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La transición municipal tersa empieza a acelerar




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Gobernar una ciudad como Puebla es tarea exigentísima de 24 horas. Gali tiene suficiente capital político para emprender una revolución de la ciudad que nos saque de los últimos lugares en el ranking del Imco y del Doing Bussines.

Antonio Gali Fayad no para. No apenas acaba de regresar de Medellín, Colombia, donde hizo amistad con el presidente de la región Aníbal Gaviria, quien ya comprometió su presencia para la toma de protesta, y ya tiene las maletas listas para viajar a Barcelona el próximo 20 de noviembre a la Cumbre Mundial de las Smart City, invitado por los alcaldes de la capital catalana y de Bilbao. Entre periplo y periplo, el alcalde electo continúa, a la vez, con el periodo de transición, con la definición de los perfiles de aquellos que se integrarán a su gabinete. Además, con los foros ciudadanos que será la simiente del Plan Municipal de Desarrollo, y en estos días, entrará a la batalla del Presupuesto Federal cabildeando en San Lázaro recursos. Todas tareas estratégicas para darle forma a su gobierno, pues el tiempo sigue corriendo y del largo impasse ya sólo quedan poco más de tres meses.

 

 

La reingeniería gubernamental que aplicará Gali a la administración municipal pasa por resolver una de las dudas fundamentales: qué va a pasar con Fernando Manzanilla. El ex secretario general de Gobierno es quien recibe toda la información que les proporciona la administración riverista, siempre bajo el supuesto de que les entregan todo lo que a ellos conviene. En teoría, Manzanilla se encarga de organizar los Foros Ciudadanos, recibir las propuestas y sistematizarlas para ir conformando el Plan Municipal de Desarrollo. En resumen, el diputado plurinominal electo es quien más sabe de la transición, así como del próximo gobierno. Pero lo increíble es que no tiene pensado incorporarse a él, sino asumir su curul el próximo 15 de enero. Y eso quién sabe.

 

 

Por supuesto que se trata de una contradicción absoluta que el responsable de la transición y encargado de diseñar el gobierno municipal no tenga contemplado colaborar con él. Y no porque Gali no quiera, sino porque el propio Manzanilla ha expresado que no tiene deseos de regresar a la administración pública, sea estatal o municipal, porque desea dedicar parte de su tiempo a reactivar sus empresas. ¿Entonces?

 

 

Además de las múltiples tareas que enfrenta el alcalde electo, quizá la más acuciante sea definir el capital humano que lo acompañará en el larguísimo gobierno de casi cinco años. ¿Quién será el cerebro estratégico si Manzanilla sostiene su postura de no incorporarse? Algunos de los nombres que suenan, por ejemplo Mario Riestra Piña, también tiene un panorama complicado en el Congreso local con la definición del presupuesto, la resolución de los conflictos limítrofes y la redefinición del papel de las juntas auxiliares.

 

 

Pero tampoco se puede descuidar el tema político y de los dineros. El próximo jueves Tony Gali asistirá a la Cámara de Diputados acompañado por Eduardo Rivera, donde plantearán a la bancada panista la carpeta de proyectos por un orden de mil 800 millones de pesos para el próximo año. La gestión del presupuesto se ve difícil, ya que si a Puebla únicamente le están dando un raquítico aumento que equivale apenas al crecimiento de la inflación. ¿Cuántos recursos podrán arrebatar para el municipio?

 

 

Tampoco puede pasarse por alto que Gali será el jefe político de la ciudad en los próximos cinco años, y en esa medida seguramente ha pedido derecho de voz y voto en la definición del próximo presidente del Comité Municipal del PAN, y quizá eso sea la razón de que hasta el momento no se haya producido el acuerdo entre los grupos. Aunque el nombre de Pablo Rodríguez Regordosa sigue sonando fuerte, ¿no sería más sensato esperar que Eduardo Rivera culmine su gestión y el nuevo alcalde pueda validar nombres para el PAN? Al fin y al cabo, Gali será responsable de lo que electoralmente ocurra en la capital en los comicios de 2016 y 2018.

 

 

Una tarea más es el replanteamiento de la estrategia de seguridad pública. Luego del regreso de los últimos 203 policías al control del gobierno estatal, el estado de fuerza en el municipio es raquítico, de apenas mil 478 elementos. En campaña, Gali prometió crecer el estado de fuerza a 3 mil elementos. ¿Cómo le va a hacer si la Academia Municipal apenas egresa aproximadamente 150 nuevos policías al año? ¿No sería conveniente que los 900 elementos que el gobierno municipal perdió en los últimos tres años se volvieran a incorporar? Gali simpatiza además con el proyecto de una coordinación metropolitana, pero para eso municipios como San Pedro y San Andrés Cholula tendrían que dar su brazo a torcer. ¿Quién se va a encarga de la negociación?

 

 

Hasta la transición municipal ha sido tersa, pero en la medida en que el tiempo siga corriendo los expedientes se siguen acumulando en el escritorio del alcalde electo. Gobernar una ciudad como Puebla es tarea exigentísima de 24 horas. Gali tiene suficiente capital político para emprender una revolución de la ciudad que nos saque de los últimos lugares en el ranking del Imco y del Doing Bussines. El reloj político del alcalde electo no se va a detener.

 

 

 

 

 

 

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