Ahora que el barbosismo anda con la espada desenvainada desempolvando expedientes del pasado morenovallista, no estaría de más que en el archivo muerto de varias dependencias se buscaran los antecedentes de la corrupta autopista Cuapiaxtla-Cuacnopalan.
Un intrincado camino jurídico lleva a explicar la presencia en Puebla de Amado Yáñez, polémico empresario dueño de Oceanografía, quien vino a la entidad en calidad de ‘cobrón’. Es decir, viene a que Puebla le pague la autopista que supuestamente le fue arrebatada en 2014, pero en realidad nunca se la quitaron.
Lo de la autopista Cuapiaxtla-Cuacnopalan es una de esas historias pavorosas de los negocios del morenovallismo que quedaron ocultos, aunque la verdad siempre sale a la luz. Uno más de esos saqueos millonarios.
Al arranque de su sexenio, Moreno Valle le entregó por asignación directa a Amado Yáñez la concesión de esa autopista de 66 kilómetros, cuya utilidad sería descargar el tráfico de carga del sureste del país. Luego cobró más importancia cuando se instaló en la zona la planta Audi. Negocio redondo para el dueño de Oceanografía, de quien, se dice, fue financiero en la campaña del 2010, pues vivía sus tiempos boyantes de la mano de los gobiernos del PAN.
La desgracia se le atravesó a Amado Yáñez, a quien el gobierno de Peña Nieto persiguió y encarceló en 2014. Como Moreno Valle hacía todo lo que le pedían en Los Pinos, anunció el rescate de la concesión señalando que Oceanografía no había pagado la fianza, además de que el avance físico de la obra no era relevante.
Peroooooo, perooooo, y aquí comienza la historia interesante, Moreno Valle mintió: el gobierno de Puebla nunca rescató la concesión de la autopista Cuapiaxtla-Cuacnopalan, pues el ex gobernador convino con Amado Yáñez que todo sería una simulación para quedar bien con Peña Nieto mientras el empresario arreglaba sus problemas.
Amigo de sus amigos, Moreno Valle dejó perder el asunto en tribunales. Con un amparo, en 2016 Amado Yáñez y Oceanografía recuperaron la concesión de la vía —los trabajos se quedaron parados un tiempo—. Es decir, el rescate nunca se concretó. Todo fue una mentira.
Pero en la cárcel, con Oceanografía en concurso mercantil, los barcos de Yáñez varados, miles de millones de pesos en adeudos laborales, la empresa intervenida por el SAE, no había forma de que continuara la construcción de la vía, cuyo valor de mercado se fue al cielo cuando Audi arrancó operaciones en San José Chiapa.
Otra vez, amigo de sus amigos, Moreno Valle amarró la negociación ideal en detrimento del Estado: le dio la posibilidad legal a Amado Yáñez de venderle ‘por abajo del agua’ la concesión a otro empresario favorito del régimen: Luis Mier a través de la firma Hycsa.
¿Y quién es Luis Mier?
Pues uno de los favoritos del morenovallismo, quien construyó la plataforma para la planta Audi a través de la empresa Codesa mediante el módico pago de una APP que los poblanos le liquidaremos durante veinte años en los que recibirá alrededor de 8 mil millones de pesos.
Después de eso, el negocio se vuelve nebuloso y más terrible.
¿Cuánto le pagó Luis Mier a Amado Yáñez y cuánto le quedó a deber? Nadie lo sabe. Pero Amado Yáñez aterrizó en Puebla exigiendo el pago de su concesión, y si el tal Luis Mier no le paga, demandará al gobierno de Puebla por una cantidad multimillonaria. Litigio que, hipotéticamente, deberá enfrentar el gobierno de Luis Miguel Barbosa. Es decir, tendría que pagar por los actos corruptos del morenovallismo.
Lo último que se supo con certeza fue que, ya en el gobierno de Gali se hizo oficial que la autopista se terminó con una inversión estatal de 672 millones de pesos que se le pagaron a… Adivinó: a Luis Mier de Codesa. Es decir, del erario poblano todavía le entregamos otra millonada, de la que parece no se reportó nada, a Yáñez y por eso anda de ‘cobrón’.
En la fotografía oficial de ese boletín fechado el 15 de mayo de 2017, al lado del gobernador Gali aparece sonriente el tal Luis Mier, empresario de origen queretano, muy beneficiado por el morenovallismo.
A reserva de documentar detalles, es la historia de un negocio asqueroso que también tendrá que limpiar el gobierno de Barbosa y, claro, iniciar las acciones legales pertinentes.