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¡Qué vivan las Candidaturas Comunes aunque muera el PRI!




Escrito por  Arturo Rueda
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La subsistencia de las candidaturas comunes es tan importante para el proyecto de Moreno Valle como lo fue para Peña Nieto detener la alianza PAN-PRD en su sucesión. Ya se sabe que la política, como las salchichas, están hechas de cosas asquerosas: el mexiquense instruyó el voto del PRI en San Lázaro para la aprobación de una reforma fiscal a cambio de un pacto secreto firmado en Bucareli entre los dirigentes César Nava y Beatriz Paredes, por el que Acción Nacional se comprometía a no ir en coalición con el Sol Azteca en la elección del Estado de México

Acción Nacional ejerció con éxito el derecho al chantaje: no habrá discusión de las leyes secundarias energéticas hasta que las nuevas leyes electorales en las 31 entidades federativas hayan sido aprobadas. En un acuerdo cupular aceptado por el gobierno federal, el límite máximo para su aprobación será el 24 de junio, por lo que en un plazo de tres semanas todos los congresos estatales, incluido el de Puebla, deberán ponerse a trabajar para armonizar sus normativas con la nueva Ley de Partidos Políticos y Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales. La reforma política ya llegó para compaginar en los nuevos lineamientos las atribuciones del Órgano Público Electoral (OPL) con la facultad de atracción del Instituto Nacional Electoral (INE).

 

 

La discusión de las nuevas leyes electorales en Puebla tendrá su epicentro con la regulación de las candidaturas comunes. El PRI quería desaparecerlas, pero en el Senado se avaló que cada estado determinará qué hacer en sus leyes locales. El escenario está cantado: aunque Víctor Giorgana y su minibancada harán todo para detenerlas, la aplastante mayoría legislativa del morenovallismo las aprobará sin mayor problema. Así que los priistas deben ir haciéndose a la idea de que en 2016 y 2018 competirán con una maquinaria semejante a la que los aplastó en 2013.

 

 

Giorgana y su minibancada se aferran a un clavo ardiente: así como el PAN nacional ejerció su derecho al chantaje, también debe hacerlo el CEN tricolor. “Alguien” —entiéndase el presidente Peña Nieto, el secretario Osorio Chong o el presidente del CEN César Camacho— deberían hacerle saber a Moreno Valle que no será bien visto que utilice su mayoría legislativa para imponer la figura de candidaturas comunes. O sea, el gobernador poblano debe ser detenido desde la Federación.

 

 

Esperanza vana: no hay ningún elemento que justifique esa supuesta “intervención” del gobierno federal para frenar las candidaturas comunes. La votación la dejaron libre desde que el Senado dejó al arbitrio de las legislaturas de los estados su regulación. Si en verdad el PRI hubiera querido imponerse a Moreno Valle, lo hubiera hecho desde ahí. Pero no. Los tricolores poblanos se quedaron solos —otra vez— en su inmensa soledad.

 

 

La subsistencia de las candidaturas comunes es tan importante para el proyecto de Moreno Valle como lo fue para Peña Nieto detener la alianza PAN-PRD en su sucesión. Ya se sabe que la política, como las salchichas, están hechas de cosas asquerosas: el mexiquense instruyó el voto del PRI en San Lázaro para la aprobación de una reforma fiscal a cambio de un pacto secreto firmado en Bucareli entre los dirigentes César Nava y Beatriz Paredes, por el que Acción Nacional se comprometía a no ir en coalición con el Sol Azteca en la elección del Estado de México.

 

 

Quizá la firma de ese pacto secreto —que después fue filtrado a la prensa— fue la causa eficiente del regreso del PRI a Los Pinos en 2012. Si una coalición PAN-PRD hubiera ganado el Estado de México a Eruviel Ávila, si un gobernador ajeno al PRI hubiera destacado malos manejos financieros y excesos, es probable que Peña Nieto no hubiera ganado la presidencia. También es posible que Felipe Calderón supiera que al aceptar ese pacto secreto estaba firmando la sentencia de muerte del PAN pues dejaron ir la última oportunidad de acabar con el entonces gobernador mexiquense.

 

 

Pero en política, las coyunturas le ganan a los cálculos. Es probable que nadie desee en el gobierno federal que en el estado haya candidaturas comunes. Es probable que Peña Nieto, Osorio Chong, César Camacho, sepan que es el último clavo del ataúd de un partido agonizante en Puebla. Incluso saben que es probable que con esas candidaturas, más una hipotética victoria en 2016, Moreno Valle llegará a 2017 lanzado para asumir la candidatura presidencial del PAN, y en una de esas la del PRD.

 

 

Pero la coyuntura manda: el gobierno federal, Peña Nieto y Videgaray, necesitan el voto del PAN para aprobar las leyes secundarias energéticas porque con el PRD ese tema es imposible negociarlo. Y en el chantaje legislativo, se han visto obligados a hacer concesiones como las candidaturas comunes de Moreno Valle en Puebla. El mismo tipo de concesión que le dio Calderón a Peña Nieto con el pacto secreto de Bucareli. Luego terminan arrepintiéndose, pero mientras, como dicta el argot, hay que sacar los acuerdos.

 

 

*** Se acabó el caos de las delegaciones.El caso del inepto Salvador Aguirre Valencia al frente de la SCT local prendió las alarmas junto con otros semejantes en todo el país. El presidente Peña Nieto cortó por lo sano y determinó que el delegado de Gobernación sea el coordinador de todos los representes del gobierno de la República en cada estado.

 

 

Así, en Puebla, Juan Molina Arévalo por fin tiene autoridad para poner en orden todas las delegaciones. Se tardaron 18 meses, pero ya hay quien jale las orejas a ineptos como Salvador Aguirre Valencia. A ver si ahora sí se acabó la anarquía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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