El sexo aquí cuesta 10 pesos la hora. Las cabinas de la Margarita son una entrada al mundo del placer, del morbo y del sexo fácil, rápido y sin compromisos. Son oscuras, apenas una luz infrarroja ilumina el pasillo, sus paredes se mueven sin cesar, hay gritos, gemidos, y jadeos. Huele a sudor, a axila y a otros fluidos.
Afuera, hombres van y vienen del Café Internet que oculta la entrada a la sordidez. Los que se atreven a entrar suben tres pisos y pagan sus respectivos 10 pesos. Caminan a tientas por el pasillo oscuro, guiados por los jadeos ajenos, hasta encontrar una cabina disponible, con su computadora, su silla, su puerta de manera y sus agüeros en las paredes laterales. En esos orificios comienza la fiesta.
Desde hace meses, un edificio de color verde en la Unidad Habitacional “La Margarita” se ha vuelto muy famoso entre la comunidad gay de Puebla. Por su puerta desfilan a lo largo del día hombres de todas las edades, hasta menores de edad y en las redes sociales empieza a tener más popularidad.
La fachada de “Las cabinas de la Margarita” es un cibercafé familiar, el cual se encuentra en el primer piso del edificio, el lugar parece normal. Incluso, los niños de la Secundaria Técnica 11 van a hacer sus tareas, hay padres de familia ayudando a sus hijos con las labores del internet, pero nadie se imagina lo que pasa 6 escalones arriba.
Justo frente a la entrada del cibercafé hay una puerta de metal que restringe el paso, solo los que saben qué hay detrás, entran como si estuvieran en su casa. Al final de las escaleras se encuentra un hombre como de unos 35 años, es el encargado de las “Cabinas”; tiene un trato amable y te da la ficha del cuartito que te corresponde.
Se abre una puerta que está a lado del muchacho que entrega las fichas, solo se aprecia un pasillo completamente oscuro, una luz infrarroja apenas y alcanza a iluminar los números de las cabinas, son más de 15 distribuidas en dos filas.
Hay chavos que caminan en círculos por el obscuro pasillo, esperando a que alguien los invite a su privado, o solo de morbosos viendo a los que se masturban con la puerta abierta.
Las cabinas son pequeñas, de un metro por un metro aproximadamente; apenas cabe una persona, dos con mucho trabajo, pero a la hora del faje y cachondeo el espacio es lo que menos importa. Cada privado tiene en sus paredes izquierda y derecha un orificio de 20 centímetros por el que puedes colocar tu pene, o tu vecino puede colocar su pene para hacer sexo oral.
A través de esas perforaciones puedes observar cómo se masturban tus vecinos, los chavos que están fajando, o que de plano ya están teniendo sexo. Las claves de ligue son muy fáciles, si observas a alguien por el agujero acerca su pene para que le hagas oral, o le puedes poner el tuyo, si continúan con el cachondeo te invita a su cabina, o se pasa a la tuya, hasta tríos puedes hacer en esos privados de un metro por un metro.
Además, hay un chat interno en el que están conectadas todas las computadoras, le puedes escribir de manera privada a los usuarios de otros privados. Aquí no hay inhibiciones, tampoco hay clasificación de gustos, todos quieren sexo y no importa con quién, solo buscan satisfacer esa necesidad que cada minuto se vuelve más fuerte al grado de enloquecer.
Las paredes de los privados se mueven con intensidad, sin cesar un solo instante, parece que se van a caer, pero están bien sujetas, por lo que pueden resistir cualquier embestida y hasta el sexo más loco y desenfrenado de los aficionados al placer. El movimiento de las paredes va acompañado de gritos, gemidos o jadeos, mientras que los menos afortunados se tienen que conformar con ver por los orificios, o escuchar.
A mí me gusta venir porque siempre encuentras con quién fajar o coger, y a diferencia de las termas u otros lugares aquí solo gastas 10 pesos, la hora te cuesta 10 pesos y en menos de una hora ya cogiste”, dijo Alonso, quien asegura que es cliente asiduo del lugar, pues va a las cabinas 3 veces por semana.
Las “Cabinas de la Margarita”, garantizan eso: sexo, placer, faje, morbo y curiosidad por 10 pesos la hora. Nadie se queda con las ganas, allí todos consiguen lo que buscan no importa si son delgados, gordos, altos, chaparros, feos, guapos, al momento del sexo se olvidan las filias y fobias, es un degenere total, tanto que todos ignoran los letreros que hay en los privados para preservar limpio el lugar, y es usual encontrar condones usados, envolturas de condones, papel higiénico lleno de semen, entre otras cosas
En el Centro Histórico también hay “cabinas del placer”
Aunque no lo creas y por muy extraño que parezca, hay unas cabinas del sexo en pleno Centro Histórico, debido a que en el primer cuadro de la ciudad hay mucho movimiento de la comunidad gay, por lo que dicho establecimiento también ha sido todo un éxito, aunque el degenere no llega a tanto y cierran más temprano, a las 9 de la noche ya todo está apagado.
Dicho lugar se encuentra en la 4 norte, número 210, en una vieja casona. Los dueños del lugar son vecinos de una señora que lee las cartas, de una chava que da clases de Yoga y de algunas personas que viven en el resto de los departamentos.
Aquí solo hay 10 cabinas y entra mucha luz por los ventanales de la casa histórica, por lo que se pierde el ambiente underground, el degenere no llega a tanto, y estos cuartitos no tienen orificios a los lados, por lo que no se puede ver lo que hacen los demás. Solo se ven a los chavos rondando por los pasillos.
También hay un chat interno, y quienes ya están muy calientes dejan sus puertas abiertas para que resto de los asistentes los vean masturbarse, por “si se les antoja”, dijo uno de los usuarios con el que este reportero platicó.
Había otras cabinas cerca de la terminal de autobuses Capu, pero de acuerdo con los vecinos del lugar, fueron clausuradas por las autoridades recientemente.
Fuente: Periódico Central