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En Tehuacán, ¿todo es culpa de Ernestina?




Escrito por  Carlos Montenegro
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Esta semana que empieza podría traer consigo serios problemas para la alcaldesa del municipio de Tehuacán, Ernestina Fernández, en virtud de que un grupo de regidores y ciudadanos alzarán la voz para expresar su inconformidad ante el recrudecimiento de hechos delictivos acrecentados durante los últimos meses en esa ciudad cercana a Veracruz.

Sumado a la inseguridad, prevalece la antipatía por la intromisión abierta y evidente en decisiones del gobierno municipal por parte del esposo de la presidenta, el político Álvaro Alatriste Hidalgo, a quien acusan de crear el marcado divisionismo prevaleciente en el cuerpo edilicio tehuacanero, el cual se extiende a las distintas áreas administrativas que conforman la estructura orgánica municipal.

 

 

Ha trascendido que el descontento ha irritado a los inconformes a grado tal que esta semana un grupo de regidores podría incluso proponer la separación de Ernestina Fernández del cargo de presidenta municipal.

 

 

De resultar cierta la hipótesis antes mencionada, podría pensarse que el movimiento revestiría coloridos tintes políticos que poco aportarían tanto a la solución del problema de inseguridad pública como a la cohesión entre los funcionarios municipales y estabilidad gubernamental.

 

 

Los hechos violentos registrados en Tehuacán durante el gobierno de Ernestina Fernández forman parte del momento histórico prevaleciente en la República mexicana, que además contribuyen a desmentir la oficialmente trillada versión versada en torno a que Puebla es una entidad segura, de tal forma que, etiquetarla como responsable única del grave problema sólo contribuiría a profundizar más el desgobierno e inestabilidad del que se quejan los inconformes.

 

 

No obstante, la alcaldesa tampoco puede sustraerse de la alta responsabilidad asumida ante el pueblo de Tehuacán, que le otorgó el poder a través de un innegable ejercicio democrático electoral, Ernestina Fernández, el gobierno federal y el gobierno del estado, e incluso sus detractores están obligados jurídica y moralmente a unificar voluntades para atender y empezar a solucionar un problema que afecta a quienes menos responsabilidad llevan en el mismo, es decir, a la sociedad de Tehuacán.

 

 

Por otra parte, de seguir las circunstancias en este tenor en el que se desarrollan, las consecuencias políticas en Tehuacán para el PRI podrían ser adversas dado el convulsionado clima, gubernamental, social y político.

 

 

Ranulfo Márquez, secretario de la Sedesol en Veracruz

 

 

El ex delegado del PRI en Puebla, Ranulfo Márquez Hernández, fue nombrado secretario de Desarrollo Social por parte del gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa. En la biografía política de Ranulfo Márquez Hernández, figuran cargos de elección popular como diputado federal, presidente del Comité Directivo Estatal del PRI en Veracruz; mientras que en su actividad empresarial destaca haber sido propietario del equipo de béisbol Petroleros de Minatitlán Veracruz, en la Liga Mexicana de Béisbol.

 

 

Aceptables resultados de Carlos Alberto Morales en Huejotzingo y Enrique Rivera en Chignahuapan

 

 

En el previo de los informes de gobierno municipal que habrán de rendir los 217 alcaldes del estado de Puebla, empiezan ya a notarse palpables diferencias entre los gobiernos antecesores y los actuales, como un claro ejemplo podría citarse el de Carlos Alberto Morales Álvarez en Huejotzingo, quien a través de un ejercicio coordinado con los gobiernos federal y estatal ha logrado ofrecer resultados tangibles para los habitantes radicados en la cabecera municipal y sus respectivas juntas auxiliares.

 

 

Otro caso similar es el de Enrique Rivera Reyes, quien en su carácter de presidente municipal de Chignahuapan también ha ejercido un gobierno moderno caracterizado por la asociación de esfuerzos entre los tres órdenes de gobierno incluyendo a los ciudadanos.

 

 

Los dos pertenecen a la joven generación de políticos priistas universitarios, ambos con arraigo y ascendencia ciudadana, cada uno en su demarcación, sin duda con muchas expectativas de crecimiento político, al tiempo.

 

 

 

 

 

 

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