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Jueves, 17 Septiembre 2015 02:42

Ayotzinapa: la construcción del mito inescrutable




Written by  Javier Arellano Ramírez

Es la respuesta de un sistema que se niega a ser sepultado.


El zarpazo de una bestia herida de muerte.

 

Su credibilidad está agotada, liquidada. Por eso recurre a la versión de una de las universidades más prestigiosas del planeta, la de Innsbruck, Austria.

 

La noche de ayer miércoles 16, la procuradora general de la República, Arely Gómez, informó que analistas de la Universidad de Innsbruck identificaron de forma positiva, los restos de un segundo normalista. Una muestra de 12 centímetros, fracturada en dos partes que corresponde al estudiante Jhosivani Guerrero de la Cruz.

 

De acuerdo con la PGR, esa muestra se encontró a orillas del río San Juan, junto al basurero de Cocula. El hallazgo de restos de un segundo normalista parece reforzar la hipótesis de que los 43 estudiantes, en efecto fueron incinerados en el basurero, lo cual choca drásticamente con la investigación del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

 

En el terreno de los formalismos esta evidencia descalifica los resultados del GIEI. Viene a dar un segundo aire al gobierno de Peña Nieto, el cual desde este momento muestra que no se va a bajar del argumento de la “verdad histórica”.

 

El régimen se sabe agotado, liquidado; la credibilidad de sus instituciones es un cero a la izquierda. Por esta razón recurre a la tabla de salvación que le obsequia la Universidad de Innsbruck.

 

Para el Grupo Interdisciplinario, la investigación de los hechos de Ayotzinapa está plagada de anomalías, irregularidades y omisiones deliberadas. En su punto central sostiene que los estudiantes no pudieron ser incinerados en el basurero de Cocula.

 

Pero para la Procuraduría General de la República (PGR) los hechos fueron como los presentó Jesús Murillo Karam; de tal forma que los cuerpos fueron llevados a ese lugar para ser incinerados y luego los restos, arrojados al río San Juan. Sólo unos cuantos resquicios quedaron de 43 seres humanos, quedando evidencias científicas solamente de dos jóvenes. En eso se sostiene todo el dicho del gobierno peñista.

 

Empero, en el colectivo social, siempre existirá la percepción de que se encubre uno de los mayores crímenes del Estado mexicano, es decir, la desaparición forzada de 43 jóvenes. Una ejecución masiva que llega a las más altas instancias del Gobierno Federal y de las fuerzas castrenses coludidas con el crimen organizado.

 

En sus conclusiones, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, asegura que es necesario buscar otros puntos de incineración, toda vez que la investigación presume e infiere que los 43 estudiantes sí fueron quemados, pero no en el basurero de Cocula, sino en otro lugar cercano.

 

Con esta nueva evidencia de la Universidad de Innsbruck, el gobierno de Peña Nieto responde de manera indirecta a los expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

 

Son dos perspectivas; dos versiones científicas encontradas, y por lo tanto, contrastadas. Con esta serie de resultados en las investigaciones y evidencias, Ayotzinapa se convierte en la construcción de un mito inescrutable.

 

Sin embargo, en nada cambia la percepción del colectivo social. La única manera en que esos restos humanos se hayan encontrado en el basurero de Cocula, sólo puede deberse a que fueron expresamente “sembrados”, es decir, colocados de manera dolosa y premeditada en dicho lugar.

 

No importan los argumentos científicos que se presenten; para el pueblo mexicano esas evidencias son la mascarada, la fachada que encubre uno de los mayores crímenes del México contemporáneo. 

 

Como siempre quedo a sus órdenes en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., sin mx.

 

 

 

 

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