Thursday, 28 de March de 2024

Jueves, 21 Julio 2016 02:06

Dos manchas con las siglas de Facundo




Written by  Javier Arellano Ramírez

Dos son las manchas que carga esta administración sexenal.


La primera está representada por los hechos sangrientos y vergonzosos de Chalchihuapan; la segunda fue la creación calculada y premeditada de un corredor criminal que hoy se conoce como el “Triángulo Rojo”. Ambos hechos tiene un elevado costo político, tanto local como nacional, para el gobernador Rafael Moreno Valle. Y ambos sucesos fueron provocados por el mismo sujeto.

 

Tanto Chalchihuapan como el “Triángulo Rojo” tienen las siglas de su gestor: Facundo Rosas Rosas, el preclaro discípulo de Genaro García Luna.

 

Cuando Rosas fue designado secretario de Seguridad Pública estatal sólo esta columna Cúpula levantó la voz y anticipamos lo que vendría: una clara colusión con los cárteles del crimen organizado. Hoy ahí están los resultados, en la violencia desbordada de Acatzingo, Palmar de Bravo, Quecholac, Ciudad Serdán, Esperanza…

 

El otro factor Chalchihuapan se convirtió en un circo de infames maromeros.

 

El jueves 12 de mayo en plena faena electoral publicamos una entrega intitulada: “Chalchihuapan: circo electoral y la infamia del lucro político”.

 

Ahí claramente señalamos que los aspirantes a ocupar Casa Puebla eran unos oportunistas y que las visitas utilitaristas a la morada de la señora Elia Tamayo fueron infames. Se han cumplido dos años de la muerte del pequeño José Luis. Su madre fue hasta el sepulcro y ninguna figura política la acompañó. Ya no estuvo la iracunda y visceral Ana Tere; tampoco la frívola y oportunista Roxana; mucho menos la voraz y ambiciosa Blanca.

 

Ésta es la entrega que publicamos el 12 de mayo. Hoy tiene la misma validez que entonces. Con su permiso apreciado lector.

 

Chalchihuapan: circo electoral y la infamia del lucro político

 

Lo sucedido en esa carretera representa una profunda y dolorosa herida en la Puebla contemporánea.

 

Sobre aquel fallido enfrentamiento se han escrito centenas de notas, artículos y columnas.

 

Una de las más acertadas fue la publicada por Alfonso Ponce de León Salgado quien argumentó cómo los policías estatales no estaban capacitados para una situación de ese tipo. Los uniformados se estaban ahogando con sus propios gases lacrimógenos y ni siquiera podían enfrentar a un grupo (claramente) entrenado para chocar con la corporación.

 

Lo cierto es que los acontecimientos en Chalchihuapan rebasaron a todos las partes involucradas; tanto al gobierno del estado, como a los pobladores, al mismo grupo de choque; a los sedicentes defensores de los Derechos Humanos y por supuesto a la clase política poblana.

 

Debe subrayarse que el estatus jurídico del proceso en cuestión se encuentra congelado. Pero es menester recordar que desde las primeras horas posteriores a los hechos se dio un deleznable, deplorable ejercicio de lucro político que continúa hasta estos días.

 

La señora Elia Tamayo, madre del pequeño José Luis, ha sido utilizada y manipulada de manera grotesca por agentes políticos a los que solo les importa llevar agua a su molino.

 

El caso emblemático es el de Roxana Luna Porquillo, una de las divas de la política local, que en las primeras semanas tomó el estandarte de Chalchihuapan como si fuera su escoba inseparable. Pero luego se aburrió, se hastió de esa bandera y paulatinamente se fue alejando.

 

Hoy la misma víctima, Elia Tamayo señala que piensa reunirse con todos los candidatos, con excepción de Roxana, porque la perredista los abandonó.

 

Otra de las figuras que lucran con la tragedia es Ana Teresa Aranda. Nunca llevó a Tamayo una solución jurídica; una asesoría en materia de Derechos Humanos; mucho menos un apoyo para su subsistencia cotidiana. Nada de eso.

 

Solo se trata de llegar hasta la humilde morada de esa mujer para tomarse una fotografía y declarar a los medios que “se le hará justicia”.

 

Estamos ante una pantomima, ante el espectáculo deleznable, deplorable del lucro político.

 

En una expresión más de su evidente falta de tacto social y su galopante oportunismo Blanca Alcalá fue a reunirse con la señora Tamayo luego de dos años. Nunca antes tuvo tiempo de buscarla, ni de atender uno de los temas más espinosos de la sociedad contemporánea.

 

Dos años después en una vergonzosa escena de lucro, en una burda e infame fotografía Blanca Alcalá se sienta a conversar con Elia Tamayo para ofrecerle “justicia”.

 

Quienes asesoran y orientan a la humilde madre han conformado una agrupación llamada “Centro de Difusión y Defensa de los Derechos Humanos José Luis Tlehuatle Tamayo". Por decoro, por dignidad, por el más elemental respeto al dolor de esa mujer y de su pérdida deberían impedir que su figura se convierta en una bandera electoral.

 

Está claro que hacerle justicia a doña Elia Tamayo no depende ni de Ana Teresa Aranda, ni de Abraham Quiroz y mucho menos de Blanca Alcalá.

 

En un gesto de verdadera humanidad deben retirar a esa madre del circo electoral. Las candidatas y candidatos, de todos los colores, solo la buscan para utilizarla, no para ofrecerle una verdadera justicia. Son acciones electoreras despreciables.

 

Lo mejor es que Elia se sustraiga del lucro político y que ella junto con el “Centro de Difusión y Defensa de los Derechos Humanos José Luis Tlehuatle Tamayo"  continúen su lucha, antes de que los políticos terminen por demeritar y desacreditar su dolor.

 

Quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.

 

 

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