Wednesday, 24 de April de 2024

Martes, 19 Julio 2016 02:36

¿El PRI tiene perdido el 2018?




Written by  Javier Arellano Ramírez

Trazar una ruta rumbo al 2018 es precipitado; sin embargo todos lo están haciendo.


Se asegura que la campaña para la próxima gran gubernatura comenzó al lunes siguiente de la derrota de Blanca Alcalá y el triunfo de Tony Gali.

 

Luego del triunfo del proyecto morenovallista el furor y el optimismo se desbordaron. Aseguran que están en las mejores condiciones de obtener un triunfo equivalente en el 2018. Por su parte, los priistas afirman que de ninguna manera está perdido el 2018.

 

Las perspectivas son claras y obviamente diferentes. Pero vayamos a hacer un análisis sereno de las circunstancias.

 

¿En qué estado se encuentran las estructuras de ambos frentes partidistas?

 

Sin duda la estructura del morenovallismo se encuentra en su mejor momento. Y subrayamos la personalización del enfoque, porque no podemos hablar del panismo en exclusiva. El albiazul como tal está maniatado y amordazado. El partido de Gómez Morín está claramente representado en la persona de Rafael Micalco Méndez: un panismo dogmático pero inoperante; rebelde pero incapaz; furibundo pero estéril. Nada representan, nada aportan y en nada contribuyen los panistas tradicionales, incluyendo ese obtuso membrete llamado “El Yunque”.

 

El morenovallismo es el hiperpragmatismo de la política; el manejo de los fines, sin importar los medios. Y hoy esa corriente está en su mejor momento. Se ha apoderado de regiones del estado que eran celosamente priistas. Municipios de las Sierras Norte, Nororiental y Negra, que son esencialmente campesinos e indígenas y que ahora votaron –por primera vez–, por el logotipo azul.

 

En el otro extremo de la calle, ¿cuál es la situación del priismo? Es una Babel sin pies ni cabeza; militantes pidiendo, exigiendo la cabeza de Jorge Estefan y Pepe Chedraui. Mientras estos mismos dirigentes parecen estar en un coma inducido, en un estado de hibernación, congelados, vegetando políticamente.

 

En todo el estado se dio un fenómeno del que muy poco se ha escrito; los presidentes municipales de extracción y raíces priistas simularon apoyar a Blanca Alcalá. Si, le organizaban eventos, la recibían, pero por debajo de la mesa estaban enteramente entregados a los brazos de Tony Gali. Y esto sucedió desde el distrito de Xicotepec de Juárez hasta Ajalpan. De punta a punta del estado.

 

Esto descarriló el voto rojo en regiones que eran químicamente priistas. Frente a este fenómeno generalizado de alcaldes priistas traidores, ¿qué ha hecho Jorge Estefan? Nada, absolutamente nada. Repetimos, sigue en estado de hibernación.

 

Y hoy mientras el todavía presidente del Comité Directivo Estatal del PRI no atina a salir de su marasmo, el morenovallismo ya está preparando a los próximos candidatos a presidentes municipales en 2018. Desde este momento ya se contemplan perfiles, se comienzan a hacer sondeos, se auscultan las lealtades.

 

¿Y en la esquina de enfrente qué hacen? Siguen hibernando. No atan ni desatan.

 

El protagonismo de Juan Carlos Lastiri es sólo eso: protagonismo; no tiene estructura; las delegaciones federales ya demostraron que son operadores de escritorio, que no tienen ni base ni sustento electoral. Por otra parte el atrabancado y colérico Alejandro Armenta Mier tampoco tiene una estructura propia; no existe un andamiaje estatal que lo respalde. Son como toreros llenos de ímpetu, deseosos de lanzarse al ruedo; pero no tienen ni banderillas, ni capote, ni muleta, ni espada…

 

Éste es el escenario a dos años del próximo proceso electoral. Si nos preguntamos, ¿el PRI tiene perdido el 2018?

 

Hoy tendríamos que decir que sí. Indiscutiblemente.

 

Como siempre, quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.   

 

 

 

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