creados durante 2012 y 2011 (excluyendo a los ocupados que no reciben ingresos y a los “no especificados”), fueron empleos con ingresos muy bajos. Se destruyeron 396 mil 996 empleos con salarios equivalentes que van de tres a cinco salarios mínimos y 100 mil 951 empleos con salarios mayores al equivalente a cinco salarios mínimos. En cambio se crearon 551 mil 211 empleos con salarios de hasta un salario mínimo; 662 mil 342 empleos con salarios de entre uno y dos salarios mínimos; y 481 mil 2 empleos con salarios de entre dos y tres salarios mínimos.

 

 

 “Es decir, se destruyó casi medio millón de empleos con salarios superiores a 5 mil 609 pesos al mes, y se crearon casi 1.7 millones de nuevos empleos con ingresos por debajo de ese salario. Un fenómeno que también —adicionalmente a la inflación que señalábamos líneas arriba— erosionó el poder de consumo de las familias, la demanda interna, la expansión del mercado interno y el crecimiento de la economía”. Hasta ahí la larga pero necesaria cita. Las cifras, por supuesto, se agravarán con la reforma laboral aprobada en noviembre pasado que permiten la contratación a tiempo parcial.

 

 

Las 15 horas de vuelo que Peña Nieto usará para regresar a México desde San Petersburgo le servirán para analizar la conveniencia de unir reformas, y por consecuencia lógica, también unir opositores en un Gran Frente Social no visto, quizá, desde hace un siglo con la Revolución mexicana. Si en verdad, el 8 de septiembre se presenta una gran reforma fiscal, así como la ya comentada iniciativa de reforma energética, hay que prepararse para los 120 días más emocionantes en la Historia Moderna del País.

 

 

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