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Como le dijimos ayer




Escrito por  Gabriel Sánchez Andraca
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LA PETICIÓN DE LOS PANISTAS, DE DESAPARECER los Poderes del Estado de Guerrero fue desechada por no tener sentido.

La desaparición de Poderes en un Estado de la Unión, procede cuando los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, dejan de funcionar y, en el caso de Guerrero los tres están trabajando, tal vez no con normalidad, porque hay una situación difícil ahí, pero siguen funcionando.

 

 

Lástima que un problema tan grave como el que se confronta en la vecina entidad quiera ser aprovechado electoralmente por un partido político.

 

 

Y es de entenderse, el PAN es un partido casi inexistente en Guerrero. Su presencia ahí se concreta a una dirigencia estatal y a unas cuantas dirigencias municipales.

 

 

Hasta el gobierno de José Francisco Ruiz Massieu, en Guerrero, prácticamente no existía la educación privada de tipo confesional y los panistas que había, eran casi todos egresados del Seminario Conciliar católico, una vieja y venerable institución educativa que preparaba a jóvenes para seguir la carrera sacerdotal, básicamente, aunque como en la entidad suriana no había instituciones de educación media superior y superior, muchos alumnos llegados de todo el estado, siguiendo los sabios consejos de un obispo, hidalguense por cierto, don Francisco Campos y Ángeles, se inscribían aunque no tuvieran vocación sacerdotal pues, dijo el buen obispo que “aunque no lleguen a ser sacerdotes, serán buenos cristianos”. No sabemos si fueron buenos cristianos, pero algunos fueron candidatos del PAN o por lo menos votaban por ese partido.

 

 

El Partido Acción Nacional no sigue la máxima de su fundador, don Manuel Gómez Morín, de hacer de su partido una “escuela de política”; en ese aspecto siempre le ha llevado la delantera el PRI que durante mucho tiempo tuvo escuela de cuadros, que ahora ha revivido el poblano Guillermo Deloya Cobián con buenos resultados, al graduarse en una nueva generación más de 300 integrantes de todo el país y 20 de Puebla.

 

 

La izquierda también tuvo buenas escuelas de cuadros en los tiempos del Partido Comunista Mexicano, pero esa tradición se perdió con el tiempo.

 

 

Los problemas que estamos viviendo en México se deben precisamente a la falta de oficio, de capacitación política de los militantes de los partidos.

 

 

Y vemos con horror casos como el más reciente de los panistas de Guerrero, que siendo allá un partido tan pequeño, llegan al asesinato, según los informes oficiales, de un dirigente, sólo por disputarse una posición de candidato a diputado.

 

 

El PAN fue hasta la llegada del neoliberalismo en México, un buen partido de oposición en el que militaba gente de clase media en general, con dirigentes de clase media ilustrada, cristianos, de buenas costumbres, casi siempre egresados de escuelas o colegios particulares de tipo confesional.

 

 

Al pasar el PAN a depender de la clase empresarial, en las elecciones de 1988, todo cambió en ese partido que empezó a aceptar a cualquier hijo de vecino, con tal de llegar al poder. Y como dijo el ex dirigente nacional del partido blanquiazul, Manuel Espino, ganaron el poder y perdieron el partido, porque puede usted estar seguro que los panistas que participaron en el asesinato de su dirigente, no saben nada ni de la historia y menos de la doctrina y propósitos del panismo. Como muchos de los que hoy andan metidos en todos los partidos, sólo tienen interés en el poder y en el dinero.

 

 

SON MUCHOS LOS PRIISTAS QUE VEN CON desconfianza, por decir lo menos, la forma en que se ha integrado el Comité Directivo Estatal.

 

 

Afirman que en la lista sólo figuran cinco elementos más o menos conocidos, con alguna experiencia partidista y administrativa.

 

 

Nos dijeron que Raúl Pérez Carreón, secretario de Organización, fue dos veces presidente municipal de Oriental y que cuando pretendió ir por tercera vez, no se le designó candidato y en venganza él no tomó parte en la campaña y dejó que su partido perdiera la elección.

 

 

El secretario de Operación Política es David Espinosa, que fue ya diputado local y antes presidente municipal de Chietla. Pertenece al grupo del licenciado Javier López Zavala.

 

 

Gerardo Mejía es secretario de Acción Electoral: fue regidor en el Ayuntamiento de la ahora senadora Blanca Alcalá y diputado local en la legislatura pasada, pues suplió al ahora legislador federal José Luis Márquez Martínez, cuando éste se fue a pelear la diputación que ahora ocupa.

 

 

El secretario de Vinculación con la Sociedad Civil es el contador Jorge Ruiz Romero, quien fue tesorero municipal en el Ayuntamiento que presidió el diputado federal y ex rector de la BUAP, Enrique Doger Guerrero. Es esposo de Sandra Montalvo, que fue regidora en el Ayuntamiento pasado y diputada local.

 

 

Finalmente mencionan a Alberto Sánchez Barranco, que fue coordinador del Movimiento Territorial Urbano, jugó como candidato a diputado local en la pasada elección y perdió. Es en el nuevo Comité Directivo Estatal, secretario de Gestión Social.

 

 

Fuera de estos cinco, los priistas no saben ni los nombres de los demás. Afirman que son ilustres desconocidos dentro del partido y que ignoran cómo va a trabajar la nueva dirigencia para rescatar al tricolor que en Puebla pasa su peor época, con un equipo tan mediano o menos que mediano, como el que se ha formado ahora.

 

 

 

 

 

 

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