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Lunes, 11 Enero 2016 02:32

Los renacidos (y no son de González Iñárritu)




Written by  Arturo Rueda

El hecho que de Moreno Valle esté aprobado nuevamente es una variable básica para el proyecto de mantener Casa Puebla con Tony Gali. En las elecciones federales de 2015 todo lo que oliera a morenovallismo, transformación y progreso, era en realidad un lastre provocado por esa calificación reprobatoria al gobernador que se mantuvo todo el primer semestre de ese año. Gracias a eso, permeó la campaña de contraste realizada por los candidatos del PRI, que se aprovecharon de los fallos del RUTA, el disgusto por varias megaobras, las fotomultas y la privatización del agua.


Hace exactamente un año, previo al Cuarto Informe de Gobierno, Rafael Moreno Valle tocó fondo en la evaluación ciudadana a su gestión: 4.8 de calificación para un gobernador que alcanzó su pico en 2013, cuando recibía arriba del 7 a su gestión. Las secuelas del caso Chalchihuapan, la terrible política de comunicación desarrollada por Fernando Alberto Crisanto, y lo que los poblanos señalaron como un “estilo distante de gobernar”, provocaron una abrupta caída cuya expresión electoral fue la derrota en nueve distritos federales, especialmente dolorosa en tres de los cuatro de la capital. Sin embargo, ya con Max Cortázar en los controles de la comunicación, Moreno Valle detuvo la caída y revirtió las cifras: la última encuesta de los primeros días del 2016 indica una recuperación que si no es plena, es suficiente de cara al Quinto Informe y último año del sexenio, al otorgarle un 6 de promedio de calificación.

 

En otras palabras, esto significa que Moreno Valle está aprobado nuevamente por los ciudadanos que gobierna. Un conjunto de factores inciden en su renacimiento. El primero, por supuesto, fue eliminar progresivamente la imagen de un gobierno distante, por no decir mamón. El gobernador, por ejemplo, volvió a las cabinas de radio para ser entrevistado por las figuras locales como Javier López Díaz, Fernando Canales, Enrique Montero Ponce e Iván Mercado. Se abandonó la Torre de Cristal que era Casa Puebla, las entrevistas en carrusel y se asumió una postura más “espontánea”, algo que no había ocurrido en el sexenio.

 

No fue el único cambio: a lo largo del éste también fue una recurrente en la política de comunicación la difusión de boletines informativos y fotografías en los que no había poblanos, sino solamente una hilera de funcionarios, alcaldes y diputados en el acto de la inauguración o entrega de servicios. Simbólicamente, Moreno Valle fue un gobernador solitario, por lo menos en fotografías. La nueva directriz, dictada a partir de agosto del 2015, fue mostrar a un gobernador más humano, que saluda, abraza, platica, y no solamente se forma para cortar un listón.

 

Por supuesto, un capítulo aparte merece el tema del populismo de las últimas semanas de diciembre. ¿Qué tanto influyó la política del todo gratis, especialmente la entrega de uniformes y mochilas, en esta recuperación, así como el regalo de boletos para el Puebla-Boca Juniors, el concierto de Pitbull y del año Nuevo con Yuri y Espinoza Paz? ¿Ese populismo es la causa del renacimiento en las encuestas?

 

El hecho que de Moreno Valle esté aprobado nuevamente es una variable básica para el proyecto de mantener Casa Puebla con Tony Gali. En las elecciones federales del 2015 todo lo que oliera a morenovallismo, transformación y progreso, era en realidad un lastre provocado por esa calificación reprobatoria que se mantuvo todo el primer semestre de ese año. Gracias a eso, permeó la campaña de contraste realizada por los candidatos del PRI, que se aprovecharon de los fallos del RUTA, el disgusto por varias megaobras, las fotomultas y la privatización del agua. De fondo, el problema era que la marca tenía un gobernador reprobado. ¿Y ahora qué va a pasar luego de que volvió a alcanzar el 6 de calificación? ¿Tendrá el mismo éxito?

 

La campaña publicitaria del Quinto Informe le dará un impulso extra a Moreno Valle que puede llevarlo al 6.3, aunque probablemente volverá a bajar a finales de febrero para estabilizarse. De acuerdo con los estrategas del morenovallismo, es vital que el régimen llegue con calificación aprobatoria a los dos meses de campaña —abril y mayo— y con un colchón suficiente que le permita enfrentar la campaña de contraste, y probablemente, los escándalos mediáticos que van a desatarse.

 

Además, Moreno Valle no es el único renacido. Tras la re-recaptura del Chapo Guzmán, el presidente Peña Nieto recuperó mucha confianza y credibilidad de los mexicanos que no se han cansado de tundirlo. En su lista de pasivos, por lo menos se ha quitado el episodio de la bochornosa fuga del capo. El mexiquense se dio el gusto de anunciarlo él mismo en exclusiva a través de Twitter, y disfrutó los comentarios de la prensa mundial que le atribuyó el logro. Ya después, Osorio Chong se subió al carro de la victoria al difundir el momento en que dio a conocer a embajadores y cónsules la detención.

 

El Chapo cayó por tercera ocasión y el único protagonista fue Peña Nieto, necesitado de remontar en las encuestas ese 58 por ciento de rechazo que provoca su gestión presidencial. En las elecciones federales del 2015 fue un lastre, y aun así el PRI-PVEM triunfó. Para la disputa de las doce gubernaturas en junio requiere que los candidatos del tricolor puedan hablar bien del gobierno federal, y lo ideal para Peña Nieto es que su aprobación llegue para junio mínimo a un 5 de calificación.

 

Al final, Moreno Valle y Peña Nieto son los buques insignia de los dos bandos que se van a disputar la minigubernatura, y coincidentemente, ambos tuvieron un terrible 2015 en materia de evaluación ciudadana. Su renacimiento en las encuestas es un preludio de que la guerra sucia será el arma favorita para volver a llenar de lodo a los protagonistas de la batalla electoral.

 

 

 

 

 

 

 

 

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