Por supuesto el factor de una lealtad inquebrantable es el eje central de la decisión.

Pero la señora ha demostrado que es una auténtica devota al trabajo social y político.

Luego del desastre que representaron las pasadas elecciones federales, el morenovallismo se percató de la debilidad de sus operadores. El gran perdedor de la jornada del 7 de junio fue Eukid Castañón Herrera; él y no otro era el responsable del proceso electoral en los 16 distritos. Los resultados mostraron la verdadera capacidad operativa del diputado federal en ciernes. Una cosa es gritar desde la contraloría del estado y otra muy distinta coordinar 16 campañas en distritos radicalmente diferentes.

Otro operador del morenovallismo es Luis Maldonado Venegas, quien en realidad no ha podido aterrizar su oficio en la entidad. Es un operador de escritorio, pero no tiene la cercanía, ni la sensibilidad para sentarse en la banqueta a hacer política con la base.

Ante esta situación que pudo calificarse de verdadera emergencia, el gobernador Moreno Valle tuvo que recurrir a una figura que tiene los siguientes atributos:

Primero. Es, ante todo, una auténtica figura poblana. Proviene de una familia con raigambre, con tradición, con apego y profunda identificación con Puebla.

Sus padres y sus abuelos nacieron en suelo poblano y supieron construir un patrimonio en tiempos en que la prosperidad estaba supeditada a las vicisitudes y contrariedades de la naturaleza.  Así los suyos edificaron un acervo y sabe por educación familiar lo que representa el trabajo.

Segundo. Tiene una indiscutible, inapelable pasión por la política. Tal vez nunca se dio cuenta hasta que compartió con su esposo el oficio, la habilidad, (es más) la fascinación por el pensamiento y el trabajo político. Paulatinamente ella también fue aprendiendo de las formas, las circunstancias, las coyunturas. Y hay que decirlo claramente: se convirtió en una apasionada del ejercicio del poder.

Tercero. Su lugar en la cadena de mando del morenovallismo no fue un regalo espontáneo; fue más bien producto de su labor diaria, de su capacidad de observación, de sus análisis; de la peculiar manera en que sabe allegarse y procesar la información que le llega de todos los puntos del estado. Con base en esta capacidad para evaluar la información, sabe valorar y sopesar las circunstancias.

Sus decisiones son determinantes en Casa Puebla, repetimos, no por motivos emocionales o sentimentales, sino porque son juicios y razonamientos lógicos, precisos.

Cuarto. Tiene la mesura, la prudencia que olvidan muchos de quienes detentan el poder. Su carácter es ecuánime, sereno; alejado radicalmente de la obcecación. Es –sin duda alguna--, la conciencia al lado del poder.

Martha Erika Alonso no es una señora que se valga del “toloache” y otras yerbas para ejercer su influencia en la cúpula; tampoco es un producto de la televisión. En realidad es un personaje sui generis; completamente alejada de otros modelos femeninos afectos al poder.

La actual secretaria general del Comité Directivo Estatal del PAN se ganó ese lugar; no le fue regalado. Por supuesto, la lealtad que representa a la figura del gobernador es un factor determinante; pero esta lealtad de nada valdría si no estuviera acompañada de la inteligencia y el oficio político necesario para coordinar un órgano partidista.

La unción de Martha Erika Alonso y Jesús Giles representa que la inminente candidatura de Tony Gali tiene una coordinación de facto. Es evidente que en la contienda el abanderado designará a un coordinador, pero en realidad la figura que va a evaluar, dirigir, supervisar toda la campaña será Martha Erika Alonso.

No la pierda de vista; repetimos, ella es la conciencia al lado del poder.

Como siempre quedo a sus órdenes en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., sin mx.