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Jueves, 28 Mayo 2015 02:28

EPN: anticorrupción en busca de legitimidad




Written by  Javier Arellano Ramírez

Fue en el año 1938 cuando aquel francés piso el suelo mexicano.


Todas sus tesis, premisas y posturas, de inmediato quedaron rebasadas.

 

André Bretón vio que su Manifiesto claramente quedaba desbordado por un país en que el surrealismo es cotidiano, permanente, afluente y constante.

 

De aquel 1938 a la fecha no hemos cambiado mucho.

 

El surrealismo sigue vigente en cada latido de este país, sólo que ahora se ha hecho mucho más crudo, sangriento y doloroso que en aquellos años treinta.

 

El México de Enrique Peña Nieto sigue siendo un viaje surrealista, onírico, incoherente, absurdo, tan incomprensible como fatídico.

 

Un político que triunfa cuestionado, reprobado, desprestigiado pero que aún así goza de todas las bondades de las fuerzas de oposición, para sacar adelante las reformas más perversas que se hayan visto en el México de las instituciones.

 

El sueño del neosalinismo se ha consumado.Peña Nieto ni siquiera sabe lo que ha hecho; no tiene la estatura académica ni intelectual para dimensionar el retroceso histórico en que metió al país.

 

Pero la herida más dolorosa va más allá de las reformas económicas y estructurales.

 

Los pequeños neoliberales, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, sumergieron a la nación en un baño de sangre. Decenas de miles de cuerpos, decenas de miles de personas que no aparecen. Por toda la geografía nacional se repiten las mismas historias de dolor y sufrimiento.

 

“Ni vivos, ni muertos”, es el nombre de un documental que narra la catástrofe humanitaria que representa la desaparición de decenas de miles de mexicanos.

 

En ese contexto se desarrolla el periodo de Peña Nieto.

 

Las acusaciones en su contra son incontables, innumerables. Simplemente no existe argumento alguno a su favor.

 

La negligencia, la incapacidad de sus acciones contra el crimen organizado, la corrupción, la voracidad de su gestión que quedó exhibida en la “casa blanca” de Angélica Rivera, las componendas turbias con que se maneja toda la administración.

 

Los señalamientos llegan de todos los organismos internacionales de defensa de los derechos humanos, desde Naciones Unidas hasta voces calificadas como la de Jorge Ramos y la comunidad artística que trabaja en el extranjero.

 

Todos estos factores suman, abonan a la exhibición de una presidencia impresentable.

 

En este contexto a Peña Nieto se le ocurre crear un “Sistema Nacional Anticorrupción” que no tiene sustento, argumento, ni destino. Sólo es una fachada, una mascarada publicitaria.

 

No va a sitio alguno, ni dará resultado digno de mencionarse.

 

Es como todas las acciones de respuesta social de Peña Nieto sólo son una medida cosmética; rubor para la administración más repudiada en la historia del México contemporáneo, más que Díaz Ordaz, más que Calderón. 

 

¿Quién puede creer en este “Sistema Nacional Anticorrupción”?

 

¿Nos pueden dar algunos indicios de que será un órgano con intenciones firmes?

 

¿Cuándo comenzará a operar?

 

¿Cuántos gobernadores serán sometidos a procesos administrativos y penales?

 

¿Cuántos ex gobernadores serán citados a rendir cuentas?

 

¿Cuántos secretarios, subsecretarios, directores de dependencias federales serán presentados?

 

Desde este momento le podemos adelantar que ninguno.

 

El “Sistema Nacional Anticorrupción” sólo es una capa de maquillaje en la fatídica y funesta administración de Peña Nieto, que busca desesperadamente un poco de legitimidad.

 

El presidente quiere lavarse la cara y las manos.

 

Pero no alcanza todo el jabón que puedan comprar en los Pinos.

 

Como siempre quedo a sus órdenes en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., sin mx.

 

 

 

 

 

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