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EPN se juega la vida en 2015, pero no sabe cómo afrontarlo




Escrito por  Arturo Rueda
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Si nada cambia en estos meses, Peña Nieto va a llegar con las manos vacías a la revalidación de su mandato en las elecciones. Y no va a poder culpar a nadie, ya que el PAN y el PRD sumaron su voto para las reformas estratégicas en el marco del Pacto por México: van a poder champarle que pese a su colaboración, México no se movió ni un milímetro pese a la propaganda. ¿Qué va a pasar si el Presidente y el PRI no construyen una mayoría en San Lázaro?

A Enrique Peña Nieto se le hace tarde para empezar campaña rumbo a las elecciones federales de 2015. Hay días en que parece que calienta motores y aparece de vuelta el candidato presidencial que encandilaba sobre todo a las mujeres, como el lunes pasado en Tlaxcala, cuando entregó la modernización de la carretera Calpulalpan-Texcoco. Pese a lo apretado de su agenda, pasó más de una hora saludando a la gente del lugar, escuchando sus peticiones y tomándose fotos. Pero este arranque es tímido, lastrado por la calificación reprobatoria de 48 por ciento de acuerdo a las últimas encuestas. Rumbo a la mitad de su sexenio, el mexiquense es un muerto-vivo, y el PRI no tiene garantías de que podrá obtener la mayoría en San Lázaro, necesaria para preparar la sucesión presidencial.

 

 

El bajo desempeño económico así como las reformas fiscal-energética, son la causa del despeñadero; su antídoto, que la economía crezca por lo menos a un ritmo de 4 por ciento y que se pruebe que la apuesta por la reforma energética incidió en ese crecimiento, además de tener combustibles y electricidad a menores precios. Pero nada de eso llegará sin la aprobación de las leyes secundarias, con las que el PAN chantajea y que ahora ya envió hasta julio, lo que significa que al final el tema energético acabará mezclándose con la discusión del paquete económico 2015.

 

 

Así que, por lo menos para 2015, no habrá pruebas de que las reformas funcionaron y, en el mejor de los casos, el país habrá tenido un crecimiento mediocre de alrededor de 2 por ciento o menos, de acuerdo con la tendencia recesoria que también muestran las finanzas de Estados Unidos. Si nada cambia en estos meses, Peña Nieto va a llegar con las manos vacías a la revalidación de su mandato en las elecciones. Y no va a poder culpar a nadie, ya que el PAN y el PRD sumaron su voto para las reformas estratégicas en el marco del Pacto por México: van a poder champarle que pese a su colaboración, México no se movió ni un milímetro pese a la propaganda.

 

 

¿Qué va a pasar si el Presidente y el PRI no construyen una mayoría en San Lázaro? Pues quedarán en manos del albiazul y del PRD, pero sobre todo, de lo que será la bancada de Morena, el partido de López Obrador que debutará en los comicios de 2015?

 

 

De la mano del PVEM y hasta de Nueva Alianza, para Peña Nieto sería desastroso no alcanzar la mayoría en la Cámara de Diputados, aunque ningún partido lo ha logrado desde 1997. El resultado directo sería que, necesariamente, requeriría de Acción Nacional para la aprobación del presupuesto, convirtiéndose nuevamente en su rehén, como lo ha sido en los dos primeros años del mandato, y fortaleciendo la candidatura emergente de Rafael Moreno Valle, e incluso la posibilidad de enfrentar una coalición PAN-PRD en las presidenciales de 2018. Su debilidad política se haría evidente.

 

 

Nuevamente, desde la rumorología palaciega de Los Pinos, se dice que ahora sí, a partir de julio, el gobierno federal echará la carne al asador en materia de publicidad, promoción de logros. Que para ello se designó al delegado de Gobernación como el coordinador de todos los representantes del gobierno de la República. Pero la misma historia se viene contando desde el arranque de la administración sin que se observen acciones concretas. ¿Será que ahora sí?

 

 

Para el PAN, las elecciones de 2015 definirán su ruta de renacimiento, el momento de surgir de las cenizas. El objetivo primario es tener una bancada de entre 150 y 200 diputados federales, con lo que automáticamente evitarían la mayoría tricolor en ese lapso. Pero la tarea no acaba ahí: quieren retener las gubernaturas de Sonora y Baja California Sur, competir fuerte en Querétaro, San Luis Potosí y Nuevo León, hacer alianzas interesantes en Guerrero y Michoacán. Reflotar el posicionamiento electoral, preparando la defensa de Puebla en 2016 y el asalto de 2018 con una nueva elite en el partido.

 

 

Además de la complejidad del propio proceso y de su alicaída imagen, Peña Nieto enfrenta otro reto al interior de su partido:¿quién va a designar a los 300 candidatos a diputados federales? ¿Lo va a hacer el Presidente o lo van a hacer los gobernadores priistas en los estados que rigen? El equilibrio no es sencillo, porque los mandatarios quieren seguir ostentando el control en sus feudos, enviando a sus incondicionales al Congreso para negociar el presupuesto. Pero el presidente quiere a los mejores que puedan competir y ganar, sin interesarle cómo le caen a sus gobernadores.

 

 

La verdadera piedra de toque yace ahí: si el Presidente designa candidatos incómodos a los gobernadores, éstos pueden bajar los brazos para hacer sentir su molestia. Si les deja a ellos las prerrogativas, al final puede que sean más defensores de los intereses locales yde los intereses regionales que representan. El juego interminable centro-periferia.

 

 

Sí: a Peña Nieto se le espera en campaña, pero nadie, quizá ni él mismo, sabe cuándo va a arrancar.

 

 

 

 

 

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