Friday, 29 de March de 2024

Jueves, 07 Abril 2016 02:14

Beltrones ya busca chivo expiatorio




Written by  Javier Arellano Ramírez

El argumento fue burdo, rupestre, agreste.


Llama la atención de sobremanera que el político más experimentado de México haya deslizado una expresión tan arcaica. Esa declaración sólo debe verse como la impostura central del proceso electoral.

 

Manlio Fabio Beltrones conoce perfectamente al clan político de los Morales. El lector no debe olvidar que en otros tiempos y épocas, el sonorense fue el principal impulsor de Fernando Morales Martínez. En 2010 Beltrones acudió a un acto masivo en Ciudad Serdán, convocado precisamente por Fernando para apoyar a Javier López Zavala.

 

La relación entre Beltrones y los Morales es añeja. Entonces, ¿por qué razón ahora busca el reproche, la amonestación pública a un ex gobernador de quien se reconoce una indiscutible calidad política y moral?

 

El acto de Manlio Fabio fue torpe y extremadamente burdo. Pareciera que el presidente nacional del PRI está molesto con su otrora pupilo Fernando por haberse salido del corral y pasarse al de enfrente.

 

¿A ese grado llega su molestia, su indignación? ¿Al grado de personalizar su encono?

 

Si Manlio está molesto con el proceder de Fernando Morales Martínez se lo pudo expresar a Melquiades en privado y discreto cónclave. Tienen años de amistad que les permitirían sostener ese diálogo de manera abierta y descarnada. A su vez, Morales le respondería: “No es un niño, no puedo mandar en sus decisiones”. Y es la verdad.

 

Ni Melquiades ni ningún otro político puede mandar o dirigir la vida de sus hijos.

 

El profesor Carlos Hank González, uno de los grandes maestros de la praxis política mexicana hizo de sus hijos prominentes empresarios, pero de todos ellos no se hace un político (ni siquiera mediocre).

 

El ex gobernador Alfredo Toxqui Fernández de Lara dejó un apellido respetable y moralmente incuestionable, pero ninguno de sus herederos lo pudo capitalizar políticamente. Y lo mismo puede decirse de Guillermo Jiménez Morales. Por su parte, Mariano Piña Olaya engendró a un niño que fue educado con la disciplina, la sensibilidad y la calidad humana de su madre, por eso hoy es un político respetado. Bartlett no dejó nada ni al país ni a la política. Y Mario Marín Torres aún conserva la obsesión vernácula de ver a su hijo sentado en Casa Puebla.

 

Por su parte, Melquiades tiene un hijo con una vocación clara y ferozmente política; pero no puede ni mandar ni decidir en sus acciones.

 

El señalamiento, repetimos, burdo y agreste de Manlio Fabio Beltrones busca desacreditar, descalificar a uno de los políticos poblanos más respetables de las décadas recientes.

 

Melquiades Morales Flores es, sin duda, uno de los grande ex gobernadores que tiene Puebla. Desde su nominación y candidatura que fueron la consecuencia de años, de décadas de trabajo político en todos los puntos de la entidad.

 

Posteriormente, hizo una gestión serena, ecuánime, equilibrada; reconocida por propios y extraños. Por esta razón, Melquiades es el único ex gobernador que puede llegar lo mismo a Angelópolis, que pasearse en las plazas de Xicotepec de Juárez o Tehuacán y recibir el saludo sincero, el apretón de manos, el abrazo de sus pobladores. Es uno de los grandes políticos contemporáneos.

 

Entonces, ¿por qué el afán malsano de Manlio Fabio por denostarlo? ¿Por qué la inquina y el resentimiento?

 

En Puebla, Beltrones no tiene capital político; no tiene una Pavlovich y como van las cosas jamás la tendrá. Entonces, ¿qué sentido tiene agitar las aguas priistas de esa manera tan ordinaria? (Por cierto, cabe desatacarse que el gobierno de la señora Pavlovich, a unos meses de su inicio es un completo y absoluto desastre).

 

Nuestra perspectiva es la siguiente: Manlio Fabio tiene mediciones reales de la situación electoral de Puebla. Sabe que la candidata de Emilio Gamboa Patrón simplemente no convence, no despega, no levanta. Y así ocurre en todo el estado.

 

Por esta razón Beltrones desde este momento busca chivos expiatorios, alguien a quien echarle la culpa; alguien que le sirva de pretexto para que en la Residencia Oficial de los Pinos no lo recriminen por la derrota poblana: “Señor presidente, es que en Puebla se dio un fenómeno de traiciones internas…” etcétera, etcétera y con esto tratar de sacudirse el polvo de la monumental revolcada.

 

El exabrupto de Manlio debe leerse como la expresión desesperada de alguien que no está acostumbrado a perder la compostura, pero que ante el escenario poblano, visiblemente se tambalea.

 

Inocultablemente se tambalea.

 

Como siempre, quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.

 

 

 

 

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