Jueves, 25 de Abril del 2024
Martes, 20 Noviembre 2018 02:30

¿Eres fifí o chairo?

¿Eres fifí o chairo? Escrito Por :   Héctor Hernández Álvarez

La división social aumenta. No seamos títeres del gobierno


 

Desde el periodo de precampañas, se visualizaba en el horizonte, el fuerte golpe de autoridad electoral que daría MORENA y por supuesto, su máximo representante Andrés Manuel López Obrador. Las redes se inundaron de descalificaciones y adjetivos peyorativos en contra de aquellos que eran afines a la mal llamada “mafia del poder”. Por otro lado, se empleó el término “chairo” a toda persona que estuviera en sintonía con ideologías progresistas y con el partido MORENA. Desde ese momento, esa polaridad no ha dejado de surtir efecto en la población; al contrario, está tomando mayor fuerza.

 

El problema actual radica en que este tipo de terminologías empleadas para manifestar descontento no es una manera razonada de entablar un debate de ideas. Al contrario, es una forma de discriminación explícita para desacreditar las opiniones y puntos de vista de los demás. La manifestación de comentarios en redes sociales cada que un medio publica una nota acerca de alguna propuesta o decisión de la próxima administración, desata una lluvia de reacciones hostiles. Se crean una especie de “olas derechistas e izquierdistas”, que promueven la violencia más que el raciocinio.

 

A decir verdad, el presidente electo de México tiene mucha responsabilidad por la creación de esta polarización social. De manera indirecta, por el simple hecho de representar la oposición del actual gobierno. Otra directa, por señalar abruptamente a los supuestos corruptos y encasillarlos en la misma bolsa como miembros del “PRIAN” o de manera más general, en la mafia del poder.

 

A todo esto, se le suma el reciente adjetivo de “fifí”. Pareciera que, a nuestro presidente electo, no le basta con los términos anteriormente mencionados. Lo qué si sabemos, es que está refrescando el vocabulario denotativo para aquellos opositores de sus decisiones ¿Es correcto que nuestro máximo representante fomente la fragmentación social?

 

Por otra parte, vale la pena hacer un pequeño análisis de las personas que se enfrascan en discusiones relacionadas con estas etiquetas y todo lo que representan en cuanto a su manifestación de ideales. Si bien, las democracias deben fomentar espacios para la reflexión y el debate público; tolerar los puntos de vista y tomarlos en cuenta, ¿qué es lo que pasa con la violencia y el odio que se desprenden de nuestras diferencias? Tal como lo marca el dicho: “no se puede convencer a un convencido”, parece que los derechistas se esfuerzan por hacer cambiar de opinión a los progresistas, por medio de argumentos razonados. Sin embargo, se nota que no se dan cuenta que su ideología es diametralmente opuesta a la suya, por lo que lograr dicho cometido es una tarea sumamente difícil e infructuosa.

 

Pensemos en que la diversidad de ideas enriquece la vida pública. Está bien no callar y expresarse, sobre todo si nuestros ideales e intereses están resultando afectados por la toma de decisiones del gobierno. No obstante, para aquellos temas que no son de interés general, ni particular para aquella persona que emite su comentario; mejor se debería optar por la mesura, pues, en la realidad, poco, nada importa la opinión de un sujeto aislado. En cambio, tendrá más que perder, pues seguramente se llevará un mal sabor de boca con la contestación de las contrapartes implicadas; logrando así enojos, frustración y hasta enemistades.

 

En cambio, desde este espacio, hago la invitación a que no caigamos en provocaciones fomentadas por nuestros representantes. Pensemos en que tenemos más que perder. Expresemos nuestro punto de vista por otros medios como la prensa, radio o televisión; formando grupos de interés comunitarios, empresariales o en Organizaciones de la Sociedad Civil. De esta manera, lograremos que nuestros intereses tengan más probabilidad de ser tomados en cuenta, además de que no fomentaremos la propagación de la violencia inútil y la inevitable división social.

 

En cuanto a nuestro próximo dirigente nacional, algunos señalamientos se le han hecho respecto a su opinión acerca de la polémica portada de la revista Proceso, emitida recientemente; de su hijo y su alojamiento en un hotel de lujo en Madrid, España. A todo esto, él ha argumentado que la sociedad es libre de opinar y que, por lo tanto, él también es libre de emitir sus opiniones y decisiones en beneficio de la población de México. En este punto habrá que preguntarse: ¿se está lavando las manos? O ¿verdaderamente es un demócrata que pretende fortalecer la democracia liberal en nuestro país?

 

Por último, comento: está bien ser conservador o liberal; derechista o progresista; decidir ser pobre o rico; ser empelado, comerciante o empresario. Todos tenemos diferencias y cumplimos una función social necesaria para el desarrollo de nuestro país. Lo que está mal, es defender nuestra opinión sesgada por el efecto de las masas, que solo contribuirá a aumentar la popularidad de los personajes políticos. En cambio, pensemos en nosotros y en nuestros beneficios individuales y colectivos.

 

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