José y Martín son los únicos niños que participan en el Centro de Acopio de Tochimilco. Motivados por la necesidad de su gente, los pequeños despertaron muy temprano este jueves y caminaron más de ocho cuadras para llegar hasta el Zócalo de esta comunidad.
Los menores son primos y a sus escasos 10 y 11 años de edad tomaron la iniciativa de contribuir en las labores altruistas de su localidad. Aunque hubo suspensión de labores en las escuelas, prefirieron sumarse en lugar de quedarse en casa viendo televisión o jugando.
José viste pants azul con rayas verdes, playera gris, huaraches color café y una gorra de los Avengers; forma las despensas que partirán a la comunidad de Alpanoaca perteneciente al municipio de Tochimilco. Junto a él está su primo Martín quien señala ‘tiene ganas de apoyar a su pueblo’.
José el pequeño de ojos negros y largas pestañas, lamenta los daños causados por el terremoto. Sin embargo, promete continuar ayudando para que llegue el apoyo a la gente de Alpanoaca donde más de la mitad de las casas se derrumbaron.
¡Comida para todos!
Laura Santamaría colocó su bracero en el Zócalo de Atlixco. Llega desde las 8:00 de la mañana a dar de desayunar a los voluntarios que durante la madrugada recogieron los escombros de lo que de lo que queda del Pueblo Mágico.
Esta mañana la calle olía delicioso, mientras chiflaba una canción romántica Laura preparaba huevo con salchicha “es para mis voluntarios, ya está aquí su café caliente, ya ahorita que salga el huevo les hacemos sus tortas y desayunan calientito”.
Sus hijos, dos jóvenes de aproximadamente 19 y 17 años preparaban los carteles, anunciando que ya estarían listos los alimentos y también que se necesitan víveres, huevo, jamón, carne, lo necesario para que ella siga cocinando.
“Me voy a las 10 de la noche que es cuando me dicen los muchachos que ya van a empezar a demoler, es cuando levantamos todo y nos vamos, estamos así desde el día del sismo y aquí estaremos porque es momento de ayudar”, aseguró.
La casa de Laura se afectó, tiene cuarteaduras pero no se siente preocupada ni cansada, dice que hay personas que están más necesitados por lo que no hay tiempo para quejarse si no para actuar. Laura y sus hijos son héroes sin capa.
Los bonaiceros dejan los ‘bolis’ para recolectar víveres
Ellos son once héroes sin capa. En sus carritos de ‘Bonice’ recorren las calles para recolectar víveres. No venden, ahora piden el apoyo con la esperanza de juntar lo más que puedan, todo lo van a dejar a los centro de acopio que se encuentran en la antigua estación del tren.
“Nosotros recorremos las calles todos los días, vemos las fachadas, los lugares de Atlixco, ahora ya no está eso, nos da mucha tristeza por eso pensamos en ayudar un poco”, señaló Mari, una de las vendedoras de Bonice.
Lo que más les entristece son los niños que han muerto. Aseguran que esos son sus clientes potenciales. Todos los días llegan con sus ocurrencias, sus gritos y su energía, son ellos los que más les duelen.
“Queremos dar un poco de lo mucho que nos da Atlixco, nuestros niños. En México quienes más han muerto son niños y por eso les devolvemos un día de trabajo, o los que sean necesarios”, agregó Alejandro Berra propietario de esta franquicia ubicada en la calle 20 de noviembre de Atlixco.