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La extremaunción del PRD nacional y del poblano




Escrito por  Julian German Molina Carrillo
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Ante el anuncio de las candidaturas del Partido de la Revolución Democrática a las diputaciones federales por la vía plurinominal y de los candidatos que buscarán ganar por mayoría las próximas elecciones del primer domingo de junio del presente año, los mexicanos somos testigos de la franca e inmoral descomposición del perredismo

Ante el anuncio de las candidaturas del Partido de la Revolución Democrática a las diputaciones federales por la vía plurinominal y de los candidatos que buscarán ganar por mayoría las próximas elecciones del primer domingo de junio del presente año, los mexicanos somos testigos de la franca e inmoral descomposición del perredismo; no sólo a nivel nacional por la renuncia de prominentes fundadores y líderes morales como Cuauhtémoc Cárdenas, el desprecio a ex funcionarios como Marcelo Ebrard —negándole una candidatura—, la protección a ex gobernadores como Ángel Aguirre en Guerrero y, sobre todo, la venta inmoral y descarada de candidaturas por los Chuchos, que con la llegada de Navarrete continúan con sus negociaciones y componendas para buscar obtener a toda costa beneficios económicos en todos los estados del país, sin importar liderazgos, principios ideológicos o militancia, han sometido las candidaturas a procesos de mercantilización para dar cabida a personajes ajenos al Partido o que decidieron cambiarse al PRD para buscar una posición que les fue negada en otros institutos políticos.

 

 

Hoy, lo que prevalece al interior del PRD es una lucha por las mejores posiciones, replicando las viejas prácticas que antes criticaron en otros partidos como el PRI y el PAN: los candidatos “chapulines” y los “Juanitos” que tan buenos dividendos les han dado en el gobierno del Distrito Federal.

 

 

Realmente es muy poco o casi nada lo que se puede rescatar del Sol Azteca, a excepción del DF y estados como Guerrero, Michoacán y Morelos en que se pondrá a prueba su voto duro, si es que aún prevalece, pero que no le será suficiente para alcanzar posiciones en el próximo Congreso, ya que, según los pronósticos de especialistas, con la salida de Andrés Manuel López Obrador y el registro de su partido Morena, la base ciudadana del perredismo —en su mayoría— se incorporará a este nuevo partido, donde las negociaciones y corrupción de sus líderes y corrientes han rebasado cualquier intento de cambio para ser una opción de gobierno identificada con los ciudadanos.

 

 

En el caso de Puebla, hasta antes del actual gobierno, el PRD nunca había ganado la gubernatura, ni la presidencia municipal de la capital, a lo más que ha aspirado es a obtener una que otra diputación local y una que otra alcaldía, pero realmente su fuerza política en los procesos en que ha contendido solo, no rebasa más allá del 4 o 5 por ciento del padrón electoral, quedando abajo de partidos como el Verde Ecologista y el Panal.

 

 

Incluso, ganando el actual gobernador gracias a la alianza de partidos al PRI, el perredismo no obtuvo posiciones relevantes en el gabinete, ni ha sido capaz de articular una fuerza que apoye a sus militantes y simpatizantes. Simplemente fueron los tontos útiles de la elección, renunciando a su ideología y convirtiéndose en comparsa de las decisiones y actos del gobierno estatal, lo que ha reducido su fuerza y peso político a casi nada, lo que se reflejará en las urnas el domingo 7 de junio: con candidatos sin arraigo, ni presencia en los distritos ya que son producto de acuerdos de la cúpula del partido y con nulas posibilidades de ganar algún distrito.

 

 

Sin el apoyo de los demás partidos que hicieron la coalición Compromiso por Puebla, del PRD poblano no queda nada, ya que ningún poblano en su sano juicio podría confiar en sus propuestas porque en los hechos lo único que han demostrado es ser un partido clientelar que renunció a apoyar a las clases desprotegidas y grupos vulnerables del estado y para muestra ahí están las votaciones de sus diputados en el Congreso estatal, con un nulo trabajo legislativo, apoyando iniciativas como la Ley Bala, la privatización del servicio del agua potable, la ley de expropiación, el cierre de los verificentros y la fotomulta.

 

 

Llegó la hora de pasarles factura en las urnas.

 

 

 

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