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Martes, 07 Abril 2015 02:48

Elecciones en tiempos de crisis




Written by  Javier Sanchez

Iniciaron las campañas electorales en México en medio de una crisis política. Esta aseveración parte de reconocer que existe un Estado inestable, puesto en evidencia por la ausencia de equilibrio entre demandas políticas, apoyos, procesos decisionales y outputs o respuestas en el nivel de la relación de estructuras de autoridad-comunidad política.


Hay varios factores que pueden considerarse para explicar la persistencia y estabilidad o el cambio de un determinado régimen. Pero destacan dos fundamentales:

 

  1. El proceso de actitudes de apoyo o consenso o legitimidad hacia el régimen, por parte de la comunidad política en general y de la clase política en particular, y
  2. El proceso que da pie al rendimiento, a la eficacia decisional y a la efectividad.

 

Por legitimidad se entiende el conjunto de actitudes positivas hacia el sistema político considerado como merecedor de apoyo. La legitimidad supone un consenso activo y no pasivo (pues este último puede implicar coerción más que apoyo). Un signo de ausencia de apoyo es el nivel de desaprobación gubernamental para el Presidente Enrique Peña Nieto, el más alto que haya registrado un Presidente de México en los últimos 20 años (sólo comparable cuando, en la gestión de Ernesto Zedillo, el país enfrentaba una severa crisis económica).

 

Por eficacia decisional se entiende la capacidad que tiene un régimen o, mejor, que tienen las estructuras del mismo para tomar y ejecutar las decisiones necesarias a fin de superar los retos o desafíos planteados al régimen o las otras medidas destinadas a alcanzar los diversos fines queridos por los gobernantes, el primero de los cuales es, por lo general, el mantenimiento del propio régimen.

 

Cuando las outputs no satisfacen las inputs

 

Se debe a Easton (1965) la formulación inicial acerca del funcionamiento de los sistemas políticos a partir de las nociones de inputs (demandas y apoyos que entran al sistema político), outputs (decisiones y acciones que salen del sistema político) y feedback (proceso de retroalimentación).

 

Así llegamos a la lógica del equilibrio sistémico como condición de estabilidad política o de inestabilidad. El equilibrio de un sistema político se refiere a las interacciones entre los componentes del sistema mediante los procesos de demandas y apoyos, por una parte, y decisiones y acciones, por la otra. Así, al sistema político llegan, como inputs, demandas y apoyos: mejor seguridad, empleos bien pagados, servicios públicos de calidad, transparencia. Las demandas provenientes del ambiente social están basadas en “necesidades” y, más exactamente, expectativas, opiniones públicas, motivaciones, ideologías, intereses, preferencias, las cuales serán materia prima de las “batallas electorales” que se librarán en el país.

 

El apoyo, al menos el de los miembros políticamente relevantes del sistema político, es indispensable para transformar las demandas en decisiones (outputs) o para proseguir decisiones ya tomadas. Los objetivos del apoyo son los tres componentes del sistema político: comunidad, régimen y autoridad. Pero la distinción principal está entre apoyo difuso, como confianza en la legitimidad del régimen y de las autoridades, confianza en los intereses comunes y sentido de identificación de los ciudadanos en la comunidad política, y apoyo específico, como resultado de decisiones tomadas por las autoridades.

 

La subsistencia del sistema ante desafíos y amenazas

 

La inclusión operada por Easton de la noción de sistema al ámbito de la política marca su objetivo a partir de la siguiente pregunta: ¿cómo puede persistir un sistema político, como el mexicano, en un ambiente donde todo se transforma y coloca innumerables desafíos y amenazas a la continuidad del propio sistema político?

 

La respuesta está en el equilibrio que el sistema ha logrado mantener entre sus componentes. Paradigma envidiado por actores políticos de toda América Latina.

 

En el estudio empírico de los sistemas políticos se recurre con frecuencia a las nociones complementarias de legitimidad y gobernabilidadcomo manifestaciones de la estabilidad política de los sistemas. Ambos conceptos expresan el tipo de relación existente entre comunidad política y estructuras de autoridad. La estabilidad política supone un grado consistente de legitimidad, pues en ausencia de ésta, pueden emergen manifestaciones de descontento, con distinto grado de radicalidad, que desafían a las estructuras vigentes (#YoSoy132 #TodosSomosAyotzinapa).

 

Asimismo, supone un grado consistente de gobernabilidad, pues de otra manera las estructuras de autoridad encontrarían dificultades para desempeñar sin interrupciones sus funciones, generándose una espiral creciente de inconformidad así como un incremento de demandas no resueltas con un potencial desestabilizador.

 

Un sistema permanentemente a prueba

 

En un sistema político compete a las autoridades buscar el equilibrio entre los componentes del sistema. Sin embargo, alcanzar y mantener el equilibrio es sumamente difícil por cuanto el sistema se encuentra permanentemente a prueba. Ello, en virtud de que todo proceso político puede reducirse, en definitiva, al establecimiento de demandas de la comunidad política y de respuestas del aparato estatal.

 

La aparente simplicidad de este esquema, sin embargo, no oculta ni obvia la presencia de múltiples clivajes o líneas de conflicto existentes en la sociedad y que se transfieren a las estructuras políticas a través de los diversos actores incorporados al régimen político. De hecho, por medio de las respuestas en cuestión, las estructuras políticas deben poseer la capacidad de conciliar esa multiplicidad de intereses y fracturas sociales expresadas en las demandas. Cuando la conciliación fracasa, y se acentúan las fracturas existentes y/o se abren nuevas, se rompe el equilibrio sistémico.

 

Por ello, la crisis política surge a partir de la inexistencia de equilibrio entre demandas políticas, apoyos y outputs o respuestas en el nivel de la relación estructuras de autoridad-comunidad política, poniéndose en peligro, por tanto, la persistencia del régimen.

 

 

 

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